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El eclecticismo gozoso de Benítez Reyes va de Mozart a Hendrix y de la cerámica popular a la Bauhaus

Felipe Benítez Reyes

Rota es una ciudad de contrastes. Sus amplias playas, sus casas de inmaculado blanco y sus calles de postal conviven con los navieros y los militares que pueblan la base naval de los Estados Unidos desde el año 1953.

En la localidad gaditana, también vive Felipe Benítez Reyes (Rota, Cádiz, 1960), uno de sus vecinos más ilustres. Siempre muy ligado a la tierra que le vio nacer, este escritor, poeta y articulista es autor de una vasta obra literaria en la que destacan novelas como Mercado de espejismos, con la que ganó el premio Nadal, poemarios como Sombras particulares, con el que ganó el premio Loewe, o Vidas improbables con el que fue galardonado con el Premio Nacional de Poesía y el Premio de la Crítica. Haciendo un homenaje a esos contrastes de Rota, Benítez Reyes viene hoy a infoLibre a mostrar los suyos, y nos habla de esas obras que no encajan del todo con la imagen que tenemos de él y nos producen la misma extrañeza que un buque militar navegando frente a una de las playas más bonitas de España. 

“Tengo la suerte de que me gusten Mozart y Jimi Hendrix, la cerámica popular y la Bauhaus, la alta literatura y las extravagancias literarias”, confiesa, haciendo gala de su gozoso eclecticismo a la hora de disfrutar de sus variopintos gustos culturales, que abarcan desde la cultura más elitista hasta la más terrenal. “Ese asunto de las jerarquías culturales daría para muchas horas de conversación, ¿verdad?”, plantea el escritor. 

Uno de esas “extravagancias culturales” más recientes es “un libro de testimonios en torno a la figura de Gustavo Adolfo Rol”. La obra, que le dejó “boquiabierto”, cuenta la vida de este mago y vidente italiano que nació en 1903 y murió con 91 años. “Si lo que se cuenta allí fuese cierto, tendríamos que replantearnos nuestro concepto de realidad”, asevera Benítez Reyes. Justamente, el escritor piensa que lo extraordinario que cuenta el libro se condensa perfectamente en el lema de vida de Rol: “En este mundo no existe lo imposible”.

El libro llamó la atención del poeta, sobre todo, por lo fascinante del personaje. Así, nos cuenta que a Rol acudían “los cirujanos más célebres para que les diese un diagnóstico previo a la operación, porque, según parece, tenía el poder de ver los males internos de la gente incluso a través de una conversación telefónica”. Otro de los poderes de Rol era el de hacer atravesar objetos sólidos a través de las paredes. 

Además, el vidente era muy amigo del director de cine Federico Fellini, al que le recomendó no rodar una película porque, de hacerlo le sobrevendría una desgracia. El cineasta se tomó muy en serio esta advertencia y decidió cancelar el rodaje. "¿Quién se resiste a algo así? Es como la realidad sometida a los códigos de la literatura fantástica. Al lado de eso, los cuentos de Las mil y una noches son estampas costumbristas”, añade Benítez Reyes sobre las historias del vidente italiano.

Aunque el escritor gaditano disfrutó mucho la obra pese a su “malísima traducción española”, duda si recomendarla o no. “Lo pasé muy bien leyéndola, pero eso no quiere decir que se trate de un placer transferible. Los mecanismos del disfrute son a veces muy retorcidos. Ni uno mismo los entiende del todo”, comenta sobre si otras personas podrían disfrutar de este extraño libro. 

Además de este “placer culpable” más reciente, una de las aficiones más curiosas de Benítez Reyes es su gusto por el “cine de serie B o, más exactamente, al cine de categoría B de la serie B”. De hecho, el escritor confiesa que hace poco vio El fantasma invisible, de Joseph H. Lewis, una película que le entusiasmó precisamente “por lo malísima que es”.

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“La cinta está protagonizada por un Bela Lugosi que se dedica a matar a la gente, aunque quien está para matarlo es él, por lo mal que actúa”, critica divertido. Sin embargo, siempre hay segundas oportunidades y Benítez Reyes decidió ver al día siguiente The Big Combo, otra película del mismo director, y en esa ocasión, Lewis se redimió: “La vida es siempre sorpresiva, esperaba más de lo mismo, y sin embargo me pareció muy buena”.

Quizá el placer culpable más llamativo de otros autores sea la afición de Proust a presenciar la tortura de ratas, según se cuenta. Lo que me hace sospechar que Proust, de haber sido gaditano, se hubiera aficionado a las peleas de gallos ingleses”

Además de los suyos, el autor nos comenta algunos de los placeres culpables que más le han sorprendido de otros grandes escritores. “Quizá el más llamativo sea la afición de Proust a presenciar la tortura de ratas, según se cuenta. Lo que me hace sospechar que Proust, de haber sido gaditano, se hubiera aficionado a las peleas de gallos ingleses”, comenta jocoso.

Por último, cree que el gusto por mantener un secreto es clave para encontrar la explicación de por qué ocultamos nuestros placeres culpables, aunque en muchas ocasiones no podemos detener nuestro impulso de compartirlo. “Pocas frases tan cómicas hay como esa de ‘voy a contarte un secreto, pero por favor no se lo cuentes a nadie’ pues me temo que, tarde o temprano, acabamos yéndonos de la lengua”, explica el escritor, quien incluso sospecha “que hay curas católicos que celebran congresos anuales clandestinos para contarse los secretos de confesión más pintorescos”. 

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