Sanidad pública
La ‘maldición’ de la Consejería de Sanidad de Madrid: Sánchez Martos sigue la estela
El de consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid parece un cargo de alto riesgo. El puesto lleva años en el punto de mira, ya sea por el propio perfil del responsable o por las funciones que se le encomiendan. Y el actual titular de este departamento no parece que vaya a acabar con este rumbo. Diplomado en Enfermería y doctor en Medicina, Jesús Sánchez Martos estaba llamado a pacificar las relaciones del Gobierno regional con los profesionales de la sanidad madrileña, que se han mostrado muy beligerantes en los últimos años contra las políticas de privatizaciones y recortes.
Su perfil locuaz –antes que consejero fue tertuliano en Telemadrid, donde sus opiniones de experto en materia de salud eran habituales en la parrilla– no está contribuyendo demasiado, al menos por el momento, a favorecer las relaciones con el sector. Los profesionales consultados por este periódico admiten que ha habido un cambio en las formas porque desde que está en el cargo ya se ha reunido con todos los sindicatos y asociaciones profesionales, pero no en el fondo. Y añaden que sus últimas perlas dialécticas no ayudan demasiado.
Sin ir más lejos, este mismo lunes se reunió con representantes de la marea blanca –integrada por trabajadores y usuarios contrarios al plan privatizador que el PP quería poner en marcha en la sanidad madrileña–, a los que puso como condición para estudiar sus propuestas que dejaran de manifestarse. El colectivo, que lleva a cabo una movilización por las calles de Madrid los terceros domingos de cada mes, ya ha reiterado que piensa seguir convocando sus manifestaciones.
infoLibre repasa a continuación los perfiles de los responsables que han ocupado la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid desde 2003 recogiendo cuáles son las principales situaciones a las que se enfrentaron y el contexto que rodeó a sus renuncias:
Jesús Sánchez Martos, de Telemadrid a la consejería (2015)
Cuando tomó posesión el pasado 27 de junio, Jesús Sánchez Martos dijo que le gustaría ser conocido como "el consejero esponja". Desde entonces se ha reunido con los sindicatos de la mesa sectorial, con los que la relación estaba rota tras una pugna de meses librada en la calle, en los centros de trabajo y en los tribunales como consecuencia del plan privatizador. También con asociaciones profesionales. Y ha dado pasos relevantes como modificar los criterios en relación a la lista de espera quirúrgica, pues Madrid fue expulsada del cómputo nacional en 2005 por incluir a los pacientes en la lista cuando ya han sido vistos por el anestesista y se les han realizado pruebas preoperatorias, lo que reduce sensiblemente los tiempos.
Sin embargo, en estos meses también le ha dado tiempo a meter la pata en algunas ocasiones. Su última ocurrencia ha sido pedir a los representantes de la marea blanca que dejen de convocar manifestaciones si quieren que estudie sus propuestas, tal y como aseguraron los miembros de este colectivo al término de la reunión que mantuvieron este lunes. A preguntas de infoLibre, un portavoz de la consejería declina dar detalles del encuentro y se limita a poner en valor la voluntad de diálogo del consejero al haber propuesto él mismo esa reunión.
Pero esta no es la única salida de tono. Hace una semana, en una entrevista en el Canal Enfermero, comparó a los refugiados sirios con un marido al que su mujer echa de casa. "Si usted me recibe a mí como refugiado porque mi mujer se ha cansado de mí y me ha echado de casa, y usted me acepta como refugiado, me imagino que me dará un sitio donde dormir, me dejará ver la televisión, me dará usted de cenar, podré cenar con su familia o en otro sitio", señaló.
También sacó los pies del tiesto el pasado julio, cuando se permitió bromear sobre la pobreza infantil en Madrid. Siguiendo la estela del expresidente Ignacio González, negó que en la Comunidad de Madrid haya niños desnutridos. "Puede ser que exista malnutrición pero no una desnutrición. Yo hoy estoy malnutrido. No sé si me dará tiempo a cenar y merendar no he merendado", afirmó en una entrevista en la Cadena Ser.
En esa misma entrevista defendió también la gestión privada de la sanidad pública. "Si un gestor de un hospital público no es capaz de hacer una gestión eficaz habrá que buscar una gestión privada. Una gestión privada no significa una privatización", aseveró. La presidenta regional, Cristina Cifuentes, que plasmó en el acuerdo con Ciudadanos el compromiso de no llevar a cabo más privatizaciones en la gestión de la sanidad madrileña, tuvo que salir a desautorizarlo.
JAVIER RODRÍGUEZ, el médico que cayó por la crisis del ébola (2014)
El paso de Javier Rodríguez por la Consejería de Sanidad madrileña fue breve. Tomó posesión en febrero de 2014, después de que su predecesor, Javier Fernández Lasquetty, dejara el cargo tras el descalabro de su plan para privatizar la gestión de seis hospitales construidos con fondos públicos. Y fue destituido en diciembre de ese mismo año, un día después de asegurar que si él "lo hubiese hecho mal" Teresa Romero –la técnica de enfermería que logró superar la infección por el virus del Ébola– "no estaría hablando" y de añadir que si su gestión frente de esa crisis no hubiese sido la correcta, "España seguiría teniendo esta enfermedad".
Anteriormente, y con la enferma todavía en el hospital, Rodríguez se embarcó en una escalada de declaraciones para criminalizar el comportamiento de la primera víctima de ébola contagiada fuera de África. Desde afirmar que "para explicar a uno cómo quitarse o ponerse un traje no hace falta un máster", hasta dar por incontestable la hipótesis de que Romero se contagió al tocarse la cara con un guante infectado. Llegó a decir, incluso, que Romero "pudo haber estado mintiendo" sobre su temperatura corporal, además de afirmar que "mal no debía estar" porque, después de visitar el centro de salud por primera vez, "se fue a la peluquería".
Con Rodríguez, Ignacio González optó por recurrir a un perfil, en teoría, más técnico para cubrir la vacante que dejó libre Lasquetty. Su perfil –diputado en la Asamblea de Madrid y médico en una plaza que en los últimos años había sido ocupada por abogados o empresarios– encajaba, en teoría, en la apuesta del líder del PP y presidente del Gobierno por tecnócratas y perfiles poco políticos. Al final, sin embargo, sus polémicas declaraciones sobre la auxiliar de enfermería contagiada acabaron costándole el puesto.
A él le sustituyó hasta las elecciones de mayo Javier Maldonado, también médico, y que era hasta ese momento viceconsejero de Asistencia Sanitaria. Previamente había sido gerente del hospital Ramón y Cajal y director médico en La Paz. Maldonado fue el tercer consejero de Sanidad de la pasada legislatura.
JAVIER FERNÁNDEZ-LASQUETTY, EL HOMBRE DEL VARAPALO JUDICIAL (2010-2014)
Entró en el gabinete de Gobierno de Aguirre en junio de 2007 con la cartera de Inmigración y Cooperación. Y en 2010, la expresidenta le encomendó la vacante que había dejado Juan José Güemes. Fue uno de los principales protagonistas políticos de la marea blanca contra la privatización sanitaria.
En 2012 anunció un plan de sostenibilidad de la sanidad madrileña que, entre otras medidas, incluía la externalización de la gestión sanitaria de seis hospitales públicos y 27 centros de salud, la reconversión de los hospitales La Princesa y Carlos III y el cobro del euro por receta.
El Tribunal Constitucional tumbó el euro por receta. También fue paralizada su intención de convertir La Princesa en un geriátrico. Pero el motivo de su dimisión hay que buscarlo en la paralización cautelar de la privatización de la sanidad pública madrileña. Ese día, 27 de enero de 2014, anunció su marcha. "Es mi responsabilidad. Yo soy el creador del proyecto", argumentó.
JUAN JOSÉ GÜEMES, LA CARA DE LAS PRIVATIZACIONES (2007-2010)
Fue durante años el ojo derecho de Esperanza Aguirre. A él, que venía de la Consejería de Empleo y Mujer, "la jefa", como llaman los suyos a la presidenta del PP de Madrid, le encomendó en 2007 la de Sanidad. Durante años fue el político que a ojos del PP madrileño, mejor encarnaba las ideas políticas de Aguirre. No en vano, le escogió para reforzar el proceso de privatización de la sanidad madrileña, una tarea que compatibilizó con la de secretario de Comunicación regional. Por entonces, no había acto o inauguración a la que acudiese que no fuera recibida con protestas de trabajadores y sindicatos, protestas que intentaba sortear apelando a que el Gobierno madrileño estaba trabajando para mejorar la libertad de elección de los ciudadanos y criticando a los sindicatos de conjurarse para tapar los errores del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, por entonces en la Moncloa.
La complicidad entre Aguirre y Güemes, casado con Andrea Fabra, la hija del polémico expresidente de la Diputación de Castellón, se fue apagando con el paso del tiempo. Y el 18 de marzo de 2010, Esperanza Aguirre presidió una rueda de prensa del Consejo de Gobierno en la que, con Güemes a su lado, anunció que éste abandonaba la política –que no la militancia del PP– por "motivos personales". El consejero ya tenía destino: el Centro Internacional de Gestión Emprendedora del Instituto de Empresa.
Frente a los motivos personales esgrimidos, hay en el partido quien cree que el exconsejero se marchó tras fracasar la operación de Aguirre para colocar al frente de Caja Madrid a Ignacio González. Un esquema en el que, según cuentan, él estaba destinado a ser vicepresidente de la Comunidad. Unida a esta tesis figura la que apunta a que en el entorno de la presidenta no le perdonaron ser el único miembro del PP de Madrid, además de Aguirre, que figuraba en el Comité Ejecutivo Nacional del partido. En el Congreso de 2008 Rajoy hizo caso omiso a las recomendaciones de Aguirre, que pedía un puesto en la cúpula de partido para González y para Francisco Granados, por entonces secretario general del partido. Optó por el yerno de Fabra.
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MANUEL LAMELA, EL CONSEJERO DEL ESCÁNDALO DE LAS SEDACIONES (2003-2007)
En el PP de Madrid es el consejero que hizo frente al compromiso de Aguirre de reducir a 30 días la lista de espera. Y el que selló el compromiso de construir ocho nuevos hospitales. Pero si por algo es conocido es por el asunto de las supuestas sedaciones irregulares del Severo Ochoa de Leganés. El escándalo se remonta a 2005, cuando retiró al jefe de urgencias del citado centro, Luis Montes, tras recibir dos denuncias anónimas por "supuesta mala praxis en la administración de fármacos" a pacientes en estado terminal.
Mientras la Comunidad remitió las incidencias a Fiscalía, la oposición y asociaciones del sector reclamaron el cese de Lamela y el reingreso del médico a su puesto. Pero no se marchó. De hecho, en julio de 2007 saltó de Sanidad a Transportes. La resolución judicial definitiva del caso llegó cuando él ya no estaba en Sanidad. El 28 de enero de 2008 la Audiencia Provincial ratificó el sobreseimiento y el archivo del caso.