Los megaincendios como los de Canadá emiten ya tanto CO2 a la atmósfera como un país entero
Los incendios de sexta generación —los conocidos por ser inabarcables— comenzaron a preocupar a los expertos hace unos seis años por el tamaño de sus llamas y las altas temperaturas que alcanzaban. Son consecuencia del exceso de combustible que hay en los bosques y la sequía y el calor que trae el cambio climático, y generan fuegos que los bomberos no pueden atacar directamente porque el agua se evapora antes de llegar al suelo. Pueden engullir montes enteros en un día, urbanizaciones y en ocasiones dejan decenas de víctimas, pero cada vez son un riesgo mayor para la calidad del aire.
La temporada de incendios que Canadá sufre desde mayo ha registrado cientos de focos de estas características que han devastado los bosques del país y han dejado un nivel de contaminación nunca visto. Hasta este miércoles han ardido 13,1 millones de hectáreas —más que el área de Portugal— y todavía quedan 663 fuegos descontrolados, según el servicio de incendios forestales canadiense. En comparación, en 2022 en España ardieron en total 267.000 hectáreas en el año con peores datos del siglo XXI.
El humo provocado por la combustión de la madera y los rastrojos de Canadá emitió en total 1.063 megatoneladas de CO₂ equivalentes a la atmósfera hasta el 31 de julio, según ha publicado este jueves la Comisión Europea, que monitoriza la situación a través del programa Copernicus. Una megatonelada equivale a 1 millón de toneladas. En concreto, dicen desde el órgano, los incendios han expulsado 290 millones de toneladas de carbono al aire, que equivalen a 1.063.333.333 toneladas de CO₂.
La cantidad de gases de efecto invernadero que se han vertido a la atmósfera en apenas dos meses es astronómica: supera en casi cuatro veces la contaminación total de España en 2021, incluyendo el transporte de personas, la generación de energía y la contaminación de las fábricas, que fueron 288 megatoneladas de CO₂ equivalentes. De hecho, supera incluso la suma total de lo que contaminaron España y Alemania juntas en ese año, 1.048 megatoneladas.
La situación también se da en otros puntos del planeta, como en Grecia, donde los incendios de las últimas dos semanas obligaron de evacuar a decenas de miles de turistas y vecinos. Entre el 1 y el 25 de julio se emitieron en ese país 3,6 megatoneladas de CO₂ equivalentes, el doble del récord anterior, de julio 2007.
España también alcanzó un récord en marzo debido principalmente a los incendios de Asturias, aunque también contribuyeron los de Cantabria y Comunidad Valenciana. En total se emitieron 1,37 megatoneladas de CO₂ ese mes, superando por la mínima a marzo de 2012. Los fuegos alcanzaron valores muy elevados de potencia en una primavera especialmente seca y en la que se alcanzaron temperaturas de hasta 30 grados en la segunda semana de marzo.
"Los incendios y el cambio climático son un círculo vicioso, los dos se alimentan entre sí", opina Diana Colomina, coordinadora de Bosques en WWF. "Olas de calor muy extensas, vegetación seca, y poca humedad provocan que los incendios sean más fuertes. Los periodos de riesgo también se han alargado. El monte empieza antes a arder y acaba más tarde por los cambios en el clima, igual que ahora arden zonas que antes no lo hacían", añade.
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Los resultados analizados por Copernicus evidencian que los fuegos son ahora mucho más potentes. Según los datos recogidos por satélite, los índices de radiación de energía de los incendios de Canadá fueron "muy superiores a la media". Esta variable, llamada FRP por sus siglas en inglés, evalúa la intensidad de las llamas y el calor que desprenden, y demuestra que la potencia de ese fuego fue anormal debido a la sequía, las altas temperaturas y la disponibilidad de combustible, tres factores relacionados con el cambio climático. Además, cuanto mayor es el FRP, mayor es la contaminación que produce el incendio.
Según el centro dependiente de la Comisión Europea, los niveles de CO₂ registrados en Canadá hasta el 31 de julio duplican el máximo anterior registrado en este país, que eran 513 gigatoneladas. La intensidad del humo producido fue tal que nubes de polvo enturbiaron el aire de Nueva York, a más de 2.000 kilómetros de los fuegos, e incluso en Europa se alcanzaron niveles elevados de micropartículas en el aire a finales de junio.
"En los últimos años hemos sido testigos de importantes incendios forestales en el hemisferio norte, pero la actividad incendiaria de este año en Canadá es muy poco habitual. El clima ha influido, con condiciones cálidas y secas que aumentan la inflamabilidad de la vegetación e incrementan el riesgo de incendios a gran escala", señala Mark Parrington, científico del programa Copernicus.