Muros sin Fronteras
Todos contra Hillary
Hillary Clinton es posiblemente la mujer más odiada en Estados Unidos, al menos entre los republicanos. Provoca sarpullidos similares a los que genera el presidente Barack Obama. Al actual inquilino se le rechaza por negro, algo que en estos tiempos no se puede decir en público, por eso prefieren llamarle socialista, musulmán y poco menos que miembro camuflado de Al Qaeda.
No es sólo un rechazo político, que también. La odian por ser mujer e inteligente, dos circunstancias que son, al parecer, agravantes, y más si se presentan juntas. Mucha de la retórica contra Obama pasará intacta contra ella, solo necesitarán modificar el género, de masculino a femenino.
El precandidato republicano Rand Paul, presuntamente libertario, ha lanzado una página web contra ella y recordando el asunto de la becaria Monica Lewinsky. No parece un movimiento sensato: puede volverse contra él. Ser sensato no es una virtud que se exige a los candidatos. En este clima anti-Hillary una o varias personas han dañado la tumba de su padre.
Hay algo de déjà vu en el anuncio de Hillary Clinton, el de su decisión de presentarse a las elecciones presidenciales de 2016. Lo intentó hace ocho años, cuando parecía tener todo a favor para lograr la nominación demócrata, pero se le cruzó en el camino el tsunami Obama, que logró despertar ilusión y entusiasmo entre los alicaídos demócratas primero y entre los norteamericanos, después. Su lema Yes, we can movilizó a millones de personas y acabó atropellando a Hillary.
El premio de consolación, una vez ganada la Casa Blanca, fue la Secretaría de Estado (2009-2013). Se retiró del Gobierno hace cuatro años para preparar su candidatura a la presidencia. Necesitaba distanciarse de Obama, no parecer una de las suyas, contaminarse con su caída de popularidad y reconstruirse como alternativa. ¿Fue una buena secretaria de Estado?.
Los presidentes de EEUU son un poco como los papas de Roma. A veces llegan al poder con la vitola de progresistas, como Pablo VI, y se quedan en nada. Kennedy, que prometió la Luna (literalmente), no fue capaz de pacificar la Tierra y empezó la guerra de Vietnam, además de invadir Bahía Cochinos, mientras que el odiado Lyndon B. Johnson, más moderado en teoría, acabó con las leyes racistas de su país y fue un impulsor de los derechos civiles pese a ser racista.
Obama llegó dispuesto a cambiar el mundo y apenas ha podido cumplir sus promesas, algunas tan simbólicas como el cierre de Guantánamo o lograr una sanidad pública más generosa, sin llegar a la sanidad universal europea. En la fase final de su doble mandato, tras años de bloqueos republicanos en el Congreso, ha decidido cambiar la historia en dos conflictos: Irán y Cuba.
Los republicanos, pese a las declaraciones contrarias, más electoralistas que reales, van a tener difícil revertirlas, sobre todo en el caso de Cuba. Mandan los intereses de EEUU en ambos casos. Sólo un necio no lo ve. Ser un necio no resulta un inconveniente en política, ni en EEUU ni en España. Uno de mis favoritos en la denuncia de esa estupidez ambiental es Bill Maher. En el siguiente vídeo habla de socialismo, EEUU y Europa.
Una presidenta Clinton sería la primera mujer en llegar a la Casa Blanca, un hito tan importante como el del primer presidente afroamericano. Hillary es, sobre el papel, algo más conservadora que Obama y, desde luego, más próxima al lobby judío que la financia. No sé cuál es su percepción de Netanyahu, pero no debe ser entusiasta. Su manera de tratar al primer ministro israelí sería, en todo caso, más diplomática, no dejaría entrever la inquina tanto como Obama. Si analizamos su paso por la Secretaría de Estado no se deben esperar cambios espectaculares, seguiría la senda emprendida en Irán y Cuba.
Va a tener dificultades en movilizar a los jóvenes y a la llamada izquierda norteamericana. Nada más lanzar su precandidatura fue a Iowa y dijo algo que no solía decir antes: que es necesario restablecer los controles financieros.En Iowa comenzará la carrera de las primarias y en Iowa es donde empezó a perder con Obama. De momento, había más periodistas con ella que votantes.
Empieza un durísimo camino de 19 meses en el que lo más importante es no meter la pata. No es fácil cuando hay que recorrer miles de kilómetros y pronunciar cientos de discursos, además de participar en los debates. ¿Recuerda al pobre Rick Perry?
Los republicanos ya tienen dos precandidatos menores en liza: el mencionado Rand Paul y Marco Rubio, senador de origen cubano que representa la derecha dura, el Tea Party. Habla bien, pero está a medio hacer. ¿Recuerdan su problema con el agua tras un debate de la nación? Se supone que se presentará también Jeff Bush, el hermano de George W., que tanto le ayudó en su victoria en el Estado de Florida contra Al Gore.
Si no fuera EEUU, si fuera Venezuela, por ejemplo, diríamos que cometió un fraude y robó la presidencia a Gore. Hasta su madre, Barbara Bush, ha dicho que con dos Bush de presidentes ya tienen bastante. Mitt Romney se ha descartado y hace bien porque es muy aburrido. No despierta pasiones. Aún estamos a tiempo de tener más sorpresas.
En el bando demócrata tienen un problema: sólo está Clinton y los espontáneos que puedan saltar. Si ella tuviese un problema, se quedarían sin candidato. No está previsto un plan B popular.
El viraje al centro de Hillary Clinton
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Los republicanos llevan cuatro años atacando sus flancos para torpedear su candidatura. Primero con el asunto de la embajada de Bengasi (Libia), de la que fue exonerada. No tuvo responsabilidad en la tragedia que acabó con la vida del embajador Stevens. Después con el asunto de los correos privados, que tampoco parece tener demasiado recorrido. El tercer punto es su edad. ¿No era más viejo Ronald Reagan? El cuarto: su salud tras el problema del desmayo.
Diecinueve meses son muchos, sobre todo para los que van a remolque. Es la favorita para lograr la nominación de su partido tras el paso obligado de las primarias y los caucuses. EEUU es un país en elección continua: además de las primarias, cada dos años se cambia la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. Esa elección constante no ha evitado, como esperaban los padres fundadores, la profesionalización de la política, solo que sea casi imposible gobernar.
También ha generado un tipo de político que trabaja más en parecer que sabe que en saber. No nos escandalicemos: vamos por el mismo camino, pero en lo malo, no en las grandes virtudes de su sistema. Tenemos a Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, y compañía, no a Bill Gates y Steve Jobs. No menciono a Esperanza Aguirre. Me la guardo para cuando hablemos de Marine Le Pen.