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La victoria de Assange pone fin a cinco años de batalla mundial por el derecho a la información

Una instalación dedicada al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, creada por la red FreeAssangeNapoli, en Italia.

Jérôme Hourdeaux (Mediapart)

"Julian Assange es libre." Muchos temían no ver nunca escritas estas palabras. Sin embargo, sí aparecieron en el titular del comunicado de prensa emitido por WikiLeaks en la noche del lunes 24 al martes 25 de junio tras el anuncio sorpresa de un acuerdo entre la justicia estadounidense y los abogados del periodista.

"Abandonó la cárcel de máxima seguridad de Belmarsh en la mañana del 24 de junio, tras pasar allí 1.901 días", dice el comunicado, publicado en X, que va acompañado de un vídeo en el que se ve al fundador de WikiLeaks, libre por fin, subiendo a un avión que le llevará finalmente a su país de origen, Australia.

Sin embargo, Julian Assange no ha acabado del todo con la justicia americana, que ha solicitado su extradición para ser juzgado por los dieciocho cargos que se le imputan –algunos de ellos relacionados con espionaje– y que conllevan una pena total de 175 años de cárcel.

Esta liberación sorpresa es el resultado de discretas negociaciones que han desembocado en un acuerdo de culpabilidad por el que Julian Assange acepta admitir cargos reducidos a una "conspiración para obtener y divulgar información relativa a la defensa nacional" y ser condenado a 62 meses de prisión, el mismo tiempo que ha estado detenido en Gran Bretaña.

El acuerdo –cuyas dos primeras páginas fueron publicadas en X por uno de los abogados de Julian Assange, el español Aitor Martínez– especifica que, tras una escala técnica en Bangkok, el avión volará primero a las Islas Marianas, un territorio estadounidense situado al este del Mar de Filipinas. Julian Assange debía ser juzgado y condenado allí el miércoles por la mañana por un tribunal federal antes de reanudar su vuelo a Australia.

Estoy agradecida de que el calvario de mi hijo esté llegando por fin a su fin", declaró la madre de Julian Assange, Christine Assange, en un comunicado difundido por los medios de comunicación australianos. “Esto demuestra la importancia y el poder de la democracia discreta", añadió.

La palabra "calvario" utilizada por su madre no es demasiado fuerte para describir el embrollo legal en el que se ha encontrado el periodista australiano. Los catorce años de procesos judiciales, doce de los cuales los pasó casi en régimen de aislamiento, son en sí mismos un castigo para un hombre que ahora se describe como física y mentalmente agotado por sus condiciones de detención.

2010, el comienzo del calvario judicial

Aunque WikiLeaks publicó sus primeros documentos en 2006, no fue hasta 2010 cuando la organización se consolidó como uno de los principales medios de comunicación internacionales, sobre todo con la publicación del impactante vídeo Collateral Murders (Asesinatos colaterales), en el que se veía a miliares estadounidenses en helicóptero abatiendo entre doce y dieciocho civiles iraquíes, entre ellos dos periodistas.

Ese mismo año, Julian Assange y su equipo publicaron cientos de miles de documentos secretos que detallaban los abusos de Estados Unidos en Irak y Afganistán, así como cables diplomáticos que ponían al descubierto la diplomacia americana. Esta salva de revelaciones, recogida por periódicos de todo el mundo, fue posible gracias a los documentos facilitados por la denunciante Chelsea Manning.

Pero 2010 también marcó el comienzo de los problemas de Julian Assange. En primer lugar, WikiLeaks se dio cuenta de que las autoridades americanas estaban decididas a tomar represalias. En mayo, Chelsea Manning fue identificada y detenida. Fue condenada a treinta y cinco años de prisión en agosto de 2013 y puesta en libertad anticipada en enero de 2017.

En agosto, Julian Assange fue acusado de agresión sexual por dos mujeres suecas. Según ellas, durante un viaje a Estocolmo, el editor jefe de WikiLeaks mantuvo relaciones sexuales consentidas con ellas, pero durante las cuales no utilizó preservativo, sin avisar.

Julian Assange fue puesto en libertad y regresó a Londres, pero en diciembre fue detenido con vistas a su extradición a Suecia. Impugnó la extradición y, a la espera de la decisión de los tribunales británicos, quedó en libertad bajo fianza.

El 14 de junio de 2012, el Tribunal Supremo del Reino Unido rechazó su última apelación y, cinco días después, Assange se refugió en la embajada del Ecuador en Londres, incumpliendo así su libertad bajo fianza.

Un procesamiento instrumentalizado

Julian Assange siempre ha rebatido las acusaciones de agresión sexual formuladas contra él y ha denunciado un complot de la justicia americana. Para los abogados del periodista, no había duda de que en cuanto pisara suelo sueco, la justicia americana habría emitido una acusación formal.

Julian Assange había llegado a declarar que estaba dispuesto a aceptar su extradición a condición de que el gobierno sueco se comprometiera a no extraditarlo a Estados Unidos. El gobierno sueco se negó, alegando que tal promesa sería contraria a la separación de poderes.

La investigación sueca se archivó finalmente en mayo de 2017. Pero este procesamiento justificó que Julian Assange permaneciera incomunicado durante siete años en una pequeña habitación de la embajada ecuatoriana, de la que no podía salir sin correr el riesgo de ser detenido: incluso después de que la justicia sueca retirara los cargos, la justicia británica mantuvo la orden de detención dictada contra Julian Assange por incumplimiento de su libertad condicional, el único delito que pesaba sobre él.

En 2017 y 2018, la periodista italiana Stefania Maurizi logró, tras una larga batalla legal, obtener algunos de los correos electrónicos intercambiados entre representantes de los departamentos gubernamentales sueco y británico encargados del caso de Julian Assange.

En ellos se mostraba cómo el jefe de la fiscalía, Paul Close, había hecho todo lo posible no sólo para que continuara el procesamiento sueco, sino también para ralentizarlo. Por ejemplo, se había opuesto a que su homóloga, Marianne Ny, viniera a Londres para poder entrevistar a Julian Assange, lo que era esencial para que fuera acusado formalmente y el proceso avanzara.

En otra serie de correos electrónicos que se remontan a 2013, la fiscal sueca también había anunciado la retirada de la orden de detención por la falta de "proporcionalidad de las medidas coercitivas" tomadas contra Julian Assange en relación con los cargos que se le imputaban. "A medida que pasa el tiempo, los costes y la gravedad del delito deben ser considerados a la luz de la intrusión y el daño sufrido por el sospechoso", escribió Marianne Ny.

A esa decisión se opuso Paul Close, que declaró: "No creo que los costes sean un factor determinante en este caso". En aquel momento, la prensa británica revelaba que la vigilancia de Julian Assange ya había costado al Estado 3,8 millones de libras (casi 4,5 millones de euros).

El deterioro gradual de la salud de Julian Assange

Durante sus años de confinamiento en la embajada ecuatoriana, Julian Assange ha estado sometido a una intensa presión por el riesgo de ser detenido, secuestrado o incluso asesinado en cualquier momento. Temores alimentados regularmente por declaraciones de responsables americanos, como la realizada el 13 de abril de 2017 por Mike Pompeo, entonces flamante director de la CIA, en la que calificaba a WikiLeaks de "servicio de inteligencia no estatal hostil, a menudo alentado por actores estatales como Rusia".

Como informó Mediapart en enero de 2020, Julian Assange también fue sometido a una estrecha e ilegal vigilancia llevada a cabo por una empresa española en nombre de Estados Unidos. En el marco de la operación bautizada como 'Operación Hotel', su despacho fue acondicionado con cámaras y micrófonos, incluso en los aseos, y los aparatos digitales de sus visitantes fueron sistemáticamente desmontados y fotografiados.

Esas condiciones de confinamiento ya habían tenido un gran impacto en la salud de Julian Assange. En enero de 2018, dos médicos que pudieron examinarle advirtieron de que su estado era "peligroso" y pidieron que le concedieran un salvoconducto para que pudiera ser tratado en un hospital.

Mientras tanto, la justicia americana se cuidó mucho de no revelar su acta de acusación, a pesar de que la existencia de un proceso contra WikiLeaks era un secreto a voces. La acusación no se reveló hasta su detención el 11 de abril de 2019, cuando Julian Assange fue sacado por la fuerza de la embajada ecuatoriana. Posteriormente se modificó, incluso durante las audiencias de extradición.

Detención comparable "a la tortura”

Tras su confinamiento en la embajada ecuatoriana, Julian Assange fue internado en la prisión de alta seguridad de Belmarsh, a las afueras de Londres. Allí ha estado recluido en condiciones de aislamiento denunciadas regularmente por sus abogados, con visitas limitadas.

"Los sufrimientos cada vez más graves infligidos a Julian Assange como consecuencia de su prolongada reclusión en régimen de aislamiento equivalen no sólo a una detención arbitraria, sino también a tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes", declaraba el relator especial de las Naciones Unidas sobre la tortura, Nils Melzer, en diciembre de 2020.

La salud de Julian Assange también había ocupado un lugar destacado en las vistas en primera instancia ante los tribunales británicos, durante las cuales los médicos habían hablado de los problemas mentales del periodista, de su estado de depresión e incluso de pensamientos suicidas.

"Acogemos con satisfacción la liberación de Julian Assange [...] en el Reino Unido y los importantes progresos realizados hacia una solución definitiva de este caso, sin más detenciones", ha declarado este martes 25 de junio a la AFP Elizabeth Throssell, portavoz de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos. "Seguiremos vigilando la situación en los próximos días", añadió.

Un largo procedimiento de extradición

En su sentencia en primera instancia, dictada en enero de 2021, la justicia británica rechazó la petición de extradición de Estados Unidos, pero su decisión fue en parte desfavorable para Julian Assange.

La juez Vanessa Baraitser había rechazado la petición americana únicamente por los riesgos para la salud de Julian Assange que se derivarían de las drásticas condiciones de detención a las que sería sometido en Estados Unidos. "El estado mental de Julian Assange es tal que sería abusivo extraditarlo a Estados Unidos", afirmó en su sentencia.

Al mismo tiempo, sin embargo, la jueza rechazó los argumentos relacionados con el derecho a la información, el interés público de la información publicada por WikiLeaks y la condición de periodista de Julian Assange.

En respuesta, el gobierno estadounidense recurrió esta decisión y, en febrero de 2021, envió a los tribunales británicos una "nota diplomática" en la que pretendía ofrecer una serie de "garantías", como el hecho de que Julian Assange no sería internado en una prisión de alta seguridad o que podría ser retenido en Australia.

En diciembre de 2021, el Tribunal Superior de Justicia de Londres aceptó las promesas de Estados Unidos y anuló la sentencia de primera instancia. En enero de 2022, los defensores de Julian Assange obtuvieron el derecho a presentar un nuevo recurso ante el Tribunal Supremo. Pero en marzo siguiente, el Tribunal Supremo se negó a examinar el recurso y, un mes después, la orden de extradición pasó a manos de la Secretaria de Estado del Ministerio del Interior, Priti Patel, que la firmó el 17 de junio de 2022.

Julian Assange había perdido desde entonces otro recurso y obtuvo el derecho a presentar un recurso final contra la firma de la orden de extradición. La vista del recurso estaba prevista para los días 9 y 10 de julio.

El fin de un quebradero de cabeza jurídico para la justicia americana

Aunque la liberación de Julian Assange fue una sorpresa para muchos, ya se había anunciado el 20 de marzo en un artículo del Wall Street Journal. El procesamiento del periodista australiano planteaba una espinosa cuestión jurídica al Departamento de Justicia de Estados Unidos: dado que muchos periódicos, incluidos los estadounidenses, han reimpreso información de WikiLeaks, ¿cómo garantizar que una eventual condena de Julian Assange no siente un precedente y acabe amenazando a la prensa estadounidense?

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El fundador de WikiLeaks también ha recibido el apoyo de numerosos medios de comunicación internacionales, algunos de ellos estadounidenses, aceptando que publicara información que les había facilitado y advirtiendo de la amenaza a la libertad de expresión. Mediante el acuerdo alcanzado con los abogados, los tribunales cierran este caso, al tiempo que salvan la cara al validar judicialmente los sesenta y dos meses de prisión que ha soportado Julian Assange.

A partir de ahora, podrá reunirse con su familia en Australia, en particular con su pareja, Stella Assange, y sus dos hijos. "¡Julian es libre! No hay palabras para expresar la inmensa gratitud hacia USTEDES, sí, USTEDES, que han trabajado durante años y años para que esto sea una realidad".

Traducción de Miguel López

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