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Cultura

Los Goya, "espejo de la discriminación" en el cine español

La Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales repartió en la pasada gala de los Goya 2.300 abanicos estampados con el lema #NiUnaMenos.

"Los Goya son un reflejo de cómo están las mujeres en el cine de este país". Lo dice Cristina Andreu, cineasta y presidenta de CIMA, la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales, al día siguiente de que se anuncien los nominados a los premios de la Academia. Y lo que ofrece la lista de candidatos, en su opinión, es un "espejo de la discriminación" machista. No se trata solo de que haya 39 mujeres nominadas (contando con el Goya de Honor a Pepa Flores, Marisol) frente a 105 hombres. Se trata de que no hay ninguna mujer en la categoría de mejor dirección, que ninguna de las candidatas a mejor película tiene al frente a una cineasta, que en las dos categorías de guion (original y adaptado) solo figura una creadora. En total, hay 6 categorías mixtas en las que no figuran mujeres nominadas, y solo hay paridad en 4 de 18. Los datos no mejoran, además, a lo largo del tiempo: tras un 2019 inusualmente bueno para la presencia de mujeres en los Goya —con muchas salvedades—, las cifras de 2020 son similares a las de 2014 o 2012. 

Andreu insiste en que la suya no es una lucha contra la Academia de Cine, a la que ella misma pertenece —"los académicos pueden votar lo que quieran, faltaría más"—, pero sí una llamada de atención. "Los Goya son un producto de la sociedad en la que vivimos", defiende. No se trata en su opinión de que los galardones infrarrepresenten a las mujeres creadoras, y el problema radica más bien en las condiciones de producción. Desde la más básica, el presupuesto: "Los filmes dirigidos por mujeres tienen muy poco presupuesto, y por eso no entran en la categoría de mejor película". Los largometrajes dirigidos por creadoras manejan la mitad de la cuantía con la que cuentan los directores, según un informe de la propia asociación realizado a partir de los datos de 2018 y 2017. Los directores contarían con una media de 2,7 millones de euros por película, y las directoras, con 1,4 millones.  

Mujeres al frente

En la categoría de mejor película, las nominadas son las empresas productoras, por lo que esta categoría difícilmente puede analizarse en términos de género. Pero suele corresponderse con las candidaturas a mejor dirección: ahí están Pedro Almodóvar (gran favorito con Dolor y gloria), Alejandro Amenábar (Mientras dure la guerra) Jose Mari Goenaga, Jon Garaño y Aitor Arregi (La trinchera infinita) y Oliver Laxe (la sorpresa, por O que arde). Por segundo año consecutivo, ninguna mujer figura entre los finalistas. La última en hacerlo fue Isabel Coixet, nominada y ganadora en 2018 por La librería, pero en la última década solo mujeres lo han conseguido: Coixet (en dos ocasiones), Paula Ortiz y Gracia Querejeta. En seis de las pasadas diez ediciones no hubo nominadas en esta categoría, y solo en la de 2016 compitió más de una cineasta (algo que no se daba desde 2008). 

Sí suele haber más presencia de creadoras en la categoría de dirección novel, que desde su creación en 1989 ha premiado a seis mujeres —en la de mejor dirección solo han triunfado tres, Pilar Miró, Iciar Bollaín y Coixet, aunque esta última lo ha hecho en dos ocasiones—. En la pasada edición, de hecho, fueron mayoría por primera vez, con Celia Rico nominada por Viaje al cuarto de una madre, Arantxa Echevarría por Carmen y Lola (lo acabó ganando) y Andrea Jaurrieta por Ana de día. En los Goya 2020 se vuelve a las viejas costumbres: solo una mujer es candidata, Belén Funes por La hija de un ladrón, lo mismo que sucedió en todas las ediciones entre 2010 y 2018. "Para mí, La hija de un ladrón tendría que haber ido a mejor película, porque es excelente", defiende Cristina Andreu. Pero hay otro problema: las mujeres parecen tener dificultades para saltar de noveles a veteranas. De las once nominadas en la categoría junior entre 2008 y 2018, solo cinco han conseguido rodar un segundo largometraje, y solo una (Paula Ortiz) figuró después como candidata a mejor dirección. 

CIMA suele hacer hincapié en la importancia de que haya mujeres en aquellos departamentos donde se toman las principales decisiones creativas y organizativas: dirección, guion y producción. En guion, la perspectiva es apenas menos descorazonadora que en dirección. De los 15 nominados en las categorías de guion original y adaptado, solo figura una mujer, Isabel Peña, que firma Madre junto a Rodrigo Sorogoyen. Algo similar sucedió en 2017, 2016 y 2015, donde solo una creadora compitió en ambas categorías. En ediciones como las de 2014, 2013, 2011 o 2010 fue todavía peor, porque no resultó nominada ninguna guionista. En este sentido, 2019 y 2018 fueron excepciones: en ambos años figuraron tres mujeres en ambas categorías, una mejora sustancial, pese a que aún fueran minoría. En la categoría de producción las cifras se han acercado más a la paridad históricamente, pero las últimas ediciones no han sido especialmente buenas: este año compite solo una productora, el pasado no figuró ninguna.  

Sectores masculinizados

Fuera de estas categorías principales, la cosa no mejora sustancialmente. Hay seis estatuillas mixtas —es decir, no se tienen en cuenta los premios a la interpretación— en las que, pase lo que pase, no ganará una mujer: están dirección y guion original, pero también dirección artística, fotografía, efectos especiales y música original. En la última década, ninguna compositora ha resultado nominada en esta categoría. "Y Zeltia Montes ha hecho un gran trabajo con Adiós", protesta Andreu, refiriéndose a la película de Paco Cabezas. A esas categorías en las que las creadoras están ausentes se suman aquellas en las que solo compite una: dirección novel, guion adaptado, canción original, producción, corto de ficción, documental y de animación. Solo resultan paritarias las áreas de vestuario, maquillaje y peluquería, montaje y sonido.

¿El motivo de esta ausencia generalizada? Para la presidenta de CIMA, está claro: "Es que no contratan a mujeres. ¿Cómo van a salir nominadas si no les dejan hacer películas?". Según el estudio de CIMA ya mencionado, las mujeres ocupan solo el 11% de los cargos de responsabilidad en sonido, el 9% en fotografía, el 8% en música o el 7% en efectos especiales. No obstante, en categorías donde ocupan la mitad de los puestos de decisión, como dirección de producción o artística, siguen siendo minoría como nominadas. 

"Medidas radicales"

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Ante esta situación, CIMA reclama que el Instituto de las Ciencias y las Artes Audiovisuales (ICAA), dependiente del Ministerio de Cultura, aplique el plan de acción propuesto por la asociación. Este fue elaborado durante el verano de 2018, a petición del ministro, y debía iniciarse en enero de 2019. Entre las medidas que proponían, y que no se han aplicado, estaba la creación de una bolsa para películas dirigidas por mujeres o la ampliación del límite de intensidad, el porcentaje de subvenciones al que puede optar un proyecto en base a su presupuesto, del 50% al 70% para las producciones lideradas por "colectivos vulnerables". A esto, Cristina Andreu añade un sistema de cuotas que, asegura, tiene el respaldo del sector.

En su opinión, el sistema puesto en práctica por el ICAA, que bonifica la presencia de mujeres a la cabeza de los equipos a la hora de optar a ayudas públicas, no ha bastado: "Yo detecto fraude en algunas producciones, que ponen a mujeres en puestos ejecutivos aunque realmente manden los hombres". Su propuesta: que no se les dé puntos a las direcciones mixtas, sino a las formadas exclusivamente por mujeres. "Aunque obviamente mujeres y hombres puedan y deban trabajar juntos, hay momentos en los que hay que tomar medidas radicales", defiende, "porque si no no avanzamos".  La falta de avances les ha hecho plantearse incluso su propia estrategia: este año no repartirán los abanicos rojos distribuidos en las dos últimas galas como reivindicación simbólica. "Son un gasto importante", dice la presidenta. "Todo el mundo los coge, pero pocos los usan y luego vemos que no cambia nada". 

Para Cristina Andreu y para la asociación, la cuestión no va solo de su presencia en el sector o de hacerse con una estatuilla. "No puede ser que las historias solo las cuenten los hombres", afea. "Porque al final va de eso. Y si se excluyen las historias que tiene que contar la mitad de la humanidad, está claro que es nocivo para la sociedad entera". 

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