El hombre tiene en Japón la última palabra sobre el aborto de la mujer

Una mujer camina por la calle Okachimachi de Tokio.

Johann Fleuri (Mediapart)

Tokio (Japón) —

En 2020, a una mujer que se quedó embarazada tras ser violada se le negó el aborto en varias clínicas japonesas. No pudo aportar una prueba escrita del consentimiento de la "pareja". Este caso, que ha recibido mucha atención mediática, no es ni mucho menos un caso aislado, según las asociaciones de protección de las víctimas de la violencia sexual.

En Japón, "muchas mujeres dan a luz a sus hijos por la única razón de no haber podido abortar", afirma Chisato Kitanaka, profesora asociada de la Universidad de Hiroshima, socióloga especializada en violencia sexual y directora de dos asociaciones.

"Si el aborto se realiza en Japón, sigue considerándose un delito, según el Código Penal", agrega. "Muchos japoneses no son conscientes de ello". La ley tolera el aborto bajo ciertas condiciones: cuando el embarazo supone un peligro para la salud de la madre o por razones económicas. "No está escrito que la mujer pueda decidir abortar por su propia voluntad, tiene que justificarse", explica.

Según la llamada ley de "protección de la maternidad", en vigor desde 1996, una mujer casada debe presentar una prueba escrita del consentimiento de su marido si desea abortar o se le denegará el procedimiento. Por miedo a ser perseguidos, los médicos del país están fomentando el sistema aún más, exigiendo a todas las mujeres, incluidas las solteras, el famoso papel.

Violación de los derechos de las mujeres casadas

"Las mujeres solteras a menudo desconocen que no están obligadas a proporcionar el papel", explica Chisato Kitanaka. "Confían en las clínicas que los piden". La sórdida ironía del documento es que, en el caso de la mujer soltera, "las clínicas no comprueban si la persona que firmó es en realidad la pareja".

La mujer casada está atada de pies y manos si su marido se opone al aborto: una situación insostenible en un país donde "no se reconoce la violación marital". Chisato Kitanaka afirma que "en los hogares donde hay violencia, suele haber muchos nacimientos". 

También describe un caso: "En las parejas que se divorcian después de episodios de violencia, la separación oficial puede durar años. Si la mujer inicia una nueva vida y se queda embarazada de su nueva pareja y desea abortar, es el marido quien debe firmar el consentimiento: a ojos de la ley, sigue siendo el padre. Si da a luz al niño, "no puede ser inscrito en el registro civil": niños que no pueden, por ejemplo, ir a la escuela. "Existen, viven escondidos", advierte la socióloga.

Otro obstáculo importante es el precio. El aborto en Japón es caro, entre 100.000 y 500.000 yenes (entre 800 y 4.000 euros), "una fortuna para una estudiante de secundaria o universitaria". El procedimiento se realiza mediante un legrado, un método quirúrgico que consiste en raspar la superficie interna del útero. La OMS recomienda que se sustituya por la aspiración, que es más segura y fiable: pero en Japón, esto no está en la agenda.

No hay píldora abortiva

Cada año se practican unos 160.000 abortos en el país, de los cuales 19.000 corresponden a mujeres jóvenes menores de 20 años, "a las que afecta especialmente el método del legrado". La píldora abortiva, utilizada en el 55% de los abortos en Francia, aún no está disponible en el mercado japonés.

Sin embargo, el Gobierno ha prometido que la solicitud de la empresa farmacéutica Linepharma al Ministerio de Sanidad para la aprobación de la mifepristona y el misoprostol se aprobará este año. Pero el entusiasmo de los activistas se vio rápidamente frenado: al igual que la intervención quirúrgica, la píldora se recetará con el consentimiento de la pareja y costará 100.000 yenes (800 euros).

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En 2021, la fuerte movilización de las asociaciones de apoyo a las víctimas de la violencia sexual abrió una brecha en la cuestión del consentimiento escrito. Ante las críticas, el Ministerio de Sanidad declaró en marzo de ese mismo año que, en situaciones de violencia doméstica, la mujer casada ya no necesitaría demostrar el consentimiento escrito de su marido.

Una victoria que no tranquiliza a Chisato Kitanaka. Teme que, sobre el terreno, esto no cambie. "¿Cuántos médicos aplicarán esta nueva medida? Tengo mis dudas". Porque, "aún hoy, este papel se pide casi sistemáticamente a las mujeres solteras, aunque ni siquiera esté en la ley". Mientras el aborto sea un delito en el Código Penal, es probable que la situación continúe.

Texto en francés:

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