Lecturas al oído: un antídoto telefónico contra la soledad de las personas mayores
"Es una forma de acompañar a través de los libros y la lectura". Así resume Juan Sobrino la esencia de Cuentos por teléfono, una iniciativa que él mismo puso en marcha en pleno confinamiento desde la Biblioteca Municipal de Soto del Real (Madrid) y que consiste, efectivamente, en llamar a personas mayores para leerles fragmentos de obras literarias de todo tipo una vez a la semana.
Un proyecto que parte de otro más antiguo, en funcionamiento desde 2013, en el que voluntarios se desplazan una vez al mes a leer a las residencias de ancianos. "Cuando llegó la pandemia se paralizó todo, pero quisimos seguir y pasamos a Cuentos por teléfono con las mismas personas que nos desplazábamos a las residencias a leer. Así, asignamos una persona voluntaria a una persona mayor, siempre la misma, ya no solo en residencias sino también extendiendo a personas que vivían solas en sus domicilios y que no podían leer por sí mismas por un problema de visión o cualquier otro", explica Sobrino a infoLibre.
De esta manera arrancaba, en el peor momento del confinamiento, esta iniciativa destinada principalmente a mitigar los efectos del aislamiento en aquella desconcertante primavera de 2020. Un proyecto muy "personalizado, porque se lee en función de la persona a la que lees", y que sigue en marcha a día de hoy gracias a voluntarios, que leen todo tipo de géneros literarios en llamadas que no tienen una duración fija porque, por lo general, en cuanto se genera cierta confianza, "las conversaciones se alargan en función del ánimo de la persona o la disponibilidad de cada uno".
Marta es una de estas voluntarias que lleva tres años leyendo todo tipo de libros una vez por semana a la misma persona. "Llevamos desde el covid. Al principio nos limitábamos a leer y comentar el libro, pero ahora, sin conocernos personalmente, sí que conozco algo de su vida", explica a infoLibre, añadiendo que al principio le costó, pero superó los temores gracias a la barrera que ofrece el teléfono y rápidamente fue cogiendo cierta confianza. "No tiene nada que ver ahora con cómo empezaste", asegura divertida que le ha dicho hace no demasiado la persona a la que lleva tanto tiempo leyendo, que fue, además, actor y director de teatro, lo cual le puso una presión añadida como inexperta lectora para otros.
En estos tiempos en los que el teléfono se utiliza para cualquier cosa menos para conversar, con la brecha digital cada vez más abierta entre generaciones, tener una voz al otro lado de la línea telefónica se convierte en una especie de cable a tierra para nuestros mayores, más aún si están en situación de soledad o aislamiento no deseado. "No solo es leer, sino que también es ese vínculo que se establece entre las dos personas que se preguntan qué tal están", destaca Sobrino. "Yo le espero como agua de mayo. El rato de lectura es nuestro momento, el momento de estar acompañada y de viajar lejos con los libros", resume a infoLibre Olvido, una de las mujeres a las que el bibliotecario lee asiduamente.
El confinamiento fue la época de mayor apogeo de este plan inicialmente de emergencia, que se ha mantenido con el paso de los años a pesar de que el distanciamiento sea ya una cosa a olvidar del pasado. El proyecto funcionaba, funciona, y ha dado ya apoyo a más de medio centenar de mayores gracias a otro medio centenar de voluntarios, con ambas partes encantadas de lo que aportan y reciben en su relación telefónica.
A mí no me cuesta y le he llamado desde los sitios más inverosímiles, incluso he parado el coche de camino en un viaje. Para él, que leía muchísimo y ahora no puede, es estar un rato hablando con una persona que, sin conocernos, nos conocemos ya mucho más
"Hay beneficios para ambas partes", remarca Sobrino, quien recuerda que siempre que se hace cualquier tipo de voluntariado "la persona voluntaria recibe más de lo que da" en forma de, por ejemplo, "cariño, sabiduría o experiencia". Coincide con esta visión Marta (que prefiere no dar su apellido), pues ella se siente muy "gratificada" por hacer algo que no quiere llamar sacrificio, pues en su juicio no lo es: "Es simplemente algo más que tienes que hacer. A mí no me cuesta y le he llamado desde los sitios más inverosímiles, incluso he parado el coche de camino en un viaje. Para él, que leía muchísimo y ahora no puede hacerlo, es estar un rato hablando con una persona que, sin conocernos, nos conocemos ya mucho más, pasando un rato agradable. Es como si todas las semanas tuviese una visita. Una visita cortita, porque no se hace nada largo. Se trata de hacer compañía".
Exactamente igual funciona Lectures a cau d’orella, un programa de las bibliotecas públicas de Barcelona que también arrancó en pandemia y que aún hoy se mantiene a través de bibliotecarios como Cesc Llaverias, quien afirma que se trata de mitigar la soledad al mismo tiempo que se da importancia al libro en sí. "Cuando llamas no te pones a leer como un autómata. Preguntas un poco cómo está, saludas, comentas si hace frío o calor. Pero lo que tiene valor realmente es el libro porque es gente que era muy lectora y que ahora por diferentes motivos no lo puede seguir siendo", remarca desde la biblioteca pública El Carmel - Juan Marsé en la que trabajo y atiende a infoLibre.
Y añade el bibliotecario: "La persona a la que llamo yo ahora tiene muchos problemas de visión, con lo cual leer es un problema importante. De esta manera recuperan un poco el hábito de la lectura. Es un rato que esperan bastante y les viene muy bien. Se ponen cómodos, tienen ese rato reservado para estar tranquilos sin visitas, solo para la llamada. A mí me dicen que les gusta mucho tanto por la lectura como por sentirse acompañados ese rato".
Un rato en el que se va estableciendo una relación que, sin ser personal, de alguna manera por supuesto que lo es gracias a los gustos literarios compartidos. "Y si el libro es bueno y les gusta, aún más, aunque si el libro es más justito, algo menos", bromea Llaverias. "A veces tengo que insistir en que si el libro no les gusta lo dejamos y cogemos otro porque les da como reparo. ¡Será por libros! Entonces hablamos de cual podemos leer y cuando lo tengo me siento, bebo un poco de agua, respiro hondo y me pongo a ello", señala.
"Allende nos trae lo mejor de la izquierda del siglo XX": Mario Amorós reivindica un mito que cumple medio siglo
Ver más
A través de la lectura se establece de esta manera un "refuerzo emocional", en palabras de Sobrino, por "tener a alguien al otro lado del teléfono llamándote, preocupándose y leyéndote, que es algo que sirve también cognitivamente". Una labor sencilla a la que, por ser telefónica, se puede apuntar cualquiera como voluntario o como necesitado contactando en este caso con las bibliotecas mencionadas.
Así empezó Marta a leer poniéndose en contacto con la biblioteca de Soto del Real -no hace falta ser de allí para participar- tras conocer de su iniciativa por internet. "Yo disfruto muchísimo con las lecturas que hacemos. El libro siempre lo elige él, aunque en algún momento hemos consensuado", indica, recordando que en una ocasión sí que dejaron un libro que no les enganchó a ninguno de los dos: "Pero por regla general los hemos terminado todos. Y son libros larguitos a veces, porque el primero nos llevó casi un año leerlo, al ser solo una vez a la semana".
Un pequeño gran gesto que requiere la implicación justa y que no necesita grandes recursos económicos de ningún tipo, "solo un poco de organización a nivel logístico y disponer de tiempo y ganas de hacerlo", como asegura Sobrino. Es, en definitiva y según sus propias palabras, "una forma muy bonita de luchar contra la soledad no deseada o cualquier situación de aislamiento en la que te encuentres a través del poder de la lectura".