Bolsonaro II, la reinvención del candidato mártir
Caravanas de seguidores de Jair Bolsonaro recorren Brasil de punta a punta. El ex presidente clama contra su inhabilitación política en plazas abarrotadas en cientos de ciudades y pueblos. Cada día que pasa, el político condenado, que alega ser víctima de un sistema corrupto, recupera fuerza electoral. Estas escenas todavía no han ocurrido, pero pueden ser reales en pocos meses. Todo apunta a que la estrategia usada por Lula da Silva tras ser encarcelado en 2018 va a ser replicada y adaptada por Jair Bolsonaro. Si El Tribunal Superior Electoral (TSE) condena al ex presidente de Brasil en el juicio que arrancó el pasado día 22, el victimismo será el camino elegido para sobrevivir políticamente. Poco importa que en el caso de Lula el proceso fuera injusto e irregular y que Bolsonaro haya cometido crímenes tangibles. Lo que manda es el relato. "Imagina que le inhabilitan. Le van a transformar en un mártir vivo", aseguró hace unos días el diputado federal Marco Feliciano, del Partido Liberal (PL) de Bolsonaro.
Waldemar Costa Neto, el oportunista presidente del PL, partido que ya fue aliado de Lula en sus dos primeros mandatos, está encantado con la más que probable inhabilitación de Jair Bolsonaro. Su sueño húmedo no es otro que la realización de caravanas políticas por todo el país para transformar el capital político de Bolsonaro en cargos electos del PL. Sin posibilidad de ser de nuevo candidato, Jair Bolsonaro entraría en campaña como mártir, dándose baños de masas en ciudades de todo Brasil. Y sería, en palabras de su propio hijo Flávio Bolsonaro, el "mayor cabo eleitoral de la historia" (los cabos suelen ser famosos que apoyan a una candidatura). La primera parada serían las elecciones municipales de 2024. La línea de meta, las elecciones presidenciales de 2026. La estrategia: los recursos de los abogados contra las condenas judiciales de Jair Bolsonaro evitarían hablar de su sucesor. En el camino, un deseado efecto colateral: el PL obtendría un 20% de cargos electos, según fuentes del propio partido. Aspiran a conseguir, por lo menos, mil de los aproximadamente cinco mil ayuntamientos de Brasil.
Tras los pasos de Trump
Steve Bannon, gran articulador de la extrema derecha global, es el guionista de Bolsonaro. Bannon marca el ritmo, escoge los tiempos. A finales de marzo, cuando Jair Bolsonaro estaba a punto de regresar a Brasil de su estancia en Estados Unidos, Bannon afirmó en una estratégica entrevista a Folha de São Paulo que la persecución judicial fortalece tanto a Donald Trump como a Jair Bolsonaro. "Trump volverá en 2024 y Bolsonaro volverá. Nuestro movimiento está más fuerte cada día. El de Bolsonaro también. Todos los procesos contra Trump son una broma. Crece en las encuestas y recauda más dinero con cada uno de ellos. No van a parar a Trump en una batalla jurídica, eso es imposible", afirmaba Bannon. Cuando le preguntaron por los problemas judiciales de Bolsonaro, el estadounidense le quitaba hierro al asunto.
El victimismo anula la autoridad de las instituciones judiciales. Asumiendo el papel de perseguido por la justicia corrupta (e injusta) de un sistema entregado a la "izquierda globalista", Trump y Bolsonaro desplazan el debate a su terreno de juego. No importan las leyes o los procesos judiciales. No se trata de probar que una acusación sea falsa o verdadera, porque el sistema como un todo está impugnado. El debate resbala hacia el universo afectivo. Las narrativas emocionales priman ficciones deseadas por sus fieles sobre cualquier atisbo de realidad. Donald Trump relanzó su carrera a lomos de una actriz porno que le acusaba de extorsión. Jair Bolsonaro intentará rehacer su figura sobre el áurea mítica y mesiánica construída con habilidad durante años.
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En mayo de 2016, mientras la votación para facilitar el impeachment de Dilma Rousseff avanzaba en el Senado, un pastor evangelista bautizaba a Jair Bolsonaro en el río Jordán vestido con una túnica blanca y rodeado de algunos de sus hijos. Un día después, Bolsonaro felicitó al pueblo brasileño desde Israel por haber apoyado el impeachment. A partir de entonces, Jair Bolsonaro pasó a divulgar ampliamente su segundo nombre, Messias. Cabalgando en el lado del bien de la guerra cultural que disputa el alma del país, Bolsonaro emergió como el adalid de la pureza, como el líder de los patriotas que llega para luchar contra la corrupción izquierdista. Su estrategia comunicativa consolidó un áurea de enviado divino, de líder mesiánico-profético.
¿Los más de 600 procesos que cercan a Jair Bolsonaro harán que se desmorone esa áurea? Parece poco probable. A pesar de que la popularidad del ex presidente ha caído ligeramente desde el retorno de Lula al poder, el bolsonarismo no da síntomas de debilidad. El 39,7% de los brasileños piensan que Lula no ganó las elecciones. En el epicentro mundial de las fake news, la tesis de fraude electoral de la izquierda es robusta. El victimismo de Bolsonaro encaja a la perfección con la última frontera de las guerras culturales brasileñas, cuyo nuevo campo de batalla es la "democracia corrupta". Además, la política brasileña es bastante imprevisible.
Hace unos años, la cuenta de Twitter oficial de la serie House of Cards, escribió en portugués, tá difícil competir. Querían decir algo así como, no podemos competir con una realidad política tan rocambolesca como la brasileña. En los últimos tiempos, citar el roteiro Brasil –literalmente "guión Brasil"– es una broma común de los brasileños para explicar lo inexplicable del día a día político. El duelo Lula vs bolsonarismo, aunque sea sin el Mesías Jair, está todavía lejos de haber acabado.