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El ruido es morado... y rojo

Hace unos días se publicó una encuesta que daba un resultado muy positivo a la izquierda si votaba una opción que no existe. Al margen de ser una consulta ficción, es posible que dibuje, al menos, una tendencia: que hay gente ahí afuera que no va a ir a votar si no sale una lista lo más unitaria posible en ese espacio a la izquierda del PSOE que, vistos los últimos acontecimientos, es amplísimo. Tanto, que hay quien vaticina incluso si esta opción ficticia podría disputarle la hegemonía de la no derecha al PSOE. Ficción sobre ficción, pero, en cualquier caso, una posible tendencia.

Dibujar un mapa electoral a un año vista tras una legislatura con una pandemia y una guerra es, más que nunca, una foto fija. Una foto de hoy. Y la imagen hoy, por más que unos y otros traten de maquillarlo, es que la extrema derecha y la extrema derecha tienen números para gobernar. Es posible que de aquí a un año siete guerras culturales, dos leyes de consumo interno más que externo y, quién sabe, alguna plaga bíblica que nos caiga pueden modificar ese dibujo que, no nos engañemos, es el que es. Por muy optimistas que sean las encuestas para la derecha. Por mucho que esas encuestas no sean optimistas para la derecha si se dan opciones que no existen.

Parece complicado no inferir que una nueva herramienta, la que sea, comandada por Yolanda Díaz y con el peso que merecen las fuerzas (...) sería la mejor opción para ese descampado a la amplísima izquierda del PSOE

Pero, al margen de todo, parece complicado no inferir que una nueva herramienta, la que sea, comandada por Yolanda Díaz y con el peso que merecen las fuerzas que actualmente han llevado el espacio hasta donde está, sería la mejor opción para ese descampado a la amplísima izquierda del PSOE. De hecho, lo que hace Díaz de manera constante es legitimar la socialdemocracia con hechos ante un partido socioliberal. Tan amplio es ese espacio que cabe la socialdemocracia toda.

El otro día hablaba con una persona que ha vivido muy de cerca todo el circo generado con la Ley Trans y me decía: "A ver si todo el mundo, de todos los lados, se pone ya a lo importante una vez se apruebe". Siendo esa persona de uno de los lados, me pareció muy generoso su comentario. Yolanda Díaz habla siempre de no generar ruido y es verdad que el ruido suele ser morado. Pero es también verdad que pactar una ley en el Consejo de Ministros, enmendarla después, intentar conchabarse con el PP para que te vote la enmienda, que el PP te la clave en la Comisión de Igualdad y después tratar de venderlo como un debate sano y subirse al carro de la ley es, efectivamente, hacer ruido innecesario. Ruido rojo. Se tenga razón o no, que ahí no entro. Hago un vaticinio: el PP hará la misma cuando toque legislar la prostitución. Cuando se ve al enemigo constantemente a tu lado, uno se olvida de que está enfrente. Lo volverán a hacer. Se ha manoseado el concepto de protección a la infancia a unos niveles intolerables. El PP ha demostrado que puede decir A y B según convenga y la protección a la infancia no es su prioridad. Ni a la trans ni a ninguna.

Todos los acontecimientos muestran que Yolanda Díaz tiene razón en no querer ruido. Para que no lo haya, todo el mundo tiene que ser generoso, la vicepresidenta también. Pero si antes era una intuición el pensar que esto podía salir muy bien, ahora hay una encuesta (ficticia, sobre algo inexistente, pero una encuesta al fin y al cabo) que asegura que hoy, justo hoy, es una gran idea. Lo bueno y lo malo es que ya sabemos que no hay ideas mejores. Solo falta ejecutarla bien. Sin ruido.

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