Los ataques de Hamás muestran un enorme fracaso de seguridad de Israel
En el espacio de unas horas, el sábado 7 de octubre, combatientes de Hamás, muy decididos pero equipados con medios rudimentarios, rompieron uno de los sistemas de seguridad más sofisticados del mundo, compuesto por una barrera de seis metros de altura y sesenta y cinco kilómetros de longitud, vigilada constantemente por un sistema de cámaras, radares, drones y otros sensores térmicos.
Procedentes de un territorio, la Franja de Gaza, sometido a un bloqueo y a una vigilancia estricta, desbarataron los planes de un Estado, Israel, que gasta más de 20.000 millones de euros al año en su ejército y cuyo primer ministro se enorgullece de situar la seguridad en el centro de su política. Su incursión provocó una masacre cuya magnitud probablemente aún no se ha medido del todo. ¿Cómo fue posible?
Cinco días después de los acontecimientos, incluso los observadores más sagaces tienen más preguntas que respuestas, y las mentes están más centradas en la guerra, que aún continúa, que en el análisis frío. Pero ya parecen estar surgiendo algunas observaciones.
Fuentes humanas fallidas en Gaza
La primera se refiere a los servicios de inteligencia israelíes, en particular el Shin Bet (responsable de la inteligencia interior) y los servicios de inteligencia militar, incluidas las unidades responsables del ciberespionaje y la vigilancia, que no fueron capaces de predecir el ataque de Hamás.
Uno de los antiguos directores del Shin Bet, el contralmirante Ami Ayalon, habla sin rodeos de un "enorme fracaso" por parte de las agencias de seguridad israelíes. Para este alto oficial, este fracaso se explica por el hecho de que "toda la inteligencia en Gaza se basaba en la vigilancia electrónica". De hecho, la Franja de Gaza está permanentemente intervenida, en particular por los miembros de la unidad de inteligencia militar 8200, conocida por su especialidad en ciberespionaje. Sin duda, los dirigentes del ala militar de Hamás consiguieron esquivar esa vigilancia evitando comunicarse por teléfono e Internet.
"Hamás ha conseguido mantener su ataque en secreto incluso dentro de su propia organización. Hubo incluso un plan para desinformar a los israelíes y hacerles creer que la organización agonizaba", explica el coronel retirado e investigador Michel Goya.
Además de la vigilancia electrónica, el Estado hebreo también tiene fama de contar con una amplia red de fuentes humanas en Gaza, en su mayoría palestinos víctimas del chantaje y la presión de los servicios israelíes, a los que amenazan con revelar detalles de su vida privada o les ofrecen tratamientos médicos a cambio de información.
¿Ha desmantelado Hamás la red de informadores? ¿Israel ya no tiene suficiente influencia sobre ellos?
¿Por qué esas fuentes humanas no fueron capaces de detectar la operación? La respuesta de Ami Ayalon sugiere que esa red humana puede haberse descuidado debido a un exceso de confianza en las capacidades de la inteligencia cibernética y de señales. Pero ésta no es la única opción.
"No hubo alertas por parte de los informadores ¿Será porque Hamás mantuvo la información sobre la operación dentro de un círculo muy restringido? ¿La red de informadores habría sido desmantelada por Hamás? ¿Israel ya no tiene suficiente influencia sobre ellos? La cuestión sigue abierta", afirma Amélie Férey, coordinadora del Laboratorio de Investigación sobre Defensa del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI).
Más allá de sus orígenes, queda por establecer el grado exacto de ceguera de los servicios de inteligencia israelíes. Para Amos Harel, columnista militar del diario israelí Haaretz, los acontecimientos del sábado 7 de octubre fueron una "sorpresa total" para los servicios de inteligencia. Sin embargo, cuatro "altos funcionarios" de Defensa israelíes entrevistados por el New York Times matizaron esta afirmación: en su opinión, los servicios de inteligencia israelíes habían "advertido en varias ocasiones de que podía estallar un conflicto militar". Pero estos indicios "de que Hamás estaba preparando una operación de envergadura" no eran suficientes para "tener una visión clara de la situación", afirmó uno de ellos.
Dos días después del ataque de Hamás, un responsable de los servicios de inteligencia egipcios declaró a la prensa que su país había advertido en varias ocasiones a los israelíes de que se estaba preparando "algo grande", pero que sus interlocutores habían "subestimado" estas advertencias.
Esas declaraciones fueron confirmadas el miércoles 11 de octubre por Michael McCaul, presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. “Sabemos que Egipto advirtió a los israelíes tres días antes de que podría producirse un acontecimiento como éste", declaró a los periodistas tras una reunión informativa a puerta cerrada con funcionarios de la administración Biden. “La cuestión es saber a qué nivel".
Todas estas declaraciones deben tomarse con cautela: están en el centro de implicaciones políticas y diplomáticas que van más allá del simple ejercicio de analizar estos fallos. Para los servicios de inteligencia israelíes, afirmar que hubo "advertencias", por imprecisas que sean, es una forma de descargar parte de la culpa del fracaso en un poder político que no hizo nada.
Para las diplomacias extranjeras como la egipcia, decir que les han proporcionado información de inteligencia sobre un ataque inminente es tanto una forma de valorar el trabajo de sus servicios como de presionar a Israel para que el conflicto no se "extienda" a Egipto, a través de la afluencia de refugiados, por ejemplo, el gran temor de El Cairo.
Los límites conocidos de la "Cúpula de Hierro”
El segundo aspecto del fracaso de Israel tiene que ver con su ejército y sus fuerzas del orden: una vez lanzado el ataque por Hamás y sus aliados, tardaron muchas horas en reaccionar y luego en detenerlo.
Las imágenes de cohetes y misiles cayendo sobre Tel Aviv o Jerusalén fueron una sorpresa, dado que Israel ha publicitado en el pasado su "cúpula de hierro", sistema de defensa antiaérea que se supone crea una burbuja protectora alrededor de sus ciudades. Su principio es relativamente sencillo: si los radares del sistema detectan misiles aproximándose que puedan alcanzar zonas pobladas, activan el envío de misiles interceptores para destruirlos.
¿Ha fallado ese sistema? Sí y no. El 7 de octubre, Hamás afirmó haber disparado una primera salva de 3.000 cohetes, mientras que el ejército israelí cifra la cifra en 2.500. A juzgar por la información disponible por el momento, el número de proyectiles que realmente alcanzaron su objetivo es muy inferior a ese orden de magnitud. Por lo tanto, la "Cúpula de Hierro" probablemente ha logrado detener la gran mayoría de las bombas lanzadas sobre Israel. Pero también ha mostrado ciertas limitaciones, que ya han sido identificadas.
Desplegada por primera vez en 2011, la cúpula "no es un sistema 100% eficaz", señala Marc Hecker, investigador del IFRI y autor con Élie Tenenbaum de La Guerre de vingt ans. Djihadisme et contre-terrorisme au XXIe siècle (La guerra de los veinte años. Yihadismo y contraterrorismo en el siglo XXI, edic. Robert Laffont, 2021). "Su vulnerabilidad era conocida: la saturación por exceso de disparos", prosigue el investigador, que tuvo la oportunidad de visitar una batería en 2019. El número limitado de misiles interceptores de las baterías y el tiempo necesario para recargarlos hacen que esta protección no sea infalible ante salvas de cientos –no digamos miles– de cohetes lanzados simultáneamente. Cada bomba lanzada sobre el lado israelí en los últimos años es un recordatorio de que eso Hamás lo había entendido.
La verdadera cuestión es saber cómo ha podido la organización armada amasar semejante arsenal en Gaza. En teoría, la franja de 40 kilómetros cuadrados está bloqueada desde 2007, lo que impide la importación de armas y limita la de equipos electrónicos que podrían utilizarse para fabricarlas.
Es un secreto a voces que Hamás aún consigue introducir armas a través de redes de contrabando que utilizan túneles subterráneos conectados con Egipto y cargamentos lanzados en alta mar y luego recuperados por buzos. También es muy probable que existan fábricas caseras de cohetes. Pero la magnitud del arsenal de municiones ha sorprendido claramente a Israel, al igual que la capacidad de la organización para utilizarlo en una operación compleja y al parecer cuidadosamente preparada.
El muro de los mil millones, derribado por explosivos y excavadoras
Otro emblema de la política de seguridad israelí socavado por los autores de los atentados terroristas del 7 de octubre ha sido el muro que rodea la Franja de Gaza. La estructura de seis metros de altura, que se dice costó más de mil millones de dólares (940 millones de euros), fue franqueada por varios cientos o incluso miles de combatientes de Hamás.
Varios vídeos de propaganda, emitidos casi en directo, dan una idea de cómo lo hicieron. En primer lugar, inutilizaron algunos de los sensores israelíes (radares, cámaras…): un vídeo muestra el lanzamiento de explosivos, probablemente desde drones, sobre las torres de observación que bordean la valla.
Al mismo tiempo, los drones de vigilancia israelíes parece ser que quedaron inutilizados (al menos en parte) por la eliminación de los soldados que podrían haberlos manejado. "La pregunta más frecuente es: ¿dónde estaban los drones de vigilancia israelíes? La respuesta es que todas las personas que deberían haber estado operando esos drones ya estaban muertas", según analiza el periodista israelí Assaf Gilead, especializado en nuevas tecnologías.
Poco después de entrar en territorio israelí, combatientes de Hamás atacaron y tomaron el control de la base militar de Reim, sede del cuartel general de la división de Gaza y donde están destinados algunos de los soldados encargados de vigilar el muro y los drones; probablemente fueron ejecutados.
Una vez anulada la vigilancia, los combatientes de Hamás se abalanzaron sobre la barrera, atacándola con explosivos, luego con cizallas y excavadoras, para luego irrumpir por las brechas en motocicletas, en 4x4 o a pie. Al mismo tiempo, otros combatientes llegaron por aire utilizando un sistema de parapentes motorizados.
“En primer lugar, intentaron romper los medios de comunicación de los israelíes para, junto con el lanzamiento de cohetes, contribuir a la confusión", resume Michel Goya. “Luego hubo un ataque frontal al puesto fronterizo, una penetración muy rápida de fuerzas ligeras, seguida de una segunda fase de fuerzas más equipadas que penetraron más profundamente en el terreno. A partir de ahí se convierte en una operación enjambre. Los comandos se dispersan por distintos lugares y resulta muy complicado detenerlos.”
Como con la "Cúpula de Hierro", el gran número de asaltos simultáneos al muro fue lo que probablemente acabó con las defensas israelíes: aunque parte del sistema acabó detectando presencias anómalas, fue incapaz de hacerles frente en tan poco tiempo y en tantos lugares a la vez. En total, se registraron una treintena de brechas.
Para Marc Hecker, ese modus operandi representa "un punto ciego estratégico" tanto para las fuerzas de seguridad israelíes como para los investigadores. "Ha habido infiltraciones antes, pero no a esta escala. Ni siquiera los escritores de ficción lo habían imaginado. En la serie Fauda [serie israelí que narra las aventuras de una unidad de élite infiltrada en un entorno palestino - nota del editor], se muestra una infiltración, pero sólo de una docena de individuos que atravesaron un túnel. El 7 de octubre, según cifras de Tsahal, cruzaron el muro unos 1.500 militantes de Hamás a plena luz del día.”
La tardanza en llegar de los soldados y su debilidad en el combate cuerpo a cuerpo
Otro aspecto probable del fracaso del aparato de seguridad israelí ha sido la aparente falta de capacidad de respuesta de los servicios de emergencia. Una vez contabilizadas las primeras víctimas y realizadas las primeras llamadas de socorro, desde los kibutz más cercanos a la frontera y desde el lugar donde se celebraba una fiesta tecno (en la que mataron a 260 participantes), varios testigos se quejaron de la lentitud del ejército y de las fuerzas del orden a la hora de intervenir.
Durante las primeras horas del asalto, hombres y mujeres se vieron obligados a llamar en directo a las televisiones desde sus escondites para pedir ayuda. Muchos esperaron durante larguísimas horas.
Hay tres razones que explican esta lentitud. En primer lugar, el éxito del ataque a la base de Reim, que probablemente contribuyó a desarticular la cadena de mando israelí. En segundo lugar, "el ejército israelí esperó a estar desplegado en el norte antes de comenzar sus operaciones en el sur [donde Hamás había lanzado sus ataques - nota de la redacción], porque temía que se abriera simultáneamente un segundo frente", explica Amélie Férey. Además, más en general, cabría añadir el hecho de que, desde hacía muchos meses, el ejército israelí estaba más concentrado en Cisjordania que en la Franja de Gaza, donde las tropas de Tsahal se habían reducido progresivamente.
Ciertas escenas captadas en vídeos mostraban ejemplos de "preparación para el combate problemática", informa el columnista militar de Haaretz Amos Harel.
Cuando finalmente intervinieron, esos soldados no siempre tuvieron los reflejos adecuados, objetan también los especialistas. A pesar de las "heroicas batallas" libradas por los miembros de las fuerzas del orden (y a veces por civiles) para desarmar a los atacantes, algunas escenas captadas en vídeos mostraron ejemplos de "preparación para el combate problemática" y "la incompetencia de ciertas fuerzas tomadas por sorpresa", informa el columnista militar de Haaretz Amos Harel.
Un problema puede estar, paradójicamente, relacionado con el equipamiento de vanguardia utilizado por los soldados israelíes. "Es un ejército muy tecnificado, y la alta tecnología permite aumentar el alcance y, por tanto, la distancia hasta el objetivo", señala Amélie Férey, parte de cuya tesis versa sobre la utilización de drones armados por el Tsahal. "Hamás, en cambio, no es sofisticado; sus combatientes están obligados –y por tanto entrenados– al combate cuerpo a cuerpo. Los israelíes también están entrenados para ello, pero si no lo haces todos los días, es inevitablemente más complicado", observa la investigadora.
Una de las claves para entender el fracaso de Israel parece residir en un exceso de confianza en sus recursos tecnológicos. Pero esa ceguera probablemente no habría tenido tantas consecuencias si no hubiera ido acompañada de errores de análisis fundamentales en relación con Hamás y a decisiones políticas desastrosas.
"Subestimación evidente" de Hamás y de su determinación
Un oficial superior de la reserva israelí entrevistado por Haaretz el 7 de octubre lo resumió perfectamente. “Llevamos años viviendo en una realidad imaginaria", declaró al diario. “Nos hemos vuelto demasiado dependientes de la sofisticada barrera subterránea y de la tecnología. Estábamos convencidos de un Hamás disuadido y asustado, y de que siempre tendríamos alertas tempranas. Pensábamos que sabíamos analizar sus intenciones y pensamientos. Vamos a tener una resaca difícil.”
De hecho, el Estado Mayor del Tsahal parece haberse convencido poco a poco de que sus pasadas victorias militares y sus dispositivos de seguridad habían disuadido a Hamás de atacar. "Ha habido una clara subestimación de sus adversarios, de su determinación y de las razones de su movilización", piensa también Xavier Guignard, miembro del centro de investigación independiente Noria, especializado en Palestina. "Había un cierto desprecio por Hamás y sus capacidades", confirma Michel Goya.
"Es a la vez el resultado de una forma de arrogancia que nos hacía creer que 'esos árabes no serían capaces de' y, en general, de una doctrina que no es exclusiva de los israelíes, que empieza a imponerse, y que nos haría creer que la paz económica puede sustituir a la paz política", añade el investigador de Noria.
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El gobierno israelí ha hecho recientemente algunos pequeños gestos de apertura económica al conceder algunos miles de permisos de trabajo a residentes de Gaza. Pero en el caso palestino, "la gente no lucha por el pan de cada día o por la seguridad: hay una dimensión casi existencial, de querer tener una vida digna, libre y colectivamente determinada, a la que a menudo se resta importancia".
Por tanto, las fuerzas armadas israelíes han considerado erróneamente que Hamás no constituía una amenaza inmediata y habían perdido interés, al menos en parte, en la Franja de Gaza, donde está establecida. A ello ha contribuido sin duda el gobierno nacionalista de derechas y de extrema derecha de Benyamin Netanyahu, que desde 2022 ha fomentado la expansión de los asentamientos en Cisjordania, y por tanto una reorientación de las unidades de Tsahal en esa región, en detrimento de Gaza, para garantizar la seguridad de los colonos.
Traducción de Miguel López