Ribera quiere luchar por el voto rural en las europeas pese a tener a buena parte del campo en contra
Apenas queda un mes para que los españoles vuelvan a ir a las urnas, esta vez para votar la composición del futuro Parlamento Europeo, y todo apunta a que la disputa por el voto rural y el voto verde serán determinantes, y desde luego acapararán las disputas ideológicas. En España, las dos principales asociaciones agrarias abrieron la veda al cargar contra la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, que hasta ahora había jugado un papel secundario en la disputa entre el campo y el Gobierno. La vicepresidenta tercera contestó dedicando buena parte de la semana pasad a hablar de agricultura en el Senado, ante la prensa o en eventos del PSOE, consciente de que no puede obviar el voto rural en la campaña de las europeas, donde será cabeza de lista de su partido.
"Qué mala suerte hemos tenido en los últimos tiempos con quien nos ha dirigido, en particular, con la ministra de medioambiente", comenzó el martes pasado Pedro Barato, presidente de Asaja, la mayor organización agrícola del país y de corte conservador. "Hay que adaptar todos los compromisos de la agenda del pacto verde a la realidad económica del agricultor y el ganadero, y en Bruselas se ha hecho lo contrario", añadió. Le siguió Miguel Padilla, secretario general de COAG, la segunda mayor organización del sector, que se mostró "preocupado" porque la ministra llegue a comisaria de Medioambiente en la futura composición de la Comisión Europea, como se rumorea.
La principal queja del campo es que Ribera nunca se ha sentado con ellos para debatir las medidas ecologistas del ministerio ni la posición del Gobierno en Bruselas, aunque también es cierto que esa interlocución depende de Agricultura, y Luis Planas se ha reunido con el sector primario de manera constante desde febrero. De hecho, el campo también ha conseguido en apenas tres meses que Bruselas, con el apoyo del Gobierno español, redujera de forma exprés algunas de las prácticas ecológicas de la Política Agraria Común mediante un movimiento inédito en el sector.
Aunque no se ha referido directamente a estas organizaciones, Ribera ha intensificado en los últimos días las referencias al sector para tratar de convencer al campo de que las medidas para frenar el cambio climático son la mejor arma para garantizar su futuro. "No puede haber agricultura en un suelo que no es fértil, en un suelo seco, o en un ecosistema muerto", apuntó la ministra durante un diálogo organizado por su partido de cara a las europeas este miércoles. También afirmó que no da la batalla por perdida por el voto rural y el voto agrícola, y extendió la mano al pequeño agricultor, que es el que mejor sintonía tiene con el Gobierno español, cuando dijo que "no se puede pedir a un agricultor propietario de una pequeña explotación los mismos requisitos que a una gran industria".
Sobre la ofensiva política de la derecha y la extrema derecha alrededor del discurso agrícola, Ribera recordó que en los últimos meses el PP ha tenido que dar marcha atrás en su política de expansión del regadío en Doñana (Andalucía) y en el Mar Menor (Murcia), y han tenido que reconocer que proteger esos parajes era indispensable. "Hay una cosa muy peligrosa, hacer crecer la idea de que las decisiones que tomamos son ideológicas y para fastidiar a la gente. Al contrario, lo que hacemos es ser responsables para evitar mayores costes y un mayor sufrimiento", dijo también la ministra.
Tomás García Azcárate, vicedirector del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC, es partidario de que "no hay agricultura verde, con el campo en números rojos", y propone una vía intermedia a la que se ha desarrollado hasta ahora en Bruselas. Opina que hay que implementar una agenda verde, pero metiendo al campo en la conversación, ya que el Pacto Verde que presentó la Comisión en 2020 fue una apuesta con consenso político, pero que no contó con la agricultura. Uno de los problemas más importantes se ha generado en las fronteras, explica, puesto que Europa no es capaz de poner los mismos estándares ecológicos o sanitarios a Sudamérica, Australia o África que los que reclama a sus propios agricultores y ganaderos, debido a que los acuerdos comerciales que tiene con estas regiones llevan cerrados años o incluso décadas. "El problema es el desequilibrio entre las exigencias verdes que tiene Bruselas internamente y la apertura al comercio exterior. Ha generado muchas tensiones económicas y políticas que han aprovechado los partidos extremistas", afirma Azcárate. En todo caso, el experto cree que el sector primario será decisivo en los próximos comicios: "El voto urbano está bastante afianzado y creo que el campo será uno de los temas que marque la diferencia. Por desgracia es un tema en el que va a primar la demagogia".
El Partido Popular Europeo (PPE) fue el primero en sacar del cajón al sector primario el año pasado al autoproclamarse el partido de los agricultores, mientras que la extrema derecha —Vox en España— ha tratado de apropiarse del debate con posiciones negacionistas del cambio climático o incluso introduciendo discursos xenófobos. Por ejemplo, en marzo pidió prohibir la importación de alimentos de Marruecos tras detectarse una partida de fresas de ese país con hepatitis A. Vox también ha utilizado sus resultados electorales para tomar cuatro consejerías de Agricultura en gobiernos autonómicos y tiene una estrecha relación con la organización Asaja, al igual que el PP. Ángel Samper y Gerardo Dueñas, dos consejeros de Vox en Aragón y Castilla y León, eran de esta organización, mientras que José María Castillo, delegado de Asaja en Bruselas, trabajó con Vox en Madrid.
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Los dos partidos ya han armado sus listas electorales para las europeas con el ojo puesto en discutir sobre el campo. El PP ha puesto como número dos de su lista a Carmen Crespo, hasta ahora consejera de Agricultura de Andalucía, mientras que Vox lleva como número siete a Pedro Narro, un histórico miembro de Asaja en Bruselas. Vox también intensificó su apuesta por el voto rural durante las protestas agrarias de los últimos meses, y aprovechó que el actual comisario europeo de Agricultura, Janusz Wojciechowski, es miembro del partido ultra polaco Ley y Justicia —que en el Parlamento Europeo está dentro del grupo político de Conservadores y Reformistas, donde está Vox— para que sus cuatro consejeros de Agricultura en España se reuniesen con él en febrero. El partido ultra lo vendió como un hito para el campo español, pese a que este tipo de encuentros chocan con la neutralidad política que debe mantener un comisario. La cita se repitió hace unos días, el 3 de mayo, cuando Wojciechowski visitó el Parlamento de Castilla y León, y fue recibido por Juan García-Gallardo, vicepresidente de la Junta, y Jorge Buxadé, eurodiputado de Vox.
Por otra parte, en las listas del PSOE y Sumar, no hay perfiles agrarios, sino que lo han apostado todo al medioambiente. Aparte de Ribera, el PSOE vuelve a apostar por Javi López y César Luena. El primero fue el ponente de la reforma de la Directiva de Calidad del Aire, mientras que el segundo ha sacado adelante, también como ponente, la Ley de Restauración de la Naturaleza, dos normas que tuvieron negociaciones muy tensas en la legislatura que ahora termina. En Sumar sólo llevan como número siete al ecologista Florent Marcellesi, antiguo eurodiputado de los Verdes.
Un debate que lo acapara todo
El pasado 30 de abril, el medio Politico organizó un debate con los candidatos europeos a las elecciones del 9 de junio y los dos principales temas que coparon la disputa fueron el cambio climático y la agricultura, siendo el primero la mayor amenaza que tiene el contiene y el segundo un sector económico que apenas representa el 1,4% del PIB de la Unión Europea. El debate, de hecho, giró en torno a estas dos ideas, que se presentan como una antítesis, aunque en realidad deberían ir de la mano, según los expertos. "El conflicto entre medioambiente y agricultura es un falso debate, lo que necesitamos es una agricultura fuerte para no comprometer la alimentación, y una agenda verde con consenso", opina José María García Álvarez, ingeniero agrónomo y catedrático de Economía de Universitat Politècnica de València. "Es verdad que en la aplicación de las políticas ha habido poca empatía con el sector, sobre todo con los agricultores pequeños y medianos, y los de avanzada edad, que se ve marginados. En todo caso, La apuesta del PSOE [de llevar a Teresa Ribera al frente] es muy arriesgada, pero igual funciona. Hay un público consciente de que no se puede poner en riesgo la sostenibilidad del planeta. Ahora falta que el discurso se haga con empatía y se dedique tiempo a hacer pedagogía", termina.