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Cuenta atrás para París 2024: qué dicen los servicios de inteligencia ante la amenaza terrorista

Las fuerzas de seguridad francesas vigilan el perímetro de la Torre Eiffel, decorada con los anillos olímpicos, en Parías.

Matthieu Suc (Mediapart)

Cuando, en la noche del lunes 15 de julio, un hombre apuñaló a un miembro de la Operación Centinela en la Estación del Este de París, al grito de "Alá es grande", a las autoridades les entró el vértigo ante la posibilidad de un atentado, pues faltan pocos días para el comienzo de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos.

Entonces llegó la noticia de que el agresor ya era conocido por un caso de asesinato, en el que había sido declarado penalmente irresponsable debido a sus problemas mentales. La Fiscalía Nacional Antiterrorista (Pnat) no se hizo cargo del caso, ya que el atentado era obra de un desequilibrado. Lo que ocurrió esa noche en la Estación del Este no es lo peor que se había pronosticado durante meses.

Tampoco fue lo peor el miércoles 17 de julio, cuando los investigadores de la unidad antiterrorista (SDAT) de la policía judicial detuvieron en su domicilio de Colmar a un neonazi de 18 años sospechoso de querer cometer actos violentos durante los Juegos Olímpicos. Según Le Parisien, el sospechoso, que ya ha sido detenido, habría publicado amenazas en el canal de Telegram "Division aria francesa", del que era administrador.

Utilizando el alias "Panzer", en referencia a los tanques del ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial, este muchacho había amenazado con atacar a la drag queen Minima Gesté durante el relevo de la antorcha olímpica, cuyo nombramiento como portadora de la antorcha en París había suscitado comentarios homófobos y tránsfobos.

Según informó Mediapart a finales de 2023, un cabo del ejército francés utilizaba el bucle de Telegram "DAF" (acrónimo utilizado por sus miembros) para informar de asesinatos en masa y de las armas que vendía a los neonazis que mejor pagaran.

En abril, los servicios de inteligencia consideraron que los activistas radicales de extrema derecha no planteaban "ningún riesgo particular para los Juegos Olímpicos", ya que no se habían identificado planes violentos por su parte.

Ya en marzo, el ministro de Interior, Gérald Darmanin, explicó que Francia estaba "particularmente amenazada, sobre todo durante estos acontecimientos extraordinarios que serán los Juegos Olímpicos".

En abril, un alto responsable de los servicios de inteligencia decía: "Estaremos un poco más tranquilos el 8 de septiembre [fecha del final de los Juegos Paralímpicos - ndr]...", pero recordando que las organizaciones terroristas son oportunistas y que "evidentemente, los Juegos Olímpicos son un objetivo".

Los atentados de los Juegos de Munich en 1972 y de Atlanta en 1996 nos recuerdan que este gran acontecimiento deportivo ofrece una exposición máxima a cualquier movimiento que utilice la violencia armada con fines políticos. Y en la última década se han visto otros eventos deportivos ensangrentados por yihadistas. Ahí están el atentado del maratón de Boston en 2013, los terroristas suicidas del Estadio de Francia el 13 de noviembre de 2015 (los supervivientes de la célula responsable de la matanza de París planeaban entonces atentar contra la Eurocopa de fútbol). En 2023, un yihadista tunecino mató a dos hinchas suecos en Bruselas.

A esto se añade el contexto internacional, con guerras en Ucrania y Oriente Próximo. Las fuerzas del orden francesas tendrán que velar por la seguridad en las competiciones, pero también la de las delegaciones deportivas, algunas de las cuales son antagonistas (o aliadas de antagonistas) en los conflictos armados.

Entonces ¿lo peor va realmente a pasar?

El 22 de mayo, un checheno de 18 años fue detenido por planear un atentado suicida contra espectadores y policías durante un partido del torneo olímpico de fútbol en el estadio Geoffroy-Guichard de Saint-Étienne.

Un mes antes, un adolescente de 16 años de origen checheno confesó bajo custodia policial que planeaba un tiroteo en el distrito comercial de La Défense durante una pausa olímpica en París.

En el momento de redactar estas líneas, estos son los dos únicos atentados planificados conocidos contra los Juegos Olímpicos.

No se han detectado planes concretos de atentados

Por lo demás, Olivier Christen, el nuevo fiscal antiterrorista, indicó el martes en France Inter que los Juegos Olímpicos "no son un objetivo específico" de las organizaciones terroristas, confirmando así las declaraciones hechas a Mediapart por los responsables de varios servicios de inteligencia franceses que, preguntados sobre el tema, admitían hasta hace unos días que no había "ningún plan concreto para atentar durante los Juegos Olímpicos".

Una excepción notable ha sido un artículo muy exhaustivo publicado en junio en la revista del Combating Terrorism Center, una institución especializada en la lucha antiterrorista de la academia militar americana de West Point: una imagen publicada en al-Ru'ud, una web vinculada al Estado Islámico, en la que aparece un dron transportando hacia la Torre Eiffel un paquete marcado como "regalo". El pie de foto dice: "Los Juegos Olímpicos del Lobo Solitario han comenzado con la voluntad de Alá". Pero no podemos descartar que sea una publicación oportunista.

En general, los servicios de inteligencia no han observado "ninguna campaña masiva" por parte de organizaciones terroristas que incite a sus partidarios a actuar en esta ocasión. ¿Por qué? Primero porque las células terroristas son conscientes de que es muy difícil desbaratar los sistemas de seguridad reforzados en este tipo de acontecimientos. Según los servicios de inteligencia, para este evento han sido activados agentes de la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI) y de la Dirección General de Seguridad Exterior (DGSE), con equipos reforzados y vacaciones restringidas hasta el final del verano.

Según nuestra información, a los reservistas que ya habían alcanzado su cuota de días dedicados al ejército les han asignado veinte días más para trabajar en asuntos sensibles con vistas a los Juegos Olímpicos.

Unos cien servicios de inteligencia extranjeros están prestando apoyo y medios a los franceses para prevenir cualquier atentado que pudiera afectar también a sus nacionales, ya sean deportistas o turistas. "En particular, recurrimos a antenas de algunos socios extranjeros [entiéndase Estados Unidos -ndr], de modo que nos beneficiamos de un intercambio total de información", explicó la fuente con la que hablamos en abril.

Y otra de las fuentes con la que hablamos a principios de verano resumía: "En este momento, los Juegos Olímpicos no parecen ser un acontecimiento que movilice al Estado Islámico". Es en Rusia, más que Francia, donde están actualmente centrados los terroristas, como demostró el atentado de marzo contra la sala de conciertos de Crocus, en las afueras de Moscú, en el que murieron 144 personas. Porque Putin apoya a Bashar al-Assad y el ejército ruso, para ayudar al dictador sirio, ha bombardeado sin cesar a su pueblo.

Y también porque las organizaciones centrales, Al Qaeda y el Estado Islámico, están debilitadas y tienen otras prioridades que preparar atentados en el extranjero, como hacían antes. Desde hace ya varios años, los servicios de inteligencia vienen diciendo que ahora se considera "improbable" el despliegue de comandos desde una zona de combate, como los que perpetraron los atentados del 13 de noviembre. El último intento de este tipo dirigido contra Francia fue el atentado en la frontera francesa, el caso Ulysse, se remonta a finales de 2016.

No quisiera que se reste importancia a la amenaza en estos momentos. El contexto se está recomponiendo, pero sigue siendo eminentemente peligroso

Un responsable de los servicios de inteligencia franceses

Pero en materia de lucha antiterrorista, hay que mantener la prudencia y la humildad. Por supuesto, el terrorismo yihadista, que ya ha causado la muerte de 275 personas desde 2012, sigue siendo la mayor amenaza para Francia durante este periodo festivo de verano.

Olivier Cristen señaló en France Inter que la Pnat había "abierto tres veces más procedimientos sobre temas yihadistas en el primer semestre de 2024 que en el mismo período de 2023". Ya, en en su toma de posesión al frente de la Pnat, el pasado 19 de junio, el magistrado había afirmado que desde enero se habían abierto veintisiete investigaciones por asuntos yihadistas, frente a las ocho del mismo periodo del año pasado, lo que confirma que, tras una relativa calma que ha seguido a la caída del califato del Estado Islámico, los terroristas vuelven a estar activos.

Tras haber expresando su relativa serenidad en vísperas de los Juegos Olímpicos, un segundo responsable de los servicios de inteligencia recordó a Mediapart: "No quisiera que se reste importancia a la amenaza en este momento. El contexto se está recomponiendo pero sigue siendo eminentemente peligroso." Su mensaje es claro: "No debemos dar la impresión de que caemos en el triunfalismo", insiste. 

Durante este periodo de reconfiguración del yihadismo, ha surgido una nueva amenaza. Ya no nos enfrentamos a una amenaza terrorista. Ya no se trata de una amenaza "planeada" (del tipo del 13 de noviembre), sino "activada". Expertos en logística, asentados principalmente en zonas tampón (Turquía, Irán, Pakistán) y no en Afganistán o Siria, donde se persigue a las organizaciones terroristas, utilizan redes sociales y sistemas de mensajería para animar a pasar a la acción a los potenciales terroristas que se han quedado en sus países. Todo en un contexto de vínculos comunitarios, sobre todo rusófonos.

El peligro joven

Se ha multiplicado en los últimos meses el número de atentados frustrados o perpetrados con ese modus operandi (en Estrasburgo en 2022, en Clermont-Ferrand recientemente, en Moscú, en Estambul, en Alemania, etc.). Estos ataques son casi siempre llevados a cabo bajo la bandera del Estado Islámico del Jorasán, conocido como EI-K.

Estos atentados se lanzan al cabo de pocas semanas (la masacre del 13 de noviembre requirió al menos cinco meses de preparación) y sin ser validados por la alta jerarquía de las organizaciones terroristas, lo que complica su detección previa. Una detección cada vez más difícil porque los organizadores se dirigen a un público joven, muy joven. Desde principios de año han sido detenidos ya catorce menores mientras que, en todo el 2023, fueron detenidos quince y sólo dos o tres en los años anteriores.

Esos adolescentes y jóvenes, criados en Francia y aparentemente socializados, tienen "planes de gran violencia, algunos de ellos muy logrados", como explicó Olivier Christen en junio. El pasado sábado 13 de julio, el ministro del Interior anunció en la red social X la detención de un menor "sospechoso de preparar un plan de acción violenta durante las fiestas del 14 de julio" en Angers.

Existe el precedente de la Eurocopa 2016 organizada en Francia. Sin embargo, a pesar de su poder, el Estado Islámico no había conseguido atentar contra las sedes. Tres días después del inicio de la competición, un terrorista mató a una pareja de policías en su domicilio de Magnanville (Yvelines); cuatro días después del final del torneo, ocurrió la carnicería del 14 de julio en Niza; dos semanas más tarde, el asesinato del padre Hamel en Saint-Étienne-du-Rouvray (Seine-Maritime).

Rusia no tiene ningún interés en perturbar las olimpiadas

Más allá de los riesgos que planteen las organizaciones terroristas, existe también la amenaza de Estados que podrían tener interés en perturbar los Juegos Olímpicos. Una hipótesis poco creíble, según los servicios de inteligencia franceses. Irán participa en los Juegos y no tendría ningún interés en perturbarlos, como tampoco lo tendría Rusia que, además, no puede participar.

"Hoy Vladimir Putin no está en el ostracismo.Tiene aliados y es recibido en ciertos países. Si se imputara a los servicios rusos algún sabotaje, sería desastroso para él", afirma una fuente con la que nos entrevistamos en julio. La DGSI y la DGSE tampoco puede imaginarse que los servicios rusos no les informasen si detectaran un atentado terrorista planeado por rusoparlantes. También porque en este caso sería un golpe político.

Por otra parte, la comunidad de inteligencia francesa no se hace muchas ilusiones sobre la voluntad de Rusia de infligir "golpes de reputación" a Francia manipulando la información y dándole demasiada importancia a micro-eventos, como viene ocurriendo desde hace varios meses.

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Traducción de Miguel López

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