Una república de señoritos

Gran lío pinganillesco: las lenguas cooficiales llegan al Congreso. En el pesoe han tenido una revelación de última hora. «Estábamos ciegos, ¿cómo no nos dimos cuenta?», declaraba un propio mientras se abanicaba con el papelón del acuerdo de investidura. «En la república plurinacional venidera, los problemas de nuestros socios del noroeste seguirán opacando a los del resto de regiones», ha asegurado, para tranquilidad de todos, un vocero del comité central del partido.

La mismísima Ione Belarra dijo que habrá que proclamar la república porque, chico, «es muy difícil que Cataluña y Euskadi se sientan cómodos con una monarquía heredera del franquismo». No se hable más, que traigan la guillotina. En el resto del país (quiero decir, del Estado) el régimen fue una fiesta. En Andalucía, apenas seguimos abriendo fosas gigantescas: nada comparable. Aquí abajo, comodísimos. Juancarlistas, incluso. Los extremeños saben (en lo más íntimo de su corazón) que no se merecen una red ferroviaria porque allí Franco no mató a nadie.

Tiene su gracia: habrá que cargarse la monarquía, pero los derechos históricos ni tocarlos. Vivan los fueros y la madre que los parió. El día menos pensado, la abadesa de las Huelgas reúne valor y reclama su señorío sobre las tierras circundantes agitando un privilegio rodado; y a ver quién le dice que no a una monja con mitra y báculo. Lo de la deuda histórica depende mucho de dónde ponga uno el dedo en el calendario. Sea como fuere, ya es mala suerte (¡malísima!) que los desheredados de este mundo le hayan sisado a los indefensos industriales del RH negativo y a esos burgueses del això no toca.

Si Dios escribe con renglones torcidos, el Espíritu del Progreso puede abrirse camino oportunismo mediante. En otro sorprendente episodio de gracia tumbativa, la mayoría revalidante más progresista del milenio ha llevado las cooficiales a Bruselas, donde deben de haberlos mirado con una cara rarísima. «Vuelva usted mañana», que de un lado significa «nones» y del otro «ya casi estamos». Todos contentos, otro triunfo de la diplomacia europea. El Gobierno, inasequible al desaliento, ha pedido la puntita nada más: que empiecen por el catalán («nos vendría bien para una cosita») y el resto… lo vamos viendo. Los del pe ene uve, engurruñando la chapela.

Los socialistas carpetovetónicos montan procesión. Guerra y González refunfuñaron en el Ateneo. Amedo, Domínguez, Roldán y Vera hicieron los coros

Inesperadamente, las urgencias de la patria vuelven a focalizarse en Cataluña. Los pobres deben de vivir en un infierno, si no, no se explica. Lo de la amnistía, oiga. Yolanda Díaz ha dicho que espera lograr un acuerdo con la sociedad civil, los partidos políticos y los agentes sociales. Garamendi y los pinipones de los sindicatos no se han visto en otra. Si la representación de la voluntad popular no reside en el Congreso, hemos estado contratando traductores en balde.

Para completar la comparsa, los socialistas carpetovetónicos montan procesión. Guerra y González refunfuñaron en el Ateneo. Amedo, Domínguez, Roldán y Vera hicieron los coros. Los diputados adeptos al escaño han salido a poner orden tan pronto han tocado el pito en Ferraz. Chico, lo fácil que es tirarle de las orejas a un fulano con el que no tienes que pactar una investidura. 

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