Xoel López: "Alguna vez tendrán que regularse las redes sociales o vamos a acabar todos gilipollas"

El artista gallego Xoel López.

Caldo espírito es un viaje evocador y conmovedor que anima a explorar las experiencias que abarca la vida contemporánea. El quinto disco en solitario de Xoel López (A Coruña, 1977) está repleto de reflexiones íntimas enlazadas con lecturas sobre la sociedad actual, que se levantan desde el convencimiento del poder de la música para combatir la frivolidad que aparentemente todo lo domina. Sin etiquetas ni fronteras, es a su vez un ejercicio de versatilidad que parte de la canción de autor, pasa por el rock, la música de raíz, el merengue y termina con una canción cantada en gallego. No se lo piensa dos veces el coruñés antes de saltar, apenas comprueba si hay agua cuando de crear se trata. De eso, entre otras muchas cosas, va su encuentro con infoLibre, que se materializa en esta charla.

Aunque sea un cliché, esta vez podemos empezar comentando el título del disco, que me parece que tiene mucha intención y explica estupendamente el contenido del disco.

Pues sí, dice mucho. Por un lado, en cuanto a la forma, lo primero que piensas es ¿esto en qué está escrito? Generar esa duda ya me gusta, porque tiene algo de experimento que te obliga a traducir algo que no sabes muy bien en qué idioma está y ya te dice cosas de lo que vas a encontrar. Caldo está en italiano y significa caliente y espírito está en gallego y significa espíritu. Hay un juego con los idiomas, con la traducción, con intentar llevar las cosas a un lugar entre lo cercano y lo lejano. Es algo que tiene que ver con no perder esa parte del juego y de salirse un poco de lo cotidiano.

¿Y en cuanto a contenido?

La idea de lo cálido está relacionada con el sonido que yo quería para el disco, una cosa grave, maderosa, no una producción fría. Porque sentía que las canciones tenían esa calidez. Canciones que nacieron casi todas en casa con la guitarra y tenían algo profundo que yo busco en la música y quería que estuviera representado a nivel sonoro. Esa calidez es lo que yo encuentro en la música en contraposición a la frivolidad que muchas veces aparece alrededor en tu relación con el mundo, ya sea a través de las redes sociales o simplemente bajando a la calle. Pero es verdad que la frivolidad está y yo la combato con música, por eso un poco lo del calor. Y lo de la espiritualidad es un poco lo mismo, una sociedad que yo entiendo también que se aleja cada vez más de esa espiritualidad o de la parte más profunda del ser humano, de la parte más reflexiva, y en la que impera sobre todo el postureo y lo inmediato. No es todo el mundo así, obviamente, pero hay una parte que sí y por eso de alguna manera la música me sirve de canalización de esa parte más profunda.

¿Nos relacionamos con el mundo con demasiada frivolidad? Pienso en esa imposición tan de nuestro tiempo de que todo lo que hacemos tiene que tener un fin y un beneficio. Pero no sé si hacer una canción tiene un fin en sí mismo o se hacen por el puro placer de hacerlas.

Es un placer en sí mismo pero también creo que hay una idea de comunicación, ya sea contigo o para los demás, porque cuando escribes una canción te estás comunicando. Cuando algo sale de tu cabeza, lo estás expresando porque o lo quieres ver tú desde fuera y lo verbalizas para entenderte a ti mismo, o para que te entienda otro y comunicarte con el mundo. La música al final es una forma de entenderme yo mejor y también de expresarme y comunicarme con el resto. Si viviese solo en una montaña y no existiesen los demás, no sé hasta qué punto tendría la necesidad de comunicarme musicalmente con un árbol, no lo sé. No sé si existiría la música si no existiesen por lo menos dos personas en el mundo. No existiría el lenguaje, ni el habla, y si la música es un lenguaje entiendo que tampoco, y por esa regla de tres entiendo que la música está hecha para comunicarse. 

Hoy en día no puedes hacer nada. Cualquier cosa que hagas la ve todo el mundo, te graban, te hacen fotos, cualquier información se expande como el fuego y se comenta... prácticamente no tenemos intimidad

¿En busca de esa comunicación primigenia te fuiste hasta una aldea de Ourense a componer en el principio del proceso de este disco? Es una forma de conectar con uno mismo y con el mundo.

Fuimos a una casa rural, sí. Y es una forma de conectarse con uno mismo y de desconectarse un poco del mundo, de esta sociedad que va tan rápido, que nos mantiene hipercomunicados... El móvil no deja de sonar, vas a subir una cosa a Instagram y acabas viendo unos reels que te importan un huevo, como uno de un mono tirando de la lengua de un perro, y entras en ese absurdo que está planteado para que te enganches, para ir a la parte más débil y tóxica del ser humano. Yo creo que de alguna manera esto tendrán que regularlo, igual que se reguló el tabaco o el juego, porque están campando a sus anchas en las redes sociales estas técnicas de enganche que alguna vez tendrán que regularse o vamos a acabar todos gilipollas. 

Escapando de eso te tiraste al monte.

Claro. Irse a una casa en medio del monte fue una manera de huir del ruido y de concentrarse en la esencia de las canciones y en nosotros mismos. Éramos un grupo de cinco personas en una casa rural, en una aldea de cuatro casas en las montañas de Ourense, rodeados incluso por fuego porque hubo incendios mientras estuvimos allí en el verano de 2022. Ahí empezó todo, ahí se grabaron las primeras maquetas más serias. Antes había estado grabando cosas en otra casa rural en Guadalajara y en mi casa también estuve un tiempo grabando maquetas yo solo. Hubo todo un proceso bonito un poco clásico de ir haciendo maquetas, todo como muy a fuego lento con mucho amor y dedicación. La verdad es que se consiguieron cosas muy importantes a nivel emocional y estoy súper contento con el proceso.

Esta necesidad de desconectar de la que hablas es uno de los temas del disco, que empieza precisamente así en la canción de apertura, Albatros.

Sí. Y tengo que decir que me doy cuenta a veces de lo que pienso a través de lo que escribo. Todo este discurso lo leo después de haber escrito Albatros, que habla de la hipercomunicación, de la necesidad de romperlo todo, del exceso de ojos mirándote... hoy en día no puedes hacer nada, cualquier cosa que hagas la ve todo el mundo, te graban, te hacen fotos, cualquier información se expande como el fuego y se comenta... prácticamente no tenemos intimidad. Esta canción habla de la necesidad de desprenderse de todo eso, de tener esa libertad del anonimato, de la soledad... cosas que yo creo que son muy importantes para la reflexión y cultivarse uno mismo. El contacto con el mundo obviamente también es fundamental, pero cuando no tienes posibilidad de escapar me parece que es un poco una cárcel colectiva, una cosa rarísima.

Y cantas "yo no pertenezco a este tiempo". Una frase potente.

Eso es porque las canciones reflejan un momento. En las canciones te puedes cagar en todo y no quiere decir que te quieras cagar en todo. Me permití eso porque me salió a lo mejor desde un lugar un poco de rabia o de sentimiento de no pertenecer, pero inevitablemente yo soy parte este mundo aunque yo no quiera, eso no lo decido yo. Sí que es verdad que siento que no pertenezco a lo establecido y me quiero desprender, tener un pensamiento individual y propio frente a lo que se supone que debe ser. Es como un no contéis conmigo para ciertas cosas.

Es casi una proclama anticultural en 2023, si me apuras.

Sí... sí, lo es, lo es de alguna manera. No es una propuesta que vaya a favor de obra, es como que dice 'yo no'. Pero no quiere decir que ese sea mi día a día, pues yo soy contradictorio como todos y tengo mis momentos de pertenecer, de comulgar y de seguir el juego. Solo que a veces también tengo mis dudas y las expreso.

Escuchando el disco por primera vez lo primero que sorprende es la voz. No sé si ha cambiado tu forma de cantar o es una apuesta por ponerla decididamente delante de todo lo demás.

Hay un poco de todo. El disco empieza con un ruido de fondo y una voz a capela. Eso ya te está diciendo 'hola, esta es mi voz, y por aquí va a entrar todo'. La voz es como el asa del tren al que te subes, es el canal de expresión fundamental del disco. Digamos que es como en la película del Mago de Oz: la voz es Dorothy y el resto de elementos son el espantapájaros, el hombre de hojalata y el león sin valor. Los personajes que rodean a la voz, que es la protagonista de este viaje. Además, creo que la voz se grabó con un sentimiento y una profundidad mayor que otras veces, como que de repente me conecté totalmente con las canciones a través de la voz. Y también es verdad que la voz está mejor tratada que nunca, suena mejor que nunca y está un poquito más alta de lo normal, con lo que es verdad que se le dio un protagonismo intencionado.

Es un disco que tiene un montón de matices. Como suele decirse, de los que van cambiando cuanto más lo escuchas, porque no es lo mismo la primera que la cuarta que lo escuchas.

Y eso que se grabó en parte en directo. Bajo, batería, teclado, guitarra y voz... hay mucho en directo. Yo creo que es un disco para escuchar varias veces y encontrar todas sus capas y dimensiones. Obviamente, si tienes interés y ganas, porque hay que tenerlas, hoy en día sobre todo, para escuchar un disco entero varias veces. Pero sí, la obra está planteada para ser escuchadas varias veces, porque creo que si la escuchas de soslayo no puedes entender el todo.

Es una propuesta ambiciosa, porque ya sabes cómo consumimos cultura ahora, con las canciones sueltas y casi nunca enteras, gente en el metro viendo series en el móvil al doble de velocidad para acabarlas antes...

Totalmente. El otro día me salió un anuncio de resúmenes de libros y me dije 'madre mía'. Ahora es como si todo fueran trozos de cosas, partes, y claro, por ejemplo la manipulación se basa justo en eso, en hacer de la parte el todo. Y si vivimos solo con partes de cosas nunca entenderemos los contextos, que son fundamentales para entender una frase o un concepto. En los matices es donde está la clave. Va todo tan rápido que parece que hasta la filosofía te llega en trocitos (risas). 'Decía Séneca que...', sí bueno, vale, pero no entiendo nada, ¿en qué contexto, a qué se refiere? Todo son frases, todo son tatuajes con frases y citas. Yo que hago pop precisamente creo que me dedico a sintetizar, pero a veces según de qué hablemos hace falta un contexto.

Quiero pensar que pueden convivir los festivales con las salas y las salas grandes con las salas pequeñas. Que puede haber para todos

Hablemos del contexto musical de este disco a través de los artistas que me vienen a la cabeza. Paul Simon para empezar.

Sí, es un básico, es como papá y mamá.

Y ahora te digo que incluso Ryan Adams en una canción como Ochomil.

¡Anda! Pues podría ser. No lo había pensando pero te digo su disco Rock n roll, por decirte uno que tiene que ver así con ese sonido que escuché mucho en su momento. Creo que directamente tienes toda la razón. Es probable que me venga de ahí, porque lo escuchaba mucho en la época de Deluxe -su anterior banda, entre 2001 y 2008, recientemente reflotada para los directos- y yo justo he recuperado a Deluxe estos últimos años, así que puede que se haya colado por ahí.

Seguro que al haber recuperado a Deluxe para tocar en vivo te ha influido a la hora de componer nuevas canciones como Xoel.

Seguro. De hecho, no sé si todo lo que entra de Deluxe en este disco entra por haber recuperado a la banda o simplemente era la época de recuperar cosas, tanto al proyecto como al sonido. Entendiendo que todo en la vida es cíclico y estamos en continuo movimiento, creo que a lo mejor por edad, ahora que tengo 46 años, tuve un momento de regresión y volví a escuchar ese disco de Ryan Adams o a Deluxe de otra forma con menos rechazo que cuando lo dejé. Tocaba ahora recuperar ciertas cosas, ciertos matices que se juntan ya con todo mi crisol y está todo mezclado.

Escucho Mágica y eterna y no me puedo sacar a Juan Luis Guerra y 4.40 de la cabeza.

Ni puedes, ni debes (risas), porque es la clave. Juan Luis como máximo representante del merengue en España, se entiende, porque hablamos de merengue. Mis padres vivieron entre A Coruña y Santo Domingo durante veinte años y, claro, por eso me sale mucho la parte dominicana con mucha facilidad. Yo ya he tirado hacia ese lado cuando no se estilaba para nada, pero ahora creo que es una música que tiene más cabida, porque una cosa buena de hoy en día es que ahora la gente tiene la mente más abierta en general para todas las músicas, acepta mejor la diversidad musical en la que me he movido siempre.

Quizás porque antes esa diversidad era cosa de melómanos de verdad y ahora todos somos melómanos con música infinita en el teléfono móvil.

Sí, claro, es que ahora si quieres es cuestión de que tú lo decidas, cuando antes a lo mejor suponía tener cierto tipo de vínculo con un país para que alguien te pudiera decir lo que más molaba de la música de allí. Yo recuerdo comprar discos en puestos en la calle en República Dominicana y el vendedor te recomendaba de todo con mucho conocimiento, o incluso pedirle a mi padre que me trajera discos de allí. Ahora todo eso lo incorporo como puedo incorporar a Deluxe o a The Who, porque todos forman parte de mi paleta de colores. Están ahí y los uso, no ya cuando creo conveniente, sino cuando me sale. Y lo que me sale un día no sale igual a la siguiente semana.

Esa es la libertad creativa a la que aspirar.

El otro día decía en otra entrevista que yo estoy en un punto en el que me tiro a la piscina sin plantearme las cosas, simplemente las hago. Muchas veces la gente te pregunta qué querías decir con tal canción y la verdad es que no lo sé, simplemente me tiré a la piscina y todo fue surgiendo. Para mí, un disco, como cualquier proyecto, es un camino. Pasa igual con las giras, que te las planteas de una forma pero cuando empiezan vas cambiando cosas y terminas de otra. Un disco, en ese sentido, no es nada rígido y todo depende de los personajes que van apareciendo. Luego lo intelectualizo en las entrevistas, pero realmente todo parte de un lugar totalmente visceral, aleatorio e improvisado.

El disco de cierra con una canción en gallego, Xiana. Un detalle interesante en este momento en el que se debate tanto sobre las lenguas cooficiales. 

El título ya tiene ese espíritu en gallego. Yo soy muchas cosas y las expreso. Básicamente en el día a día hablo castellano porque vivo en Madrid, pero me encanta hablar gallego y siempre lo hablo cuando me hablan en gallego, porque me parece un idioma precioso, además, como tantos otros. A veces me salen canciones en gallego, había otra que se quedó fuera del disco pero tuvimos que hacer criba. Pero sí, siempre a favor de la mezcla, la diversidad y esa riqueza que tenemos. Obviamente, si busco en la tambora dominicana, cómo no voy a buscar en la lengua de Galicia.

La presentación oficial del disco es el 29 de noviembre en el WiZink Center de Madrid. Una fecha especial.

Lo es inevitablemente porque es el pistoletazo de salida. Va a haber colaboraciones y muchas sorpresas, un concierto atípico, aunque sea solo por la fuerza de la primera vez. Además de eso, lo vamos a decorar bien para que sea un concierto con dinámica y mucha variedad musical en el que podamos conectarnos con la gente, que es lo importante. Es un concierto que se está tratando desde ya muy a fuego lento como una obra en sí misma.

Una noche importante y única con Xoel López que nada tiene que ver con los conciertos en los festivales donde, seguramente como reflejo de la sociedad, todo va tan rápido para que quepan cuantos más artistas mejor. ¿Cómo ves este auge festivalero desde tu experiencia de más de 25 años tocando de escenario en escenario? Igual uno sale al escenario en según qué festival y no le hacen mucho caso...

Bueno... siempre fue así, no creas. Siempre estuvo el festival como un lugar con un carácter más festivo, pero también una sala grande es diferente a un teatro. Creo que siempre hubo contextos distintos y creo que la clave siempre fue la capacidad o no de adaptarte a cada momento. En este asunto no quiero entrar en el modo queja porque veo como más positivo que negativo que haya variedad de festivales y, al mismo tiempo, quieras ir a tocar una sala y esté ocupada, porque no creas que las salas están sufriendo horrores, tienen su salud también. Si la música está en la gente, eso se va transmitiendo. Desde cuando yo empecé hasta ahora, la música está en un momento bonito con festivales llenos, salas llenas... ya sé que no es la realidad de todo el mundo, ni todas las ciudades, pero yo también te digo que al final del año que viene haré una gira por salas porque creo que los artistas tenemos también ese deber de cuidar todos los estratos y todas las dimensiones de la música en directo. Creo que igual que yo tengo un formato bastante adaptable y poliédrico, es también porque realmente hay muchas dimensiones en ese sentido, y quiero pensar que pueden convivir los festivales con las salas y las salas grandes con las salas pequeñas. Que puede haber para todos, quiero pensar.

Nuestra labor a veces puede ser esa, parar el carro y ayudar a la gente a bajar el ritmo y comprender esa parte emocional que a veces se queda muy de lado

Y después de tanto tiempo, ¿sigue siendo lo mismo el éxito para ti?

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Yo siempre me he puesto objetivos alcanzables. Con la Elephant Band -su proyecto anterior a Deluxe, entre 1996 y 2001- no pretendía hacer un WiZink en Madrid. De lo que me doy cuenta también es de que mi búsqueda no es necesariamente a lo alto, sino que a veces es más bien a lo ancho y me interesa más que el proyecto sea sólido y yo me sienta plenamente identificado. Eso para mí es el éxito, como es un éxito en sí mismo también este nuevo disco por haber hecho una obra que me representa y de la que a día de hoy no cambiaría nada. Pero hoy en día se entiende muchas veces, de forma para mí errónea, el éxito como fama, cuando son dos cosas muy distintas. Porque está claro que el éxito es una cosa y la fama y la popularidad es otra. Claro que es necesario ser un poco conocido para que la gente pague una entrada para verte, pero siguen siendo cosas diferentes. En cualquier caso, aunque me dedicara a otra cosa yo seguiría haciendo disco porque es mi pasión y me llena en gran medida. Por suerte también es mi trabajo, así que mejor todavía, porque así puedo poner todas las horas en lo que más me gusta.

Igual el éxito es que alguien escuchando este disco sienta ganas de aminorar la velocidad de este mundo durante un ratito y pasar de todo lo demás.

Me parece un flipe. A mí me pasa como melómano, a mí me pasa como compositor y como melómano, quiero decir, a mí los discos de los demás de repente me elevan, me evaden, son como burbujas, y es como que dices 'que os den a todos, tengo esta cápsula y ahí voy'. Es un viaje emocional que tiene que ver con lo que sientes y, si lo descuidas, acabas como un robot de un lado para otro. Es una forma de decir 'para y siente'. Nuestra labor a veces puede ser esa, parar el carro y ayudar a la gente a bajar el ritmo y comprender esa parte emocional que a veces se queda muy de lado.

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