¡A la escucha!
Carta a los futuros periodistas
Ha sido una semana complicada en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra. David Beriain había pasado hace muchos años por sus aulas, pero nunca dejó de acercarse a la que fue su casa. Tras cada viaje volvía para hablar con los que fueron sus profesores, profesores que desde hacía ya un tiempo se habían convertido en sus amigos, sus colegas, sus confidentes… Siempre tenía un hueco para hablar con los alumnos y contarles cómo veía él esta profesión que siempre parece estar en crisis.
La noticia de su muerte llegó justo dos días antes de que los alumnos de la última promoción presentaran sus trabajos de fin de carrera. Ver a quienes han sido tus mentores rotos es un shock del que han tenido que reponerse para afrontar el último reto de estos cuatro maravillosos años. No ha sido fácil y ayer, día de defensa de los TFG, fue un día de muchos nervios, de alegría y, por supuesto, de cierta tensión en la que el recuerdo de David era el aliciente, el motor, para dar lo mejor. Tenían que presentar los proyectos con los que ellos creen que pueden salir al mercado laboral, su mirada más particular y más rompedora de cómo entienden el periodismo. Una profesión que muchas veces se reduce al ruido de las redes, las tertulias y poco más. Los escuchaba en un vídeo que colgaron justo después: contaban cómo veían ellos esta profesión antes de empezar la carrera y cómo la entienden ahora, tras haber pasado 4 años aprendiendo y reflexionando sobre este oficio. “Queremos llevar al mercado laboral un periodismo que no existe”, decía uno de los alumnos. Su contundencia en negar que lo que ellos entienden por periodismo no está realizándose ahora mismo me sacudió.
Recuerdo perfectamente el vértigo que sentí cuando cerré esa etapa en la universidad. Los sueños de poder ejercer esta profesión dejaban de ser sueños para convertirse en una incierta realidad. No sabías qué iba a pasar más allá de la beca que tenías para aquel verano. Qué pasaría en septiembre, qué harías, lograrías un empleo, tendrías que irte fuera de casa… Eran tantas las preguntas y tan pocas las respuestas que me consumía la ansiedad.
Muchos compañeros decidieron emprender: recuerdo que dos apostaron por montarse en el primer Twingo que salió al mercado y se recorrieron medio mundo con una cámara. Cuando me lo contaron pensé que eran unos valientes, que iban a cumplir el sueño que todos habíamos construido durante la carrera: recorrer el mundo y contar lo que nos encontráramos. Ser la voz de quienes no tienen posibilidad de contar su historia y ser los ojos de quienes buscan saber qué pasa más allá de su ciudad. De eso iba esta profesión, de eso va esta profesión.
Mismo guion
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Luego la vida da mil vueltas, algunos lograron seguir cumpliendo esos sueños durante muchos años, otros nos vinimos a Madrid y nos tocó contar las noticias de otra forma. Algunas veces conseguíamos sentir su adrenalina cuando viajabas como enviada especial a una noticia de impacto. Pequeños flashes de una vida que David y Roberto convirtieron en una forma de ver el mundo y de entenderlo.
Estos días en los que, digas lo que digas, un simple “buenos días…” o “ya por aquí en plató…” es excusa para que te lluevan los insultos en las redes, me reconcilia escuchar a quienes están a punto de incorporarse al mercado laboral. No sé si el periodismo que quieren hacer no existe o si es un periodismo revisado y mejorado del que hacemos ahora mismo. Nos hacen falta miradas nuevas, desde luego, y mucha autocrítica también. Siempre he creído que lo peor que me podía pasar era pensar que ya lo sabía todo, que no había nada que pudiera aprender. Si dejaba de tener ese hambre de seguir aprendiendo dejaría de crecer como periodista. Así llevo desde que salí de la facultad y así trabajo cada día.
No creo que haya un único periodismo posible. Hay muchos, pero todos buscando lo mismo: explicar lo que ocurre de la forma más honesta. No hay otra. Seguir siendo esos soñadores de buenas historias. Seguir buscando la noticia cada día. Así que a todos los que encaráis esta etapa con esas ganas todavía intactas, deciros que estoy deseando daros la bienvenida y que, a pesar de todo, habéis elegido la mejor profesión del mundo.