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Cultura

Intelectuales y activistas reivindican la "brújula moral" de Camus para afrontar la realidad trágica del Mediterráneo

Los escritores Manuel Vicent y Samar Yazbek.

Carlos de la Vega

Una treintena de escritores, profesores, investigadores, músicos, cineastas, activistas, filósofos y periodistas de la mayoría de los países que rodean el Mediterráneo han reclamado desde Sant Lluis (Menorca) a los gobiernos europeos que cumplan su “obligación legal y moral” con los refugiados que huyen de las bombas de Siria. “Dejen ya de mirar para otro lado”, ha solicitado el exministro de Exteriores Miguel Ángel Moratinos en nombre de los ponentes y de los dos centenares de asistentes a las Jornadas Literarias convocadas con motivo del 60 aniversario de la concesión del Premio Nobel a Albert Camus, originario de esta pequeña ciudad menorquina desde la que su abuela materna emigró a Argelia. El encuentro, en el que han intervenido desde el escritor libanés Amin Maalouf al argelino Yasmina Khadra o el español Manuel Vicent, ha servido para reivindicar la obra y el pensamiento de Camus como referencia ética y cívica que inspire soluciones a las múltiples crisis que afronta el espacio mediterráneo.

Se trataba de poner los cimientos de una especie de “Davos de la cultura”, frente a la imposición del mercantilismo y del discurso único de la globalización financiera. Y a ese propósito, en busca de una nueva Ítaca capaz de alumbrar un futuro pacífico y de progreso en el Mediterráneo, se han apuntado los principales investigadores de la obra camusiana de distintas universidades, así como intelectuales y activistas procedentes de Francia, Grecia, Libia, Argelia, Líbano, Egipto, Marruecos, Siria, Irak, Túnez, Palestina y España.

 

El escritor libanés Amin Maalouf.

Lo expresó con lucidez Maalouf, autor de León el africano, en una de las mesas de debate: “el Mediterráneo es hoy la frontera más dura del mundo, un lugar de confrontación pero también de intercambio; vivimos en el paraíso y a la vez en el infierno, y avanzamos a toda velocidad sin saber hacia dónde vamos”. En la misma línea que compartieron voces de distintas especialidades y procedencias, Maalouf describió los tiempos actuales como una época caracterizada por la “ausencia de credibilidad moral: ni los políticos ni los intelectuales ni los medios de información ofrecen confianza ni son referencia que alumbre a los ciudadanos”. Yasmina Khadra, escritor argelino de éxito en la novela negra y exmilitar, defendió su convicción de que “hay muchos Camus en el mundo de hoy, pero hay que buscarlos y darles la voz y las tribunas necesarias para alumbrar el futuro”.

El profesor y escritor iraquí exiliado en Estados Unidos Sinan Antoon criticó duramente el “optimismo irresponsable de quienes se dedican simplemente a denunciar que las dictaduras son malas, lo cual es muy fácil, sin ir un paso más allá y enfrentarse al daño letal que causan las grandes corporaciones y el capitalismo global”. Antoon puso sobre la mesa la exigencia de actuar frente a las políticas belicistas y “el discurso único del neoliberalismo, causante de una desigualdad insoportable e intolerable entre una y otra orilla del Mediterráneo, entre el norte y el sur”.

"No es de los nuestros"

Durante las tres jornadas de conferencias, debates, exposiciones y coloquios en torno a esa “brújula moral” que supone la figura de Albert Camus se han repetido ideas clave como la absoluta actualidad del pensamiento camusiano, su capacidad para “señalar las cuestiones importantes”, como destacó el catedrático de literatura Jordi Coca, o su actitud permanentemente “rebelde”, radicalmente contrario a todo tipo de violencia, fuera de origen fascista o comunista, y dispuesto a cargar con el estigma de escuchar siempre: “No es de los nuestros”. Camus, “solitario y solidario”, fue capaz de decir “no” a las torturas cometidas por los franceses en Argelia, al terrorismo de los independentistas argelinos , al franquismo, y también a la banalidad y a la equidistancia. Camus siempre se definió a sí mismo como “de izquierdas a pesar de la izquierda”, como recordaron Coca y otros ponentes.

“Es un escritor que nos emociona”, como recordó el periodista y escritor Javier Reverte, que ha seguido en uno de sus últimos libros las huellas de Camus en Argelia, donde apenas quedan huellas de su figura. Los reunidos en Sant Lluis han reclamado a las autoridades argelinas la creación de símbolos que rindan homenaje a la memoria de un autor universal. El ayuntamiento de Barcelona ha anunciado que inaugurará una plaza con su nombre.

El Camus periodista estuvo muy presente en las jornadas, a través de la profesora y María Santos-Sáinz, autora de uno de los trabajos más completos sobre los reportajes, artículos y editoriales del premio Nobel que, antes de dar luz al periódico de la resistencia francesa contra los nazis Combat ya había destacado como reportero de investigación que denunciaba la injusticia y la miseria que imperaban en Argelia y sus barrios más pobres.

Moderados por Jesús Maraña, director editorial de infoLibre, dialogaron sobre la “Ítaca para los habitantes del Mediterráneo de hoy” la profesora, novelista y activista siria Samar Yazbek y el escritor español Manuel Vicent, que esta misma semana presenta su nuevo libro La regata. Yazbek, residente en París desde que tuvo que huir en 2011 del régimen de Bassar Al Asad, ha regresado en tres ocasiones a su país para poder contar el drama de la guerra y denunciar que “cinco millones de compatriotas se han visto obligados a partir al extranjero y otros cuatro millones son desplazados en el interior”. Para Yazbek, Siria es una “Ítaca perdida”, sobre la que “los medios informan manipulando la realidad y comprando las mentiras que cuentan los poderes políticos y económicos implicados”. Fundadora de una ONG que defiende los derechos de las mujeres sirias, “las grandes olvidadas de este genocidio”, Yazbek propone “reconstruir juntos una nueva Ítaca” que sólo será posible con la movilización de los pueblos  ribereños de ese “mar muerto en el que se ha convertido el Mediterráneo en el que se ahogan cada día quienes huyen de las bombas”. Como hacía Camus con nazis y estalinistas, Yazbek denuncia los crímenes de Al Asad y también los atentados del ISIS.

Manuel Vicent cautivó a los ponentes y a la audiencia del encuentro con una intervención cargada de esa ironía que tanto reivindicó Albert Camus, describiendo los rasgos de un Mediterráneo que es “sinónimo de caos”, en el que se enfrentan y a la vez dialogan lenguas y culturas diferentes, condicionadas por “sus dioses y sus misiles”. Vicent defendió la fuerza de la memoria, y el concepto de Alianza de Civilizaciones como herramientas para afrontar esa realidad terrible que hoy vive el espacio supuestamente más civilizado del mundo y a la vez uno de los más crueles.  Citó Vicent como advertencia a los poderosos de “esta Europa mercantil” aquellos versos de Federico García Lorca en Poeta en Nueva York: “… el mar recordó ¡de pronto! los nombres de todos sus ahogados”. Maraña cerró el coloquio rememorando los cuatro mandamientos de Camus para un periodista libre, “pero adecuados para cualquier ciudadano: lucidez, desobediencia, ironía y obstinación”.

El joven cineasta Oliver Laxe, hijo de inmigrantes españoles en París y ganador de dos premios en Cannes, ha repartido su vida entre las dos riberas del Mediterráneo, convirtiendo en actores a niños del barrio tunecino en el que habitó varios años. Mostró fotográficamente un recorrido vital que arranca y termina en la casa de sus abuelos en el interior de Galicia, su propia Ítaca, e hizo una cautivadora defensa del valor de la palabra y de la imagen, de los nuevos hilos de comunicación que permiten avanzar y progresar desmitificando los obstáculos de las fronteras, y también de la felicidad simbolizada por la infancia: “El niño no tiene patria”.

Ítaca es el camino, los esfuerzos

El periodista Iñaki Gabilondo, moderador de la última mesa de las jornadas, resaltó que todas las reflexiones compartidas “han ido aportando luces sobre el presente”. El poeta y filólogo menorquín Ponç Pons reivindicó con Camus “la felicidad y la inocencia por encima y por delante de todo”, la importancia del laicismo y la idea de que “la única grandeza de un país es la justicia”. La poetisa palestina Jehan Bseiso, cooperante además de Médicos Sin Fronteras, denunció que “no existe ninguna luz que ilumine en las dictaduras de Oriente Medio ni en las políticas ultraliberales que se imponen en Occidente”. Bseiso considera que “los refugiados se han convertido en una nacionalidad”, y advierte que cualquier solución al drama que hoy se vive en el Mediterráneo pasa por superar "la cacofonía de Internet recurriendo a la cada vez más decisiva importancia de los medios informativos independientes".

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Preguntó Gabilondo si hay motivos para la esperanza, y respondió el escritor y artista galo Camille de Toledo, descendiente de una familia judía turca, que “la esperanza está en nuestra capacidad de levantarnos tras cada una de las caídas, como haría Don Quijote”. Y añadió Toledo una idea que recoge el hilo conductor de las jornadas: “debemos cambiar la mentalidad occidental de la obsesión por la finalidad, el objetivo; lo importante es el camino, los esfuerzos, los avances”. Como señalaban distintos ponentes, la verdadera Ítaca, en un sentido camusiano y absolutamente actual, es el viaje, el trayecto, cada paso que se da y cada acto en defensa de valores y derechos humanos.

En las conclusiones del encuentro, coordinado por Sandra Maunac, hilvanó Moratinos un decálogo en el que destacó la necesidad de reivindicar “un pensamiento mediterráneo caracterizado por la diversidad, el intercambio, la pluralidad”. El exministro defendió el valor del “pensamiento del sur” y denunció el hecho absurdo de que “ahora vamos a hablar todos inglés en Europa, cuando los ingleses se nos han ido”, frente a la riqueza de las distintas lenguas en torno al Mediterráneo. Parafraseando a Maalouf, propuso avanzar en “la demolición de ese muro entre norte y sur, entre las dos riberas”.

Las jornadas se cerraron con una reivindicación colectiva de Camus como “brújula moral” frente a fanatismos y sectarismos y con una exigencia a los gobiernos de la UE para que cumplan los compromisos morales y legales con los refugiados. Los asistentes guardaron un minuto de silencio en memoria de los miles de muertos en las aguas del Mediterráneo.

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