Cerrado por huelga: por qué tras este paro de más de 100 días nada volverá a ser igual en Hollywood
El pasado 9 de agosto, la huelga de guionistas, actores y actrices que mantiene Hollywood congelado superó la marca de los 100 días. El último paro de la industria del cine y la televisión estadounidenses, que comenzó en noviembre de 2007 y se alargó hasta febrero de 2008, duró solo 99. Sin duda, esta huelga será distinta.
En la última huelga, convocada por WGA —el sindicato de los guionistas— y que afectó al ritmo de series como Perdidos o Breaking Bad, los estudios retomaron el diálogo con los profesionales de Hollywood mucho antes: apenas tres semanas después de que comenzara el paro.
En esta ocasión, la huelga de los guionistas, a la que se sumaron meses después los actores y actrices sindicados con SAG-AFTRA, ha cruzado la barrera de los 100 días sin sentarse a la mesa con la AMPTP, la patronal de las productoras de Hollywood, que representa a los principales estudios de cine, cadenas de televisión y servicios de streaming.
El pasado 10 de agosto, en el día número 102 de la huelga de WGA, los guionistas y los estudios retomaron el diálogo para renovar su convenio y poner en marcha de nuevo la maquinaria de las películas, las series y los programas de televisión guionizados, como los late nights, que llevan sin emitirse desde principios del mes de mayo.
Sin embargo, en la última huelga de Hollywood, el acuerdo entre el sindicato de guionistas y la patronal llegó tras varios meses de negociaciones, por lo que es de esperar que este nuevo paro se alargue todavía más. Por ahora, la industria ya ha echado el freno a la preparación de galas de premios como los Emmy, que iban a celebrarse en septiembre de este año.
Algunos de los desacuerdos que motivaron la ruptura del diálogo entre artistas y empleadores en su momento son nuevos. Entre ellos, destaca la preocupación por el uso que los estudios puedan hacer de la inteligencia artificial. Tanto guionistas como intérpretes temen que esta tecnología pueda socavar sus garantías laborales de cara al futuro: los primeros quieren evitar que la IA llegue a eclipsar e incluso sustituir su trabajo de escritura; los segundos, que los estudios puedan escanear su imagen digitalmente una vez y seguir utilizándola para su beneficio y sin consentimiento indefinidamente.
Por lo demás, guionistas, actores y actrices batallan por lo mismo de siempre: un reparto de los beneficios generados por sus ficciones más equitativo o, al menos, no tan espectacularmente desigual como el que ilustra el guionista David Slack en este tuit. Según el profesional, el trozo del pastel que los estudios, cadenas y plataformas quieren ceder a los sindicatos es tan pequeño que solo aparece como una fina línea al visualizarlo en un diagrama sectorial.
Uno de los factores clave en esta ecuación son los residuales, los pagos que reciben los autores de un contenido cuando este es reutilizado o vuelve a emitirse. La cuestión es espinosa de por sí —¿quiénes son exactamente esos autores y qué constituye una reutilización?—, pero se complica todavía más en un panorama mediático en perpetuo cambio.
Todas las huelgas de guionistas en la historia de Hollywood han tenido que ver con esos beneficios residuales. Casi siempre, en concreto, con la lucha de los trabajadores por que los estudios adaptaran dichos pagos a las particularidades de los nuevos medios: primero fueron la televisión y el VHS, luego el cable y, en la última huelga, las descargas digitales y las retransmisiones por Internet.
En opinión de los guionistas en huelga, ese acuerdo ha dejado de responder de forma justa a la realidad actual del consumo audiovisual, donde desde que se resolviera el último paro han ganado un enorme peso los servicios de streaming. La lucha por estos residuales cobra una nueva dimensión en el contexto de las plataformas, donde un contenido antiguo puede convertirse en un inesperado fenómeno de la noche a la mañana sin que los trabajadores que lo hicieron posible vean necesariamente unos beneficios abultados.
Es el caso de Ethan Drogin, uno de los guionistas de la primera temporada de Suits, la serie de abogados en la que apareció Meghan Markle antes de convertirse en duquesa de Sussex. La ficción ha protagonizado una cierta fiebre este verano, acaparando miles de millones de minutos de visionado en un par de plataformas; sin embargo, el bum no se ha reflejado en las cuentas bancarias de sus creadores.
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Así lo explicaba Drogin en una tribuna publicada en Los Angeles Times: “En Estados Unidos, el éxito sin precedentes suele traer consigo riqueza sin precedentes. Cuando Michael Jordan gana seis campeonatos o Mark Zuckerberg inventa las redes sociales, amasan miles de millones. Y no solo ellos, sino también sus compañeros de equipo: las personas cuyas contribuciones fueron no solo importantes, sino necesarias. Si hay éxito, también se les paga”.
“Pero no en Hollywood”, prosigue el guionista. “Aquí, cuando escribes una serie que se convierte en un éxito sin precedentes, no te cae el dinero del cielo. Aquí solo te dan un cheque por valor de 259,71 dólares”. Según Drogin, la serie en cuya escritura participó ha generado a Netflix y Peacock —la plataforma de NBCUniversal— más de 3.000 millones de minutos de visionado en solo una semana, una cifra récord. Sin embargo, apunta, los seis guionistas de la primera entrega de Suits han percibido en el último trimestre apenas 3.000 dólares entre todos.
La nueva huelga, además, está despertando la preocupación de sectores de la industria que no actualmente no participan en el paro. Hasta ahora, por ejemplo, el Network Code de SAG-AFTRA para los canales de televisión estadounidenses protegía a los presentadores de los reality shows, pero no a sus concursantes. Sin embargo, el sindicato ha manifestado su intención de ampliar el código para cubrir también a los participantes de este tipo de programas y evitar que los estudios y productoras sigan “sorteando al sindicato para explotar a los profesionales”.