La Mostra se cierra sin brillantez

Nadie puede dudar que ese cine iberoamericano que el director de la Mostra de Venecia, Alberto Barbera, se ha empeñado en marginar durante las tres últimas ediciones de su competencia oficial, y por fin este año cuenta con dos representantes —el argentino-español El clan, de Pablo Trapero, y el venezolano-mexicano Desde allá— está entre lo mejorcito de esta desigual y no demasiado brillante edición. La tónica general de abulia ha marcado también la última jornada competitiva, la de este viernes, donde el film italiano Per amor vostro, de Giuseppe M. Gaudino, y el documental ecologista chino Beixi moshuo, de Zhao Liang, con más pena que gloria, sobre todo el primero.

Al menos Zhao Liang ha puesto un punto de interés con su denuncia, no ausente de poesía, de la destrucción del medio ambiente, y más allá del propio ser humano, en aras de un desarrollo económico a la carrera que ahora mismo ya está a punto de estallar economicamente como pasó la década pasada en Estados Unidos y Europa. La contaminación es una lacra del presente chino de una envergadura muy superior a lo que conocemos. Gracias a la opacidad y la falta de denuncias (estamos en un régimen al fin y al cabo autoritario, comunista si quieren...) las empresas estatales o privadas no tienen el menor miramiento por el aire, las aguas y las tierras que las rodean, donde arrojan todo tipo de letales residuos. El asunto, como vemos en este trabajo de Liang, va ya más alla de la destrucción de las tierras de cultiva y los acuíferos, alcanza al ser humano, al que obliga a emigrar o directamente afecta en su salud. Sin duda un trabajo interesante, pero que tenga entidad para competir con películas de ficción, es otra polémica a discutir. Sin embargo, estar está, y hay quien incluso pide el León dorado para Beixi moshuoBeixi moshuo, lo cual no diría mucho sobre sus competidoras.

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Por su parte, el italiano Gaudino, que prometía después de Giro di lune tra terra e mare, cuenta la historia de una mujer coraje, esposa de un mafioso, que intenta salir a flote en una vida amargada, gracias a la ayuda de su afición por la música. El muy notable esfuerzo de la siempre convincente Valeria Golino es lo mejor de una pelicula deslabazada, que alterna blanco y negro y color, e incluso recurre a una metafórica animación ocasionalmente. Todo para decorar una tarta sin sustancia. Mediocre como el resto de la representación local en este festival que acaba este sábado y en el que el jurado que preside el mexicano Alfonso Cuarón lo tendrá difícil para dictar su palmarés, y no precisamente por la abundancia del buen material, sino todo lo contrario.

A estas alturas, la crítica más sesuda, sin sorpresas, apuesta por el paseo por el Louvre, fantasmas incluidos, de Sokurov, en Francofonia. La que prefiere pasarlo bien en un patio de butacas, apuesta más por dos comedias, la original y pesimista Anomalisa, de Charlie Kaufman, y la desternillante Marguerite, del francés Xavier Giannoli, que tiene en Catherine Frot a una gran candidata a la Copa Volpi. Y si nos fiamos de las acogidas en la sala y de las críticas, hay que considerar a El clan y Desde allá, dos cintas que han estado entre lo mejorcito de esta edición para olvidarEl clanDesde allá.

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