Muy fan de...
Muy fan de... Félix de Azúa
Qué estreno el suyo, académico Félix, ya quisieran Batman y Superman tener poderes suficientes para competir con su taquillazo. Tan sólo 21 días después de ingresar en la Real Academia Española, su último verso –“Ada Colau debería estar sirviendo en un puesto de pescado”– le ha convertido en merecedor de otro sillón, esta vez en el Olimpo de los dioses del clasismo y el machismo, tan soliviantados últimamente. Muy fan.
¿Habrá sido la primavera, esa que revuelve nuestras hormonas, obstruye nuestras vías respiratorias y nos espolvorea con el polen que nubla nuestra mirada, la causante de tan desatinada observación?
“La descalificación ha venido
nadie sabe cómo ha sido”
¿Qué puede llevar a un intelectual de su nivel, un doctor en filosofía, un humanista instruido, leído y viajado, un prolífico autor de ensayo, novela y poesía, a estornudar un pensamiento tan burdo?
Tanto me sorprendió esa manera tan ordinaria de rascarse su picor en público que a punto estuve de enviarle una cajita de antihistamínicos, con “hache” intercalada y todo, haciendo honor a la consonante que usted representa en la RAE.
Tras reflexionar y hacer memoria, descarté el influjo ocasional de la primavera en su actitud –porque no, no es la primera vez que agita con sus opiniones–. Pero detecté que, en esta ocasión, ha subido usted un peldaño. ¿Será quizás que su reciente nombramiento le ha inspirado para lanzar al viento una interpretación subjetiva y personal del lema de la institución: “Limpia, fija y da esplendor”?
-Limpia las instituciones de los que vienen de abajo, no se nos vaya a poner todo perdido de populacho, hombre por Dios.
-Fija, con silicona, el dominio de los que históricamente detentaron el poder.
-Da esplendor a los puestos de mando con líderes de “hueso largo” –así denomina un amigo mío culto y sabio a los criados en alta cuna–.
Hoy recordaba a mi abuela materna, hasta que cumplió los diecisiete no supo leer ni escribir, pero siempre supo estar. Y me ha dado por pensar que convendría matizar el mensaje de aquella canción de las maravillosa de Jesús Muñarriz y Luis Eduardo Aute a la que puso voz Carmen Machado para la cabecera de un programa cultural de televisión en los años ochenta, Todo está en los libros.
No, no todo está o, para ser más exactos, no sólo está en ellos. Hay actitudes y valores que algunos no logran aprender aunque se atiborren de negro sobre blanco. “Casi todo está en los libros”, cantaría yo.
Mi abuela y usted, señor de Azúa, son el perfecto ejemplo de cómo una persona absolutamente desprovista de formación académica puede ser sabia, educada y perfectamente preparada para desenvolverse en cualquier ámbito, sin desentonar, mientras otra, con vastos conocimientos académicos, puede ser absolutamente ignorante del saber estar, aunque se repanchingue cómodamente en el sillón de una institución de alto prestigio.
Por cierto, como ilustre miembro de la RAE me gustaría que me despejara una duda: ¿Lo de cargar contra Colau a través de la subestimación de quienes se ganan la vida, honesta y honradamente, limpiando el pescado que otros degustarán con pala y tenedor y sin mancharse las manos, sería un comportamiento “mezquino”? ¿Lo de mirar a los demás con desprecio, desde la atalaya de la intelectualidad sería, según el diccionario, un comportamiento “prepotente”? ¿O la Academia aconsejaría en ambos casos recurrir a la “hache” de su sillón con términos tales como “hiriente, horripilante o hediondo”?
Añade usted en esa entrevista en la revista Tiempo que, a juzgar por los resultados electorales, la gente debe de votar borracha. Hombre, es humano que nos extrañe, nos sorprenda e incluso nos irrite que otros osen votar lo que nosotros no votamos, pero de ahí a decretar su estado de embriaguez sin hacerles soplar ni nada...
Por cierto, para poder digerir ciertas declaraciones que nos comemos a diario, especialmente las mujeres, recomiendo a los lectores tirar de ron de caña.
Yo, ilusa de mí, siempre creí que los intelectuales estaban dotados de unos súper poderes dialécticos que les permiten criticar a los demás con argumentos profundos y sin tener que recurrir al insulto directo o a la descalificación barata –claro, que también me tragué de pequeña que un ratón se llevaba mis piños de leche y encima me dejaba cinco duros–.
Concluye usted la entrevista reconociendo que está cansado de batallar y anuncia su retirada a la vuelta del verano porque quiere dedicarse a regar su jardín. Aquí no tengo que ponerle ni un pero, gran idea, señor de Azúa, a regar.
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La mala memoria de la infancia: Este artículo ha sido editado porque contenía un error. La canción “Todo está en los libros” que cito, no la interpretaron Vainica Doble, sino Carmen Machado. El autor de la letra, Jesús Muñarriz (del que conocía su autoría, junto con Aute) me corrige amablemente y yo pido disculpas.
A él y a Aute, si del texto puediera deducirse que le adjudicaba la autoría de letra y música a Gloria Van Aerssen y Carmen Santonja, aunque solo me refería a la ejecución.
A Carmen Machado, por confundir, en mi recuerdo, su voz maravillosa con otras dos voces que también lo eran.
Y a los lectores, por contribuir a una confusión que sé (por lo visto en internet) otros comparten.
El debate sobre el debate
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La memoria a veces nos traiciona, y los recuerdos de infancia también hay que revisarlos cuando una es periodista.
Gracias por la canción, señor Muñarriz, y por el tono amable en su corrección. Un honor que me haya leído ;-)
Raquel Martos