Microdatos, la caja negra de las encuestas: obligar a los medios a publicarlos es un arma contra el fango

Una mujer ejerce su derecho a voto en el colegio Nuestra Señora de la Almudena, a 9 de junio de 2024, en Madrid (España).

Miguel Ángel Ruiz y Francisco Sande

No es nada nuevo. La cuestión de las encuestas electorales y estimaciones publicadas por los medios de comunicación es un tema que lleva tiempo generando controversia. De manera recurrente e intensificada en cada ciclo electoral, vemos cómo distintos medios ofrecen diferentes estimaciones electorales, en ocasiones sospechosamente viradas hacia su orientación ideológica. ¿Pura casualidad?

Lo relevante del asunto es que estas encuestas desempeñan un papel crucial al proporcionar información sobre la situación electoral, pudiendo incidir en el estado de ánimo de los electores y, en definitiva, tener efecto en el clima de opinión y las tendencias de voto.

En este sentido, y en el marco del plan de regeneración democrática, Pedro Sánchez mencionó este miércoles en el Congreso la necesidad de que “todas las encuestas publicadas incorporen los microdatos y la metodología de estimación de resultados”. Los microdatos son todas y cada una de las respuestas individuales que se recogen en las encuestas, y en base a su análisis se extraen resultados y conclusiones.

La publicación de microdatos es una práctica que fomenta la transparencia, la verificación e incluso la participación ciudadana, por lo que es positiva desde el punto de vista de la lucha contra la desinformación. En España, los organismos públicos, como son el Centro de Investigaciones Sociológicas o el Instituto Nacional de Estadística, hacen públicos todos los microdatos de sus estudios, mientras que en el ámbito privado algunos medios de comunicación y encuestadoras también lo hacen, aunque son, de momento, los menos.

En este sentido hay que considerar las reticencias que puedan tener los medios y/o las encuestadoras de publicar los microdatos de las encuestas, para las que han tenido que destinar una parte importante de recursos económicos. Porque de ellos no sólo se sacan las estimaciones sino mucha más información útil, que puede publicarse o no: transferencias de voto, perfil de los distintos votantes, ideología, preferencias… y un largo etcétera de análisis segmentados.

En el caso de las estimaciones electorales que se hacen sobre un determinado conjunto de microdatos, entra en juego el método de estimación. Lo que comúnmente se llama ‘la cocina’. Entre los procesos más utilizados están los ajustes por recuerdo de voto declarado, por simpatía partidista o por segunda opción electoral. Este es un tema, quizá, más delicado que el de la publicación de los microdatos, porque puede incluir ‘recetas’ que el investigador no quiera revelar. En algunos casos, podría ser algo así como pedir al chef que desvele el ingrediente secreto. Y esto, en el entorno privado, puede entenderse problemático.

En conclusión, la propuesta de Sánchez de obligar a los medios o encuestadoras a publicar los microdatos fortalecería la credibilidad de las informaciones electorales en medios y por tanto contribuirían a luchar contra la desinformación.

También es fundamental ser precisos con la metodología: número de entrevistas, método de realización, cuestionario, fechas de campo, distribución de la muestra, método de muestreo etc. Por ejemplo, conocer las fechas del trabajo de campo es esencial, porque nos marca el contexto que en política lo es todo. Hace unos días salía publicado el barómetro de julio del CIS con unas fechas de campo (del 4 al 10 de julio) que no contemplaban la salida de Vox de los gobiernos con los populares. Un dato fundamental para entender y contextualizar sus resultados.

Por lo que respecta a los métodos de estimación, si bien es cierto que es otro factor que contribuye a la transparencia, existen importantes limitaciones al respecto:

  1. Como ya hemos comentado, dicha metodología puede ser propiedad intelectual del investigador y que éste, perteneciendo al ámbito privado, prefiera no revelarlo.
  2. Si bien es cierto que sí existen unas reglas básicas que la mayor parte de los investigadores reconocen como apropiadas o válidas, no hay un método certificado, por lo que, con un mismo conjunto de microdatos, se podrán ofrecer estimaciones dispares. Ahí está el caso del CIS, que sistemáticamente da estimaciones que apuntan en direcciones distintas a las que dan otros investigadores, utilizando el mismo conjunto de microdatos.

En definitiva, no hay mejor método de estimación que el que no falla. Sirva como ejemplo más reciente el de las últimas europeas en las que la mayoría de las empresas demoscópicas acertaron o se aproximaron bastante a los resultados de PP y PSOE, pronosticaron la entrada de la agrupación de electores de Alvise (Se Acabó la Fiesta), y en general, también enfocaron bien los resultados del resto de formaciones.

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* Miguel Ángel Ruiz es investigador y analista de datos en Logoslab.

* Francisco Sande es responsable de investigación social en Logoslab.

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