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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

18F | Elecciones gallegas

Feijóo se la juega en la campaña electoral más reñida que vive Galicia en quince años

El presidente de la Xunta de Galicia y candidato del PP, Alfonso Rueda, posa junto al presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo.

En el Partido Popular saben que tienen un candidato muy flojo. Al escaso conocimiento de su figura por parte de los votantes, a pesar de haber sido durante casi dos décadas el escudero de Alberto Núñez Feijóo, se une una evidente falta de carisma que ahora Génova quiere compensar con dos caravanas adicionales. En la primera, estará casi de manera permanente durante toda la campaña que se inicia este viernes el actual líder del PP. En la segunda, su antecesor en el cargo, el también gallego Mariano Rajoy. Dos rostros conocidos con los que los conservadores esperan compensar no solamente la falta de atractivo de su candidato, sino la presencia constante de miembros del Gobierno en apoyo del PSOE y de la candidatura de Sumar.

La sonrojante gestión que la Xunta hizo de la crisis de los microplásticos y las encuestas que describen un PP a la baja y una izquierda al alza han acabado por animar una campaña que Génova había planteado como una balsa de aceite.

Sin embargo, la demoscopia sigue pintando un panorama muy favorable a Rueda y, por extensión, a Feijóo. Más cerca de los 38 o los 39 escaños que de los 37 que le privarían de retener el gobierno gallego. Aunque en Génova saben que aun en el caso de bajar a 36 o a 37, habrá que esperar al recuento del voto exterior —el de los residentes en el extranjero—, que hace cuatro años ya dio un escaño más al PP y que, tradicionalmente, vota mayoritariamente por el partido en el Gobierno.

El análisis independiente de Logoslab de los datos internos del estudio preelectoral sobre las elecciones gallegas del Centro de Investigaciones Sociológicas dejó este fin de semana tres titulares: 1) el PP, con 39-40 escaños, aguanta la mayoría con escaso margen, con toda la campaña aún por delante; 2) Sumar se queda a 1 punto de entrar en A Coruña y Pontevedra, y sin estos dos escaños el vuelco es muy difícil; 3) el BNG viene fuerte, continúa su escalada de la mano de Ana Pontón y se podría ir hasta los 23-24 asientos, doblando a un PSdeG que se queda con 12.

Lo cierto es que nadie da nada por hecho. Y eso, en sí mismo, ya es una novedad en Galicia, donde las victorias de la derecha se dan siempre por descontadas. El propio Feijóo se la juega: perder la Xunta sería un durísimo golpe a su liderazgo y reabriría inmediatamente las especulaciones acerca de un relevo al que sigue aspirando la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

La implicación de Feijóo

De ahí su implicación, que recuerda a la de un candidato. Este mismo viernes protagonizará nada menos que cuatro actos electorales en las provincias de Lugo (Pedrafita, Monforte y Mondoñedo) y A Coruña (Ortigueira).

Será, en muchos sentidos, una campaña paradójica para Feijóo. El líder del PP batalló y ganó sus sucesivas contiendas electorales matando el debate, bajando el balón y limitando la contienda a los asuntos locales. Hasta escondía el logotipo del partido en los carteles. Todo lo contrario de lo que va a hacer ahora, convencido de que será el debate nacional (la amnistía, Cataluña, Bildu y el combate al sanchismo con recursos más propios de Vox que de la moderación en la que militó durante sus años en Galicia) el que le dará la victoria.

Donde el PP ve una ventaja (el supuesto malestar social por la amnistía) el PSOE observa un esfuerzo baldío. Los socialistas gallegos creen que el discurso anticatalán, que tan bien funciona en Castilla y León o en Andalucía, apenas futiene eco en Galicia, donde la política nacional se observa con distancia y la comprensión con las reivindicaciones identitarias es mucho mayor que en otros territorios.

Tampoco en el Bloque creen que esa estrategia vaya a funcionar. Frente al combate Feijóo-Sánchez en el que PP y PSOE quieren convertir la campaña, los nacionalistas gallegos apuestan por un debate centrado en las necesidades de Galicia y aspiran a rentabilizar el malestar de muchos ciudadanos con los servicios públicos, muy deteriorados después de años de recortes impulsados, precisamente, por los gobiernos de Feijóo.

La oportunidad del BNG

Será el BNG, precisamente, el que asuma la mayor responsabilidad para desalojar al PP de la Xunta. A favor cuenta con el liderazgo de una Ana Pontón que bate récords en expectativa de voto. Los esfuerzos del PP por desacreditarla no han hecho mella en una imagen de moderación que ha mudado el perfil del nacionalismo gallego, más preocupado por la gestión y la defensa de un programa progresista que de las reivindicaciones soberanistas.

El Bloque se ha fijado un camino hacia la Xunta y se apega a él: llamamientos a la movilización, en especial de aquellos “que dudan” y “no saben qué hacer”, para que “apuesten todo al BNG”. “No se puede perder ni un solo voto”, repiten en todas sus intervenciones. Por primera vez en su historia, los nacionalistas gallegos tienen ante sí la posibilidad de alcanzar la Presidencia de la Xunta y no quieren desaprovecharla.

La estrategia del PSOE, condicionado por la debilidad estructural del partido en Galicia y el bajo conocimiento de su candidato, el lucense José Ramón López Besteiro, busca sacar partido de Pedro Sánchez y su tirón para movilizar a quienes votan socialista en las generales, pero no lo hacen en las autonómicas.

Ferraz ha activado su maquinaria política como nunca antes, convencidos no únicamente de que el actual escenario electoral es el más abierto en Galicia desde hace quince años, sino de que una derrota del PP puede ser la puntilla que acabe con Alberto Núñez Feijóo y abra una nueva crisis de liderazgo en el PP nacional.

Por esa razón, el PSOE intensificará su presencia en Galicia. El presidente del Gobierno se involucrará activamente en la campaña electoral, igual que los ministros y el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, que también participará en apoyo al candidato socialista. En Ferraz creen que el BNG está en su techo electoral y son conscientes de que de ellos depende la movilización del resto de la izquierda de aquí al 18 de febrero.

Sumar y Podemos

Más allá de BNG y PSOE, las miradas están puestas en Sumar, la coalición liderada por Yolanda Díaz, que se estrena en unas autonómicas y lo hace en la comunidad natal de su jefa de filas. Su candidata es Marta Lois, a quien la vicepresidenta segunda situó hace medio año al frente de la portavocía del Congreso.

La campaña de Sumar se asienta sobre la afirmación de que su entrada en el Parlamento gallego —para la que necesita al menos un 5% de los votos— será decisiva para que la izquierda sume suficientes escaños y desaloje de la Xunta a la derecha. Para conseguirlo necesitan una masiva participación, similar a la del 23J, cuando Sumar obtuvo dos escaños por las provincias de Pontevedra y A Coruña. Por eso la plana mayor de Sumar, con sus cinco ministros al frente, participará en la campaña.

A este complejo escenario se suma la candidatura impulsada por Podemos. Su candidata es Isabel Faraldo, que fue concejal en el Ayuntamiento de A Coruña. Las encuestas no le dan ninguna opción de entrar en el Parlamento.

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Algo parecido ocurre con Vox. La ultraderecha vuelve a intentarlo en Galicia, la única comunidad en la que sigue sin tener representación autonómica. En el PP no les dan ninguna posibilidad de lograrlo, pero miran con preocupación cuántos votos les pueden restar en su objetivo de revalidar la mayoría absoluta.

Igual que en Ourense, donde la candidatura local de Democracia Ourensana, el partido del alcalde de la capital provincial, Gonzalo Jácome, compite por el mismo espacio político que el PP necesita dominar para no perder ningún diputado.

Por delante, dos semanas de intensa campaña y una bolsa de indecisos que ronda el 30% del censo y que, según todos los estudios, cada vez decide más tarde qué papeleta va a introducir en la urna.

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