Moda y cine según Gaultier o cómo Brigitte Bardot fulminó la mirada machista sobre las mujeres
Cuando Jean Paul Gaultier tenía 13 años, la película francesa Falbalas apareció como una revelación. En el film de Jacques Becker, un diseñador de moda enamora a la protagonista para dejarla después. La cosa acaba con el seductor tirándose por la ventana a pesar de que el largometraje es un drama romántico. El desfile que aparecía en la escena final, “con las modelos como heroínas”, deslumbró a Gaultier, convirtiéndose desde ese momento esta película “en su biblia”. El conocido como enfant terrible de la alta costura supo desde bien temprano dos cosas: que su oficio sería el diseño de moda y que en el séptimo arte el reflejo de la sociedad está siempre presente.
Las lecciones que aprendió Gaultier de aquella película, su condición de cinéfilo y su participación en la industria colaborando con directores como Almodóvar pueden verse ahora en la exposición Cine y Moda. Por Jean Paul Gaultier, que estrena CaixaForum en Madrid a partir del 18 de febrero. La propuesta no es un recorrido meramente histórico, se trata de un viaje a través de los roles de género en la indumentaria, la ruptura de lo femenino y lo masculino, el empoderamiento de la mujer, la androginia o el punk y el rock desde la mirada de un diseñador que con sus prendas “cuestiona permanente” lo establecido.
De iconos sexuales a mujeres "desmelenadas"
La evolución del papel de las mujeres en la industria del cine aparece en la exposición a través de contrarios: la exuberante Marilyn Monroe, con vestidos ajustados, brillantes y escotados, y “la desmelenada, con su pelo mal cortado adrede” –en palabras de Gaultier– Brigitte Bardot. Esta última es el ejemplo de actriz que decide alejarse del prototipo hollywoodiense. Muestra su feminidad en la gran pantalla pero de forma más libre porque es progresista y revolucionaria. El diseñador explica que en la película Cultos de la audacia "su forma de bailar es salvaje, brutal, de una provocación extrema. Ella está en trance, no baila para los hombres, está bailando para ella misma”. Y hace un guiño a España: “Bardott amaba el flamenco, le encantaba Manitas de Plata. El sonido de la guitarra era para ella una excitación”. El vestido de novia que llevó en su enlace con Jacques Charrier no fue blanco ni pomposo, sino rosa, sencillo y con un estampado de cuadros “de tela que muchas veces se utiliza para manteles” para “rechazar todas las obligaciones como mujer”, aclara el diseñador.
En esa relación constante entre las prendas y el cine, el modisto francés también experimentó con sus diseños la ruptura de los roles creando al “hombre objeto”, fragilizando a los modelos masculinos mientras empoderaba a las femeninas. Y en las películas, la mirada de la mujer sobre los hombres también cambió. Ellos empezaron a mostrarse en pantalla como iconos sexuales, véase a Marlon Brando en los años 50, y ellas empezaron a desearles. Además, al igual que las mujeres recuperaron comportamientos masculinos, los hombres empezaron a “reconocer que también tienen una parte de feminidad”, recuerda Gaultier. Llevando el ejemplo a la costura, explica que las chaquetas de mujer rara vez tenían un bolsillo interior a la altura del pecho. “Tuve que incluirlo en los diseños femeninos, solo existía en las chaquetas de hombre porque es el bolsillo de la billetera. Las mujeres también pagan”.
España, Pedro Almodóvar y el folclore
Entre todas las piezas expuestas –más de 100 prendas y un total de 80 looks–, que van desde diseños de Coco Chanel, el vestido icónico de Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes o los trajes de Marlen Dietrich de corte masculino con los que desafió a la sociedad de los años 30, destaca el espacio dedicado a las películas de Pedro Almodóvar. Gaultier confiesa ser admirador del cineasta español, con el que ha colaborado en varias ocasiones: sus diseños pueden verse en Kika, La mala educación, y La piel que habito.
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El director de cine y el diseñador comparten su visión sobre las mujeres. Las chicas Almodóvar son para Gaultier "fuertes, con carácter, no son objetos, pienso en Rossy de Palma, Marisa Paredes o Victoria Abril". Esta última vistió en Kika un diseño que director y actriz fueron a ver hasta París. Tal fue la emoción, que Abril "se probó el traje, todavía sin terminar, y aquello fue un desastre, con los alfileres volando". La estética de las películas "es extraordinaria, Almodóvar tiene un universo propio", y recuerda de Jamón jamón el vestido con el que debutó Penélope Cruz y a Javier Bardem como "el Marlon Brando español".
Además del fenómeno almodovariano, el modisto francés siempre se ha sentido atraído por el cine español de los 50. "Me fascinan Carmen Sevilla y Sara Montiel", confiesa, y recuerda ver las películas de Luis Mariano con su abuela. De ella también aprendió lo que era los corsés, "un elemento de tortura" que sólo lograba abrocharse "bebiendo un trago de vinagre", apretando las cuerdas con el tórax comprimido por el susto que le producía ingerir algo tan amargo.
Cine y Moda. Por Jean Paul Gaultier estará en Madrid hasta el 5 de junio y es una colaboración de la Fundación La Caixa y La Cinémathèque française. Después viajará a Barcelona, Sevilla, Zaragoza y Palma. Como en muchas películas sobre moda, la estancia final de la exposición es un desfile. Aunque estático, porque al ser maniquís las modelos no se mueven por la pasarela. La representación que pone fin a la muestra es "una culminación, como en el cine, el desfile representa la vida y la moda es un reflejo de la evolución del mundo", afirma Gaultier.