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Mercenarios sirios en Ucrania como muestra de gratitud a Putin

Un hombre sube al bloque de apartamentos destruido en la ciudad de Borodyanka cerca de Kiev.

Henry Mamarbachi (Orient XXI)

El anuncio del envío de combatientes o mercenarios sirios dispuestos a luchar junto a las tropas rusas en Ucrania nos haría sonreír si no fuera tan triste como para hacernos llorar. Sobre todo, transmite la imagen de un país desangrado y al que se le pide que sirva de carne de cañón a cambio de un pago, es decir, de pobres ciudadanos que echan una mano al Grupo Wagner, las brigadas rusas no oficiales enviadas a varios teatros de la guerra en todo el mundo. Siria no ha terminado de pagar el alto precio de la guerra y a su "benefactor". Y, aunque lejos, los combates en Ucrania no hacen más que hundir en la miseria a la población siria, con sus millones de desplazados en un país desnutrido.

El cinismo de los dictadores está muy vivo. Visiblemente bloqueado en sus planes de invadir Ucrania, Vladímir Putin ha apelado al autócrata sirio Bashar Al-Assad como pago al apoyo militar ruso que salvó a su régimen en 2015 de los insurgentes yihadistas y otros rebeldes, y recuperó gran parte de su territorio. Más de 63.000 soldados rusos habían sido desplegados en Siria, según Moscú, y desde entonces se ha convertido en la única base de la marina y la fuerza aérea rusas en el Mediterráneo. Además, Siria ha servido de auténtico campo de entrenamiento para el ejército ruso. Allí se han probado nuevas armas: "Más de 300", presumió el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, en julio de 2021.

Siria fue el único país árabe que apoyó la acción de su aliado ruso ya el 25 de febrero, tres días antes del lanzamiento de la invasión de Ucrania. "El presidente Assad subrayó que lo que está ocurriendo hoy es una corrección de la historia y un restablecimiento del equilibrio del orden internacional tras la caída de la Unión Soviética", dijo la Presidencia siria en un comunicado. "Enfrentarse a la ampliación de la OTAN es un derecho para Rusia", añadió Bashar Al-Assad, que calificó a la organización atlántica de "amenaza global" y "herramienta para aplicar las políticas irresponsables de los países occidentales para desestabilizar el mundo". Además, Assad y Putin comparten un ideal común: la creación de un territorio lo más homogéneo posible, libre de opositores, "terroristas" y otros "nazis".

Assad está acostumbrado a "corregir la historia". Su padre, Hafez Al-Assad, accedió a la jefatura del Estado en 1970 tras un golpe de Estado descrito en su momento como un "movimiento rectificador" (harake tashihieh).

El papel de Wagner

En estos momentos hay una campaña de reclutamiento de ex soldados del ejército sirio por parte de empresas privadas rusas, como Wagner. Y recordemos que también se han enviado mercenarios sirios a Libia. Concretamente, el 11 de marzo, Shugu propuso el envío de ciudadanos sirios al frente ucraniano al presidente Vladímir Putin, que se apresuró a aprobarlo en una reunión de su consejo de seguridad. Dijo que "en primer lugar, los que quieren, los que han pedido [ir a luchar] son ciudadanos de Oriente Medio, sirios", según el portavoz presidencial ruso Dmitry Peskov. Putin, obviamente, aprobó esta propuesta, argumentando que "los patrocinadores occidentales del régimen ucraniano ni siquiera se esconden" y están reuniendo "mercenarios de todo el mundo para enviarlos a Ucrania".

Ese mismo día, la televisión estatal rusa difundió imágenes sin fecha facilitadas por el Ministerio de Defensa que mostraban una manifestación de sirios leales al régimen. Vestidos de uniforme y con armas en la mano, se reúnen con un telón de fondo de pancartas con los colores de Rusia y retratos del presidente ruso. "Los veteranos acuden a los lugares de reclutamiento de las fuerzas armadas sirias y quieren saber si se están reclutando voluntarios para estar del lado de Rusia, como ha ocurrido con Siria", detalló el ministerio, según medios rusos.

Según diversas fuentes, los auxiliares de las fuerzas rusas reciben sueldos mensuales que oscilan entre 800 y 1.800 dólares (entre 724 y 1.629 euros). Una fortuna para una familia siria y unas cien veces lo que gana un soldado al mes. Y para Bashar Al-Assad, una forma de agradecer a su protector ruso.

Es imposible saber exactamente cuántos combatientes sirios hay. Putin ha mencionado la cifra de 12.000 hombres, que parece exagerada, pero el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), con sede en Londres, que fue una de las principales fuentes de información sobre el terreno durante el conflicto sirio, fue más allá, indicando el 15 de marzo que Rusia ha elaborado listas de 40.000 combatientes del ejército sirio y de las milicias aliadas, listos para ser desplegados en Ucrania. "Más de 40.000 sirios se han inscrito hasta ahora para luchar junto a Rusia en Ucrania", dijo Rami Abdel Rahman, director del OSDH, sin mencionar ninguna salida a la zona de combate. Según la ONG, oficiales rusos, en coordinación con el ejército sirio y las milicias aliadas, han abierto oficinas de reclutamiento en zonas en poder del régimen de Damasco. Sin embargo, un funcionario del gobierno sirio negó la existencia de esta campaña de reclutamiento. "Hasta ahora, no se ha registrado ningún nombre, no hay soldados registrados y nadie ha ido a Rusia para luchar en Ucrania", dijo a la AFP Omar Rahmoun, del Comité de Reconciliación Nacional.

Según el sitio web de noticias de la oposición siria Baladi News, Rusia ha pedido a las Fuerzas de Defensa Nacional (FDN), milicias locales creadas en noviembre de 2012 para apoyar al ejército sirio, que envíen hombres a luchar en Ucrania. Y según este medio local citado por el Syrian Observer, Nabel Al-Abdallah, el jefe de esta milicia en la ciudad cristiana de Al-Suqaylabiyah, en la provincia noroccidental de Hama, había expresado su apoyo a Rusia alabando los lazos de amistad entre Assad y Putin. Baladi News informó de que la parte rusa estaba pidiendo a Abdullah que registrara los nombres de los combatientes en la base aérea rusa de Hemeimin, al norte de Latakia, en la costa, sobre la base de contratos semestrales.

En cualquier caso, Siria no sería el único país que enviaría hombres a luchar: varios países africanos donde Rusia ha desplegado tropas a través del grupo Wagner se han unido al movimiento, según los medios de comunicación. Cierto o falso, es imposible saber a estas alturas la realidad de lo que representan exactamente estas brigadas que lucharán en el lado ruso o ucraniano.

Inflación galopante

Pero para Siria el coste de esta nueva guerra, además del coste en cientos de miles de vidas, es exorbitante. "Basta con que alguien estornude en un país lejano para que nos sacudamos en casa", bromea Tony, un guía turístico en paro para el que la carne es un lujo que ya no puede permitirse, como muchos otros sirios desesperados. "Desde la intervención rusa, el sándwich de falafel, que es el alimento más barato para el sirio medio, ha pasado de 1.300 a 2.000 libras" (0,46 a 0,72 euros). "El precio del kilo de lentejas, un alimento básico, se ha duplicado con creces: de 3.000 a 6.500 SYP [de 1,08 a 2,34 euros]; el del aceite de cocina, de 9.000 a 14.000 SYP [de 3,24 a 5,04 euros]; y el del kilo de harina, de 2.200 a 4.500 SYP [de 0,79 a 1,62 euros]", declaró a Orient XXI.

Y en este invierno especialmente duro, que golpea a Siria como al vecino Líbano, también en crisis, el gasóleo de calefacción escasea. El coste elevado de las materias primas también es un problema para Siria, que depende de Irán y Rusia –sus dos aliados– par abastecerse de petróleo y el trigo.

Teherán y Moscú –que comparten el pastel sirio– avanzan o retroceden según las circunstancias. Irán está ganando terreno en Siria aprovechando que Rusia está demasiado ocupada con su guerra en Ucrania. En este sentido, Damasco y Teherán han reforzado recientemente sus relaciones, con varias reuniones de alto nivel entre funcionarios de seguridad y políticos de ambos países para "seguir promoviendo su cooperación", según informa el sitio web The Syrian Observer en su edición del 4 de marzo. En la misma edición, y citando a Baladi News, también informó de incidentes entre elementos proiraníes y prorrusos en la ciudad de Hassakeh, en el noreste de Siria.

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Siria sufre así las secuelas de la guerra de Ucrania, once años después del estallido de un conflicto de violencia sin precedentes en su territorio que la ha dejado desamparada, con seis millones de refugiados en todo el mundo y otros tantos desplazados internos. En este siglo implacable e inhumano, las masas de refugiados se suceden, navegando hacia un futuro incierto. Los ucranianos, siguiendo a los sirios y otros afganos y africanos. Éxodos interminables.

Henry Mamarbachi fue periodista de la Agencia France Presse ( AFP ). Trabajó como corresponsal en Beirut y Rabat, así como en los servicios económicos y diplomáticos en la sede de la agencia.

Texto en francés. Aquí

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