Soufflé de deuda
Por favor, si no es ducho en este plato, vaya a la web y busque, busque como se hace un soufflé y qué le sucede pasados unos minutos… ¿Ya?, pues sigamos…
Asumimos que nuestro sistema económico está montado sobre un crecimiento mantenido, necesita constantemente “crear riqueza”. El trabajador necesita más salario para comprar más cosas (al inicio de la era: alimentos, ropa y casa), el empresario aumenta su producción y busca más beneficios, y el ”inversionista” presta su dinero esperando que le devuelvan lo suyo más el interés. O sea que hay que consumir siempre más, para fabricar siempre más y pagar siempre más. Siempre más.
Pero este imprescindible crecimiento no se queda sólo en las cosas, afecta también a la sangre del sistema, al dinero; que ya no es como en otras épocas históricas, un elemento para facilitar el cambio, sino algo que hay que acaparar, y que, por tanto, también tiene que crecer continuamente y sin fin. Y para eso está el interés, que hace que paguemos más por una deuda, y por eso siempre hay que “crecer” más aún, porque necesitamos más que antes para pagar lo que nos dejan más los intereses, que a su vez tampoco paran de crecer. Crecimiento constante…¡como el movimiento perpetuo vamos! Y así se genera deuda por todos lados, los particulares con los bancos, los bancos con los inversionistas y los Estados, los Estados con los bancos, los inversionistas y los particulares y así todas posibilidades. Pero la deuda no es gastar el dinero de otro para pagar nuestro consumo, sino gastar nuestro dinero futuro hoy y trasladar el pago al futuro convencidos de que en el futuro tendremos más y podremos pagar. Sin embargo, ¿y si tenemos menos? ¿Y si nuestras deudas aumentan y nuestros ingreses disminuyen? ¿Y si nosotros no podemos? Estamos trasladando nuestras deudas a nuestros hijos y aún nietos.
Los hogares reducen deudas a niveles de antes de la crisis por la falta de crédito y de confianza
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También sabemos que nuestra civilización se basa en las energías fósiles: petróleo, gas y carbón nos aportan casi el 90 % de toda la energía que consumimos y casi el 100 % de plásticos, gomas, fibras, abonos químicos y productos sintéticos en general. Y que todo ello ha hecho que la población pase de mil millones en 1804 a siete mil millones en la actualidad. 7.000 millones consumiendo energía (unos más que otros es verdad) y generando deuda.
Si los combustibles fósiles se hacen más escasos y caros, con poca energía y mucha, muchísima población, sin “crecimiento económico” ¿Quién va a poder afrontar sus deudas? Y así ¿qué le va a pasar al soufflé de nuestra economía? Pues que sin lugar a dudas se va a derrumbar. Se está derrumbando y va a provocar LA CRISIS DEFINITIVA ( así con mayúsculas): la crisis de nuestra civilización, el colapso del mundo tal y como hoy lo conocemos… Pero eso queda para otro dia.
Victor Poblador es socio de infoLibre.