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Desde la tramoya

Los socialistas y Madrid

Luis Arroyo nueva.

Qué persistente es la maldición que pesa sobre los socialistas en Madrid. Hace más de veinte años que la derecha campa a sus anchas en las instituciones de gobierno de la región y del Ayuntamiento y las apuestas de los socialistas han ido fracasando una tras otra. Están los que llegaron por aire desde Ferraz avalados por su carisma y fueron rechazados sin embargo por el electorado y luego se rindieron en la oposición (Trinidad Jiménez, Miguel Sebastián, Angel Gabilondo, Pepu Hernández…).

Los hay persistentes en su militancia socialista de pico y pala, de agrupación, pero que tampoco lograron romper el maleficio (Simancas, Antonio Miguel Carmona, Puri Causapié…). Y está por supuesto el eterno enfrentamiento (desde que lo abrieran los guerristas y los renovadores, en la noche de los tiempos) entre las dos almas del partido: una muy del cinturón (antes llamado) rojo, más movilizada, más dura y reinvindicativa y la otra más moderada y urbana.

Esas dos almas vuelven a enfrentarse en las primarias del Partido Socialista de Madrid. Los dos candidatos favoritos son, de un lado, Juan Lobato, el joven ex alcalde de Soto del Real y ahora diputado regional. Apela a un socialismo “transversal”, lo que equivale a llevarlo también al centro que ha dejado libre Ciudadanos. Es evidente que entre los jóvenes que estudian en las universidades, salen por Malasaña, pasean por el Barrio de las Letras o trabajan en las afueras, en Chamberí o en Salamanca, el Partido Socialista hace tiempo que dejó de ser atractivo. Tenía mucho más interés apoyar a Podemos si mirabas hacia la izquierda o a Ciudadanos si preferías la derecha. Ambos espacios están libres, aunque Más Madrid promete quedarse con buena parte del primero.

Del otro lado, en el socialismo más obrero y tradicional, Javier Ayala, el alcalde de Fuenlabrada, que insiste en la necesidad de seguir siendo “de izquierdas sin complejos”, y que apela a una autonomía total respecto de la tutela de Ferraz. Le han apoyado ya algunos alcaldes del cinturón (Alcorcón, Getafe) y tiene una fuerte base entre los militantes.

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El 23 de octubre, fecha de la elección, sabremos quién gana.

Tras dos décadas de desaciertos electorales, quien termine siendo líder del PSM no lo va a tener nada fácil, pero hay algo que distingue esta convocatoria de otras anteriores. Por primera vez en muchos años, la mano de Ferraz se ha aflojado y no hay preferencias extremas por ninguno de los candidatos. Según parece, se intentó generar una candidatura oficial con Mercedes González, actual delegada del Gobierno en Madrid, pero ella misma se descartó y declaró apoyar a Lobato, lo cual ha hecho a muchos pensar que el joven diputado es el preferido de Sánchez. Sin embargo, de existir, esa preferencia es muy ligera e íntima. Como el mismo Lobato recuerda, él ya se enfrentó al candidato oficial en su momento.

En resumen, la competición será equilibrada y libre de consignas oficiales y se batirán dos candidatos con perfiles bien distintos y modelos también opuestos de partido. Mi opinión es que en Madrid, en la región y en la ciudad, es necesario ampliar la llamada hacia electores más jóvenes, menos condicionados por la ideología, y que no se sienten identificados con el socialismo tradicional del puño y la rosa. Esos jóvenes (no sólo de 18 años, sino también de 35), tienen una influencia determinante en el resto del electorado, como vivieron en su momento Podemos, Ciudadanos y Más Madrid. Hay decenas de miles de esos jóvenes, que están en las universidades, los centros culturales, los bares y los conciertos, que están esperando esa llamada.

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