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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

'Supertrimestre' electoral: estos son los resultados que prevén los sondeos en Euskadi, Cataluña y Europa

Varias personas realizan un escrutinio de votos con motivo de las elecciones autonómicas de Galicia, en el IES Illas Cies.

Rafael Ruiz y Francisco Sande (Logoslab)

Tras un inicio de legislatura de alto voltaje la temperatura volverá a subir varios grados en las próximas semanas con la batalla por la lehandakaritza, la vuelta de Puigdemont como candidato y los comicios europeos más importantes de la historia reciente.

País Vasco: PNV y Bildu pelean por la victoria

De las tres elecciones, las vascas son las menos trascendentes, quizá porque la fórmula de gobierno parece decidida con independencia de si el PNV las gana o no. El gobierno será PNV-PSE. Prueba de ello es que la atención pública, y ya no digamos la publicada, está puesta en las elecciones catalanas como si no hubiera antes comicios vascos. 

Dicho esto, tras 12 victorias ininterrumpidas en votos del PNV (todo el periodo democrático) y 40 años de ostentar la presidencia del gobierno -con la breve pausa del experimento fallido PSE/PP-, la primera plaza aparece más abierta que nunca. La mayoría de encuestas, incluido el sociómetro del gobierno vasco, dan una diferencia entre el PNV y Bildu entre 2 y 4 puntos, pero con una tendencia a la baja de los jeltzales y al alza de la izquierda abertzale. El último sondeo de 40dB que hemos conocido estos días arroja un empate en escaños para ambas formaciones.

Por tanto, las espadas están en todo lo alto en la disputa por la primera plaza con el PSE ejerciendo de árbitro, aunque como ya hemos comentado se da por sentado su apoyo al PNV. A día de hoy la mayoría PNV-PSOE está garantizada con 39 escaños en un parlamento que tiene 75 diputados. 

Detrás del crecimiento de Bildu no hay un repunte del sentimiento independentista, que se mantiene estable a lo largo de los últimos años. Lo que refleja el sociómetro es el desgaste del PNV tras tanto tiempo en el gobierno y el crecimiento de la preocupación por la economía, la pérdida de derechos y la calidad de vida (mercado laboral, sanidad, vivienda) que son con distancia las principales preocupaciones de los vascos. Mucho más que la independencia y el encaje territorial.

En definitiva, hay demandas de cambio que Bildu está sabiendo canalizar mejor que otros partidos, mostrando su cara más institucional en Madrid y representando un nacionalismo más focalizado en los asuntos del País Vasco.

El pulso entre Elkarrekin Podemos y Sumar es otro de los puntos calientes de estas elecciones. Aunque a día de hoy ambos obtendrían un escaño, no sería de extrañar que crezca la transferencia a Bildu, con el riesgo de que las dos fuerzas pierdan su representación, como ya ocurrió en Galicia a favor del BNG.

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Otro factor importante será el de los nuevos candidatos, la mayoría con un nivel de conocimiento bajo. Imanol Pradales (PNV), Pello Otxandiano (EH-Bildu) o Eneko Andueza (PSOE) apenas son conocidos por un 50% de vascos a poco menos de un mes de las elecciones. Los tres aportan juventud y tienen un buen balance valorativo, aunque serán las marcas y el estado de ánimo de los votantes los que decidan, y, en este pulso, EH Bildu parte con clara ventaja.

Cataluña: ¿sumará el independentismo?

Es la pregunta del millón y el foco principal de estas importantísimas elecciones para Cataluña, para el conjunto de España y para la estabilidad del actual Gobierno de coalición. 

Sánchez aguantó el embate de la derecha en las últimas elecciones generales gracias, fundamentalmente, a los 19 escaños -1.220.000 votos- que le dio Cataluña. Y es Cataluña la plaza central de sus apoyos parlamentarios en el Congreso y donde aspira no sólo a ganar, sino a liderar un gobierno progresista que rompa la dinámica de bloques de la última década y media.

La efervescencia electoral del PSC, iniciada en 2021 con Illa, se ha prolongado en los últimos años en paralelo al retroceso del independentismo, que ha ido perdiendo músculo electoral. Esto no significa que por el camino haya habido muchos “conversos” (la transferencia de independentistas al PSC entre 2021 y 2024 es de apenas unos 30.000 electores, según el CIS catalán) si no que habla -o hablaba- sobre todo de cansancio en una parte del soberanismo, que no vería con malos ojos un periodo de distensión.

Una de las principales razones históricas del éxito en urnas del nacionalismo ha sido la de mantener la tensión electoral en cada campaña a diferencia de lo que viene sucediendo entre los constitucionalistas donde la indiferencia y la fatiga política se ha hecho notar de manera mucho más pronunciada. Esto se pudo ver de manera clara en los últimos comicios catalanes de 2021, cuando la participación cayó de manera dramática por debajo del 50% -contando los residentes ausentes-, la más baja de toda la serie histórica, cuando sólo 4 años antes, en 2017 se había alcanzado el 79% con Inés Arrimadas en la cresta de la ola. 2021 visualizó un ciclo nuevo y desde esos comicios el independentismo ha ido perdiendo fuerza en la calle y -a tenor de las encuestas publicadas por la propia Generalitat- en las urnas, hasta el punto de que en las últimas elecciones generales la suma de ERC, Junts y Cup fue solo del 27% de los votos, 13 puntos por debajo de la lograda en noviembre de 2019.

La necesidad de pactar con Junts en Madrid cambió todo. Paradojas de la política, ha sido tras las recientes generales, cuando el voto del independentismo estaba en horas bajas, cuando se ha tornado más decisivo. Y es ahora con la amnistía ya aprobada, con el referéndum de telón de fondo en las negociaciones entre partidos y con Puigdemont de vuelta, cuando se ha vuelto a activar a una parte de su electorado dormido. Esto podemos verlo en las diferencias que encontramos entre los dos últimos estudios del CEO y la media de encuestas publicadas en el último mes, es decir en el periodo de septiembre’23 -marzo’24, que marca una tendencia clara in crescendo del independentismo: 52 escaños en octubre, 57 en enero y finalmente 65/66 en marzo. A solo 2/3 de alcanzar el umbral de la mayoría absoluta.

Así, el primer interrogante a resolver es si de estas elecciones saldrá un gobierno independentista liderado por Junts o ERC -Junts vuelve a amenazar la hegemonía de ERC en el espacio de la ruptura-. O si por el contrario habrá un gobierno de PSC y ERC, cuando la suma de ambos está en el límite de la mayoría.

La segunda incógnita es si la apuesta arriesgada de En Comú de forzar el adelanto electoral tumbando los presupuestos le refuerza o le pasa factura. Por lo pronto ha generado grietas en el pacto de coalición y sus expectativas varían mucho de una encuestadora a otra, con una horquilla que va de los 6 a los 13 escaños. Todo dependerá de si es finalmente necesario en caso de que la izquierda alcance la Generalitat. 

Por último, habrá que prestar también atención a qué sucede en la disputa entre PP y Vox. La suma de partidos a la derecha del PSC aumentará su peso en número de votos y escaños, pero se quedará lejos de ser decisiva en cualquiera de las fórmulas de gobierno. Todos los sondeos apuntan a un crecimiento importante de los populares que adelantarían a un Vox en dificultades, pero los microdatos del CEO matizan esta previsión y apuntan más bien a un empate técnico entre ambos con toda la campaña por delante. Ya en 2021 el PP empezó fuerte y acabó cediendo mucho terreno. En Cataluña el voto útil en la derecha es mucho más difuso a diferencia de lo que sucede en el resto de España. 

Para finalizar el análisis catalán hay consenso demoscópico en dejar a Ciutadans sin representación en el último de sus bastiones, allá donde empezó la aventura de los naranjas. Su estimación estaría hoy en el 1,6-1,9% en el conjunto de Cataluña, si bien eso supone estar a poco más de 20.000 votos de rescatar 3 escaños inesperados en Barcelona.

Europa: auge de la derecha

En el conjunto de la Unión las previsiones son de crecimiento de la derecha y de la extrema derecha. El Partido Popular Europeo volvería a ganar las elecciones con aproximadamente el 23% de los votos y ampliaría su ventaja sobre los socialdemócratas, que con el 19% se mantendrían en la segunda plaza. Empatan en la tercera posición los euroescépticos Identidad y Democracia de Marine Le Pen y el Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos, que da cobijo a Vox.

Caen los liberales de Renew Europe, de la tercera posición a la quinta, y del 13% de los votos al 9%, y cae el grupo de Los Verdes / Alianza Libre Europea, de la cuarta posición a la séptima, y del 10% al 7%. Los grandes derrotados a 3 meses de ir a urnas. 

Left, el Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea al que se ha unido Podemos podría mejorar sus resultados y dar una de las pocas alegrías a la izquierda.

En España el patrón de comportamiento electoral apunta en una dirección similar: todas las encuestas publicadas hasta el momento señalan que PP y Vox podrían duplicar sus escaños. El PP pasaría de 12 a 25, desbancando al PSOE de la primera posición, y Vox alcanzaría la tercera plaza al pasar de 3 a 7. No parece que el resultados de vascas y catalanas, malos para la derecha, vaya a influir significativamente en el resultados de las europeas, que podría marcar un cambio de ciclo electoral. 

El PSOE perdería 2 escaños, pasando de 20 a 18 y Sumar obtendría 5 o 6, que hubieran sido 7 u 8 de haber ido junto a Podemos. Con los datos actuales la formación de Ione Belarra obtendría representación con 1 o 2 asientos, un buen resultado para ellos dadas las circunstancias. Hay que recordar que los comicios europeos son los únicos en los que hay circunscripción única. 

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Sobre el escenario post europeas, mirando ya al tablero de política nacional, lo principal es que Sumar y Podemos por separado aportarían el 50% de los escaños que sumaron el 23J yendo juntos, luego ese asunto aparecerá como el principal problema a resolver para la izquierda.

Rafael Ruiz es consultor y analista de datos en asuntos públicos en Logoslab.

Francisco Sande es responsable de investigación social en Logoslab.

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