Loco
Estaba loco. Loco de atar. De esos locos que te hacen cambiar de acera. Un loco con aspavientos y voces. Voces por dentro y por fuera. De manual: gritos de loco, cara de loco, ojos de loco, dientes de loco, ropa de loco, andares de loco. Un loco que no disimula. Que se sabe loco. Que es feliz siendo loco. No como otros locos que se creen cuerdos y se cambian de acera.
La vida es juego
Les ordenamos salir del aula. Sus miradas traviesas, las risitas constantes y el bailoteo nervioso eran pruebas irrefutables de su culpabilidad. Por los pasillos, mientras unos imitaban el sonido de un tambor, otros marcaban el paso. Un, dos, un, dos… Como cualquier otro día, al salir al patio rompieron filas. Entre saltos y carreras, llegaron hasta la portería pintarrajeada en un muro manchado con la sangre de sus maestros. El más pequeño, con los brazos cruzados y la boca torcida, iba el último, bien enfurruñado. Él siempre había querido hacer de invasor.
El deconstructor
Un vientecillo voluble y descreído merodea entre los árboles del parque. Al llegar a una zona soleada, se acalora, sopla y resopla. Crea un remolino de hojas y polvo al que se une alguna bolsa olvidada. Un niño que se acerca para curiosear es absorbido sin contemplaciones. Su madre corre para rescatarlo y es aspirada por un vórtice cada vez más virulento. El torbellino, crecido y envalentonado, engulle más gente, árboles, animales, trocitos del mundo. Se hace manga, tornado, ciclón. Se agiganta y, después de tragarse cielo, tierra, luz y al mismo Dios, vuelve a dejar el antiguo rastro de tinieblas.
El abrazo
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Entre junglas
Estar hasta taparrabos. Selva morir. Golpes doler costillas y garganta quemar con gritos. Chita ir lejos. Olvidarse: no escribir, no tam-tam. Yo tener que tocar solo. No poder más. Coger primera liana hacia civilización. Atravesar monte que separar del río. Caminar por llanuras, nadar cuando ser preciso, y alcanzar el mar. Hallar un barco, cruzar el horizonte. Buscar mi sitio, mi lugar, otra forma de sentir, de hablar. Luchar por mi destino entre bloques de cristal y cemento. Volver a pelear. Y, por fin, reinar entre todas las manadas del asfalto.
* Rafael Loscertales de la Puebla (Teruel, 1966) vive en el área metropolitana de Barcelona desde 1990 y es Ingeniero informático. Ha sido incluido en diversas antologías de cuentos y microrrelatos en España e Hispanoamérica, y sus textos, además, se han publicado en revistas como 'Quimera y Amanece Metrópolis'. Su primer libro se titula 'Mientras haga viento' (Platero CoolBooks, 2024).