La Italia de Meloni se convierte en el laboratorio de la extrema derecha para acabar con el aborto
"Interrupción voluntaria del patriarcado". Ese fue el lema de la manifestación celebrada en Ancona el sábado 6 de mayo para defender la posibilidad de abortar, amenazada por el gobierno de extrema derecha que gobierna Italia desde hace siete meses.
Un minuto de silencio por "las miles de mujeres que murieron porque tuvieron que abortar ilegalmente"; perchas gigantes con la leyenda "Nunca más"; pancartas en las que se leía "Tu Dios no es mi médico" o "Dios, patria, familia: qué vida de mierda"; globos con la forma de la píldora RU 486; y una estatua de una vagina llevada en procesión con una pancarta en la que se leía "Iglesia fuera de nuestras bragas"...
La elección de Ancona, puerto adriático a cuatro horas en tren de Roma, para una manifestación "nacional" pero de difícil acceso, tiene su explicación. Fue aquí donde Giorgia Meloni lanzó, hace un año, la campaña que le permitió tomar las riendas del país en septiembre, reivindicando que la región de Las Marcas, de la que Ancona es capital, debía ser el laboratorio de Italia.
Marte Manca trabaja en una fábrica textil de Macerata, una pequeña ciudad a unos 50 kilómetros de Ancona, se define como transfeminista, se identifica con el género masculino y está agotado, la víspera de la manifestación, por el tiempo dedicado a organizarla.
“Las medidas tomadas por el gobernador de Las Marcas, Francesco Acquaroli, desde que los Fratelli d'Italia ganaron la región en 2020, son un modelo para Meloni, al que está muy unido, a nivel nacional", explica Manca. “Y son sencillas. Confiar todo el presupuesto destinado a las familias a asociaciones provida para supuestamente ayudar a la natalidad. E impedir al máximo el acceso al aborto”.
En Las Marcas, el aborto no está prohibido, pero se está volviendo imposible, porque se hace todo lo posible para obstaculizar y disuadir a las mujeres embarazadas de hacerlo, y porque ya no se encuentran suficientes médicos dispuestos a practicarlo.
Cuando en 1978 se legalizó el aborto en Italia mediante la "Ley 194", una cláusula permitía a los médicos declararse "objetores de conciencia". Y el número de objetores de conciencia no ha dejado de aumentar en los últimos años, hasta el punto de que muchos centros públicos –los únicos autorizados a practicar abortos en Italia, impidiendo la existencia de centros privados proabortistas como los de Estados Unidos– han dejado de ofrecer la posibilidad de abortar.
“En el Véneto, Piamonte, Basilicata, Umbría, Sicilia y Cerdeña, el número de objetores de conciencia supera el 50%", explica Marte Manca. “En Basilicata sólo hay un hospital donde todavía es posible abortar. En los Abruzos o Umbría, sólo dos. Y aquí, en Las Marcas, el número disminuye constantemente.”
Algunos médicos ya se niegan a recetar píldoras abortivas o a atender a una mujer que sangra después de dar a luz
Martina Avanza trabaja desde hace años como socióloga sobre los movimientos provida y el acceso al aborto.
“La objeción de conciencia existe en otros lugares más que en Italia", explica. “Pero aquí es enorme. Los médicos suelen proceder de entornos conservadores y católicos, sobre todo los jefes de servicio, y contratan a médicos que están de acuerdo con ellos. Pero muchos objetores de conciencia no son activistas antiabortistas. No quieren ser mal vistos en un país donde el aborto sigue siendo un estigma, arriesgarse a obstaculizar su carrera o, simplemente, pasarse el día practicando sólo abortos cuando éste se ha convertido en el destino de los pocos médicos que aceptan hacerlo".
Para esta investigadora, "hemos asistido a una extensión de esta noción de objeción, que normalmente sólo se refiere al acto en sí. Algunos médicos ya se niegan a recetar píldoras abortivas o a tratar a una mujer que sangra después de dar a luz. Ahora hay incluso anestesistas, enfermeros y hasta farmacéuticos que se declaran objetores y obstaculizan el acceso de las mujeres al aborto. Este uso ideológico de la objeción de conciencia va, por tanto, mucho más allá de lo que originalmente preveía la ley, que no era más que una medida excepcional.”
En este contexto, Marte Manca dedica el tiempo en que no trabaja como mecánico en las máquinas de su fábrica textil a recorrer la región con su pareja para ayudar a abortar a las jóvenes que lo desean, ayudándolas en los trámites y llevándolas a los pocos lugares donde aún es posible esa práctica.
"Conocemos a los pocos médicos seguros que todavía practican abortos en la región o fuera de ella. Y hacemos crowdfunding para pagar las pruebas de embarazo, las ecografías, etc., para que el aborto siga siendo gratuito y accesible a las estudiantes sin recursos o a las emigrantes, algunas de las cuales llegan embarazadas porque las violaron durante el viaje", explica.
Hasta ahora, el hospital de Ascoli Piceno, ciudad mediana de la región de Las Marcas situada a unos 100 km al sur de Ancona, practicaba abortos, pero sólo los sábados alternos, gracias a la AIED (Asociación Italiana para la Educación Demográfica) y a algunos médicos comprometidos que han venido especialmente de Milán, Bolonia y Perugia para hacerlo.
“Todos los médicos del hospital de Ascoli son objetores de conciencia", explica Tiziana Antonucci, de 65 años, responsable de la asociación AIED en Las Marcas, que había conseguido que el hospital de Ascoli accediera a practicar abortos una vez a la semana. “Pero el convenio que teníamos desde 1980, es decir cuarenta y tres años, fue bruscamente retirado a principios de este año por la región dirigida por los Fratelli d'Italia. Desde entonces no ha habido más abortos en el hospital de Ascoli. La región de Las Marcas ya no garantiza, como debería, la posibilidad de abortar a las mujeres de aquí".
Marina Toschi, de 67 años, ginecóloga jubilada, vive en Perugia, a más de dos horas en coche de Ascoli. Desde hace años, acude allí cada dos sábados para practicar estos abortos que se han vuelto imposibles.
“Como médico, me resulta insoportable ver que se pone en peligro a estas jóvenes reduciendo los lugares donde pueden abortar", afirma. “Pero también ver que se limitan las posibilidades de abortos farmacológicos, menos complicados que la cirugía, o que aumenta el rechazo al método de aspiración de Karman, menos doloroso que el legrado.”
Lo que se creía una gran victoria (...) no era más que una ilusión
El aborto farmacológico solo se permitió "en 2010 en Italia, y en 2016 en Las Marcas, ya que desgraciadamente no existe una política sanitaria nacional", afirma Marina Toschi. "Esta regionalización de la sanidad es un desastre en el contexto político en el que estamos. Hace tres años, el entonces gobierno de centro-izquierda autorizó la distribución de píldoras abortivas en los centros de planificación familiar y amplió el plazo para tomar la píldora de siete a nueve semanas."
Pero, continúa, "lo que se tomó por una gran victoria, ya que como médico me arriesgaba hasta a cinco años de cárcel por dar la píldora abortiva fuera de un marco legal, no era más que una ilusión. Cualquier ley relativa a la salud debe ser transcrita por cada región. Tres años después, nos encontramos en una situación en la que sólo tres regiones han aceptado seguir la directiva y distribuir la píldora RU 486 en los centros de planificación familiar. Y la región de Las Marcas, gobernada por la extrema derecha, votó en contra de ampliar el plazo a nueve semanas. Así que el plazo aquí se ha quedado en siete semanas, que es muy poco, sobre todo teniendo en cuenta la necesidad de dejar una semana de reflexión entre la obtención de la receta y la realización del aborto.”
Durante la campaña electoral, como desde que asumió el cargo, Giorgia Meloni repitió que no tocaría la Ley 194. Pero "no la necesita para impedir que las mujeres italianas aborten", explica Martina Avanza. “La Ley 194, aprobada en 1978, no concede un verdadero derecho al aborto. Es una ley sobre "la protección social de la maternidad y el aborto", cuyo primer artículo establece que el aborto debe evitarse en primer lugar. Meloni está en lo cierto cuando afirma que no quiere cuestionar la ley, sino aplicarla en su totalidad, y que también defiende el derecho a no abortar.”
Para la investigadora, el Gobierno actual tiene "muchas posibilidades de complicar el acceso al aborto y de desbaratar ese derecho sin hacer grandes cambios legislativos que harían chirriar a Europa y correrían el riesgo de ofender a la opinión pública. Hay que recordar que Meloni fue elegida en un contexto de alta abstención y que no tiene un interés especial en oponerse frontalmente una ley aprobada por la mayoría de los italianos”.
Martina Avanza explica que entre esas posibilidades se incluye el hecho de que, tanto en Las Marcas como en el resto de Italia, las asociaciones pro-vida se estén imponiendo cada vez más abiertamente en los hospitales para hacer que las mujeres que solicitan abortos se sientan culpables: "Incluso dentro de los hospitales, te sermonean, te hacen escuchar el corazón del embrión, esto es un abuso institucional.”
Estas asociaciones provida sienten ahora que les crecen las alas y ven aumentar su financiación, en un contexto en el que Maurizio Gasparri, senador de Forza Italia –el partido de Berlusconi que forma parte de la coalición gobernante– ha presentado recientemente un proyecto de ley que pretende que la "capacidad jurídica" que actualmente se adquiere al nacer se otorgue en adelante en el momento de la concepción para "proteger" a los embriones.
Algunas asociaciones llegan incluso a recuperar restos humanos de abortos para darles sepultura y una ceremonia cristiana.
"En Estados Unidos, hemos visto a algunos comandos robar restos humanos de hospitales. Pero en Italia existe una laguna legislativa que hace que eso no sea ilegal y que las asociaciones "pro-vida" puedan llegar a acuerdos con las complacientes direcciones de los hospitales", afirma Martina Avanza.
Francesca Tolino, una mujer romana que tuvo que someterse a un aborto terapéutico, descubrió una cruz con su nombre en un cementerio de la capital italiana y decidió luchar contra estas prácticas lanzando una campaña por la libertad de abortar.
Esa ecuación que vincula aborto y baja natalidad es sencillamente falsa
“La situación es aún más difícil para las mujeres que tienen que someterse a abortos terapéuticos, que se practican tarde y cuando el embarazo era deseado", afirma Martina Avanza. “En Italia hay aún menos médicos prestos a ello que a practicar un aborto. Y muchas mujeres italianas se ven obligadas a ir a Londres o Suiza.”
Para Tiziana Antonucci, estas restricciones al acceso al aborto son especialmente indignantes porque "están vinculadas a un discurso sobre la natalidad que pretende aliviar las angustias demográficas del país. Pero esa ecuación que vincula aborto y baja natalidad es sencillamente falsa. Francia tiene al mismo tiempo las tasas más elevadas de aborto, anticoncepción y fecundidad, porque las mujeres trabajan, son independientes y cuentan con ayudas familiares y guarderías. En cambio, las jóvenes italianas se marchan al extranjero porque las oportunidades laborales que se les ofrecen son insuficientes en un país que sigue siendo muy machista.”
Chiara Saraceno, eminente socióloga de la familia, hace la misma observación: "Nuestros políticos no han entendido, o no han querido entender, que existe un vínculo positivo entre la fecundidad y la igualdad entre hombres y mujeres. Todas las comparaciones empíricas con otros países muestran que la mejor manera de apoyar la natalidad es apoyar la igualdad entre hombres y mujeres, ofrecer buenos servicios públicos y permitir que las mujeres tengan empleos buenos y bien remunerados."
Siento una presión constante para tener hijos. Parece que todo el mundo me está diciendo que la supervivencia de Italia depende de ello
Federica Recanati, estudiante de filología clásica de 26 años, acudió al acto de Ancona como vecina, ya que vive a pocos kilómetros de la capital de Las Marcas. "Siento una presión constante para tener hijos. Parece que todo el mundo me está diciendo que la supervivencia de Italia depende de ello. Cuando tengo que comprar mi píldora anticonceptiva, ya que no es gratuita en Las Marcas, siento que estoy haciendo algo malo. Por eso me manifiesto hoy. Temo que mi derecho al aborto desaparezca ahora que la extrema derecha está en el poder."
Flavia, de 30 años, y Veronica, de 33, vinieron con sus pancartas desde Emilia-Romaña para participar en la manifestación. También creen que hay un contexto ideológico que querría limitar su papel social como mujeres al de ser madres.
“Me crié en una familia católica", explica Flavia. “Pero mis padres no se oponían al aborto, aunque no lo hubieran hecho. Tengo la impresión de que estamos asistiendo a un cambio de época. Hoy, todo lo que hace Meloni en el poder es legal. Esto significa que ni siquiera nos sentimos ya protegidos por la ley, cuyas deficiencias podemos ver ahora".
Para Federica, este abismo se mide a diario: "Cuando le explico a mi madre que, si me quedara embarazada, tendría que salir de la región para abortar, alucina y le cuesta creerme. Cuando se quedó embarazada por tercera vez y dudaba si tener el hijo, su médico le ofreció una píldora abortiva, aunque finalmente decidió quedarse con el bebé. Eso fue hace veinte años y hoy eso parece muy lejano.”
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Para Marina Toschi, que fue una de las ginecólogas que impulsaron la aprobación de la Ley 194, la situación es amarga: "Esto es alucinante. En los años 70, Italia era un laboratorio para la izquierda. Hoy es el laboratorio de la extrema derecha".
Traducción de Miguel López