Cuando la gran pantalla se apaga: así resisten las salas en las ciudades en las que sólo queda un cine

Sala de cine

El Cine Maravillas lleva una década siendo el último abierto en Teruel. Multicines Zamora va a cumplir tres como el único que queda en la ciudad. Pontevedra fue durante seis meses en 2013 la primera capital de provincia en quedarse sin cine. El Ayuntamiento de Soria promovió los Cines Mercado para que la pantalla grande volviera al centro. La España menos poblada se resiste a perder también el ritual de pasear hasta el cine, elegir película, oler las palomitas recién hechas. Los últimos programadores se las ingenian para que en sus ciudades también se pueda ver el estreno del que todo el mundo habla.

Más de un tercio de los españoles vive en un municipio donde ese ritual ya no existe, según el último censo de la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC). La mayoría, 15 de esos más de 17 millones de personas, vive en municipios de hasta 50.000 habitantes, pero más de un millón residen en ciudades de entre 50.000 y 200.000. Badalona está por encima de esa cifra y solo tiene un cine. Móstoles también y ya no tiene ninguno. En Reus, Alcalá de Henares o Getafe, todas con más de 100.000 habitantes, solo queda uno. Una decena de capitales de provincia, además de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, ya solo tiene un cine: Huesca, Teruel, Ávila, Segovia, Zamora, Ciudad Real, Guadalajara, Pontevedra, e incluso Lleida y Ourense, que superan los 100.000 habitantes.

En la menos poblada de las capitales de provincia españolas, Teruel, resiste 40 años después el Cine Maravillas. A su gerente, José Ignacio Navarro, le coincidieron hace una década la muerte de su socio con la desaparición del otro cine que quedaba, el Marín, al jubilarse sus dueños. “Yo ya debería estar jubilado, cumplo 70 años en marzo, pero soy autónomo, así que, mientras pueda subir las escaleras para llegar a la cabina, seguiré viniendo”, cuenta Navarro a infoLibre desde su despacho. Cuando se le pregunta por el relevo, dice que lo ve complicado: “La gente de aquí piensa sobre todo en irse a una ciudad con más posibilidades, como Zaragoza o Valencia”. 

El Cine Maravillas, antiguo salón de actos de un colegio con 219 butacas, está bien ubicado en Teruel. Quienes lo visitan por primera vez celebran el hallazgo de “un cine como los de antes”. Sólo tiene una sala y la rotación de la película es casi semanal. “Tiene que ser una muy potente para mantenerla dos semanas, esta es una ciudad muy pequeña, de menos de 40.000 habitantes”, explica Navarro. “Yo procuro acertar todas las semanas y elegir la que más recaudación puede hacer, pero aquí por mucho que aciertes no hay un gran volumen, quizás llegas a 500 espectadores, para doblar esa cifra tiene que ser una de Disney o películas muy concretas”. Navarro va alternando las películas infantiles y las de adulto en su única sala. Mantiene un precio “súper barato”, de 6,5 euros, y de 5 el día del espectador. “Nosotros ofrecemos calidad en sonido e imagen, pero la tendencia ahora son las salas con butacones abatibles y ya se cobra a nueve, diez, doce euros”, señala. ¿El mejor momento del año para el Cine Maravillas? Depende del estreno. En 2023 fue agosto, con las taquilleras Barbie y Oppenheimer. 

“¿Cómo nos vamos a quedar sin cine?”

Zamora capital tenía 12 pantallas en tres cines cuando cambió el milenio. Desde mayo de 2021 sólo quedan en la ciudad las cinco salas del treintañero Multicines Zamora. “Dos empresas podríamos haber convivido, pero pasándolo mal las dos, los hábitos han cambiado”, cuenta a infoLibre en una pausa entre proyecciones, Alfredo Reguilón, el director de programación de este cine familiar. En las grandes fechas, Navidades y verano, el día del espectador “un solo cine no puede dar cabida a todos, pero son diez días, no son suficientes para todo el año”, explica. 

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Reguilón, que puede contar la historia del Multicines a través de estrenos con fechas precisas, cree que “el cine ha vuelto” tras el golpe duro de la pandemia, pero es a todo o nada. “Antes había muchas películas de taquilla media que nos ayudaban mucho, ahora o funciona mucho o nada”. Ser la única sala en una ciudad envejecida y despoblada como Zamora les obliga a afinar la estrategia y reestructurar la programación continuamente. Ya sólo hay sesión después de las diez el día del espectador y el viernes y el sábado. “Teníamos dos o cuatro personas en cada sala, no es sostenible con los gastos de personal, calefacción, luz”, indica.

Muchos de los cines que sobreviven en ciudades pequeñas ya no pueden abrir todos los días ni ofrecer todas las sesiones. Multicines Zamora cierra los lunes y obliga a estar atentos a la cartelera. Necesitan muchas películas y mucha rotación. Proyectan los grandes estrenos, pero también las cintas aclamadas por la crítica y otras propuestas alternativas. “Siempre hemos intentado traer a Zamora cosas complicadas para una ciudad pequeña y el público responde”, celebra. Los martes los conciben como “un día cultural”, en el que se ofrecen los estrenos y otras cintas en versión original, documentales, óperas o ciclos. “Ponemos lo que nos gustaría ver y a un precio más reducido, para captar a gente joven que ya está más acostumbrada a ver versión original en casa”, explica.

La entrada no ha subido de 6 euros en la última década, y el día del espectador son 4. Tras ver desaparecer los anteriores cines de esta ciudad que ha bajado de los 60.000 habitantes, un comentario frecuente que recibe Reguilón es que tienen que mantenerse. “‘¿Cómo nos vamos a quedar sin cines en Zamora?’, nos dicen, y eso te hace sentir que tienes una responsabilidad con la ciudad y da un poco de miedo. Pero mientras podamos y no sea algo super agónico vamos a seguir intentando traer el mejor cine”, promete el programador antes de volver a la cabina.

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