El espíritu del 47 o la necesidad de narrarnos victorias

"Contar" puede reducirse a enumerar cantidades o referirse al arte de relatar historias. Las narraciones construyen la forma en la que vemos el mundo e inciden sobre cómo intervenimos en él, al elaborar y compartir relatos sobre otras vidas nos predisponemos a vivir de otra manera. Hoy vamos a hablar de dos películas sobre el pasado que nos ayudan a comprender el presente y pueden servir para inspirar nuestra mirada al futuro.

En 2013, Ken Loach dirigió un documental llamado El espíritu del 45, donde mostraba la vuelta a casa de la clase obrera británica, tras haber participado de la derrota del nazismo. Y su firme voluntad de regresar al mismo lugar con la determinación de no vivir como antes, en condiciones de miseria. La victoria electoral del laborismo desembocó en las políticas públicas que cimentaron el Estado del Bienestar: se nacionalizaron los hospitales privados y se garantizó la sanidad pública universal, se construyeron 850.000 viviendas en cuatro años, se nacionalizaron las minas, los ferrocarriles y más de 600 compañías energéticas. El ministro de Salud y Vivienda, Aneurin Bevan, proclamó: "hemos sido los soñadores, hemos sido los sufridores y ahora somos los constructores".

El año pasado, Marcel Barrena estrenó El 47, una película que muestra cómo las poblaciones procedentes del éxodo rural construyeron literalmente las periferias de las grandes urbes de nuestro país. Casas bajas levantadas de forma cooperativa y luchas colectivas para dignificar la vida de estos barrios. La película narra la historia de Manolo Vital, habitante del barcelonés barrio de Torre Baró y líder sindical en la empresa municipal de transportes. El protagonista se enfrenta a las autoridades que se negaban a llevar el transporte público a esta zona de la periferia, argumentando que era imposible por el mal estado de sus calles estrechas, curvadas y empinadas. En una acción colectiva coordinada junto al movimiento vecinal local, algo difuminado en la película, este conductor secuestró un autobús articulado de la línea 47 y lo llevó a Torre Baró para desmontar las afirmaciones institucionales. Un gesto que desencadenó la llegada del transporte público al conjunto de los barrios periféricos.

El éxito de ‘El espíritu del 45’ y ‘El 47’ también se basa en la necesidad actual de contarnos victorias, de recordar situaciones hostiles en las que el entusiasmo colectivo y la organización social permitieron cambiar la realidad a gran escala de forma acelerada

Este no es un episodio único, en Vallecas se secuestró el 57, pues estas acciones épicas se enmarcaban en la emergencia de un activo movimiento vecinal que aspiraba a cambiar el mundo desde los barrios. Bajo su protagonismo los primeros gobiernos locales de la democracia cambiaron radicalmente la fisionomía y el funcionamiento de las ciudades, logrando una significativa mejora en la calidad de vida de sus habitantes. Se desarrollaron nuevos planes generales de urbanismo que incorporaban criterios sociales en su definición, se materializó el derecho a la vivienda, se dignificaron los barrios y se remodelaron los centros urbanos, se fomentó el reequilibrio territorial mediante inversiones que paliaban las carencias de equipamientos e infraestructuras, se construyeron parques y se impulsó la puesta en marcha de servicios públicos municipales. El ejercicio del derecho a la ciudad supuso el despliegue territorial y participado de políticas urbanas redistributivas.

Ambas películas han sido premiadas por su calidad cinematográfica, pero su éxito también se basa en la necesidad actual de contarnos victorias, de recordar situaciones hostiles en las que el entusiasmo colectivo y la organización social permitieron cambiar la realidad a gran escala de forma acelerada. Contra el fatalismo necesitamos narrar historias capaces de conmovernos y activarnos políticamente.

Igual que el pasado se ha convertido en un campo de batalla para interpretar lo sucedido, necesitamos asumir que los relatos de lo que está por suceder también forman parte de aquello por lo que merece la pena luchar

En las tradiciones indígenas suele invocarse a los espíritus, ancestros o fuerzas naturales, cuando se necesita su ayuda, protección e inspiración. Hoy asistimos al desmantelamiento con motosierras del Estado del Bienestar y sus servicios públicos, a la vez que vivimos la destrucción de la ciudad, mercantilizada y rediseñada para acoger visitantes y no cuidar a quienes la habitan: turistificación, megaeventos, rentismo, segregación espacial… .

Igual que el pasado se ha convertido en un campo de batalla para interpretar lo sucedido, necesitamos asumir que los relatos de lo que está por suceder también forman parte de aquello por lo que merece la pena luchar. La memoria es tanto vacuna contra la nostalgia, como la mejor materia prima para imaginar futuros alternativos. Contra la resignación y el fatalismo, nos toca invocar al espíritu del 47.

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José Luis Fernández de Casadevante es sociólogo, miembro de la Cooperativa Garúa y activista vecinal. Acaba de publicar el libro ‘Huertopías’.

Sobre este blog

El barrio es nuestro es un blog colectivo alimentado por la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM). El nombre alude al viejo grito de guerra del movimiento vecinal que sirve para reivindicar el protagonismo de la vecindad en los asuntos que la afectan, a menudo frente a aquellos que solo ven en el territorio un lugar de negocio y amenazan su expulsión.

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Publicado el
3 de abril de 2025 - 21:19 h
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