Librepensadores
Asco y miedo
La sentencia establece que hubo abuso, pero no violación; prevalencia, pero no intimidación. Lo afirma con cuidada asepsia técnica, con un minucioso recurso a la jurisprudencia ad hoc, esforzándose en justificar cada argumento. Pero, pese a tanto ropaje técnico, leer la sentencia produce estupor y la sentencia misma produce asco y miedo.
Asco, asco físico, mucho asco, porque, sin decirlo, parece decir que la culpable es ella; que ella se lo ha buscado por ir borracha, por juntarse con desconocidos, por hablar de sexo, por irse con ellos; que eso no es lo que debe hacer una chica. No lo dice la sentencia, pero parece decir que ellos se extralimitaron al usarla, pero nada más. Nada de eso dice la sentencia, pero todo eso parece que está como el telón de fondo que oculta las bambalinas.
Miedo porque deja a las mujeres aún más desprotegidas de lo que ya estaban. No lo dice la sentencia, pero parece que advierte a las mujeres de lo que pasa cuando no tienen miedo y actúan libremente. No lo dice, pero parece decir que si no hay resistencia activa por algo será.
Se queja Lesmes, presidente del Consejo General del Poder Judicial, de las críticas excesivas a la sentencia porque comprometen "gravemente la confianza que nuestro sistema de justicia merece de los ciudadanos". Es posible, sin embargo, que lo que comprometa la confianza de los ciudadanos en el sistema judicial sean precisamente sentencias como esta, en las que no se percibe que los jueces, como dice Lesmes, sean "el más importante baluarte para la protección y defensa de todas las víctimas". Y, quiéranlo o no, por muy técnica que sea la sentencia, esa protección a la víctima no se percibe.
Lamentablemente se percibe lo contrario y que han sido los agresores los más protegidos: no hay violación, sino abuso sexual con prevalimiento; no hay robo con violencia o intimidación, sino delito leve de hurto del teléfono; y pese a que grabaron vídeos explícitos, hicieron fotos y las distribuyeron por la red entre sus amigos para dar testimonio de su hazaña, no hubo delito contra la intimidad y se les absuelve de ello porque "durante la instrucción [...] no se han cumplimentado las exigencias vinculadas al expresado de derecho de defensa [...] y por ende se ha quebrado el principio acusatorio".
La verdad judicial, por ahora, dice que no hubo violación, sino abuso. La certeza moral de quienes criticamos la sentencia es que no hubo abuso, sino violación. El Tribunal Supremo tendrá la última palabra si llega el caso, pero no sé si estar esperanzado. ___________
Jesús Pichel Martín es socio de infoLibre