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Hablar de comunismo

Comparece Pedro Sánchez tras el último Consejo de Ministros del año para hacer un balance del año saliente y para proponer un paquete de medidas sociales para el 2024. Y mientras el presidente del Gobierno presenta medidas como la prolongación de las rebajas al transporte público, de los impuestos a la banca y energéticas o de la prohibición de desahucios de familias vulnerables, también comparece Isabel Díaz Ayuso tras su último Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid en respuesta a Sánchez. ¿La principal diferencia entre ambas comparecencias? El tono y el contenido. Dos cosas que suelen contar siempre bastante en política. Pero más allá de eso, sobre todo, la pelea es una vez más entre Sánchez y Ayuso. A Feijóo ni se le espera. Podría estar todavía entretenido con la cesta de fruta que su principal competidora interna le regaló poco inocentemente durante la cena de navidad del PP.

El presidente del Gobierno vino a hacer un balance del año 2023 en dos planos diferentes. Por un lado el político, en el que logró la victoria electoral tras plantear las elecciones como un plebiscito en torno a su figura y la más que probable entrada de la ultraderecha en el gobierno nacional. Y por el otro lado el económico, en el que el crecimiento de España queda bastante por encima de la media de la zona euro y la inflación también está en la cola de Europa mientras el paro mejora a niveles de 2007. Es decir, un balance en tono victorioso y, sobre todo, propositivo, ya que además ha sido acompañado por la prolongación de gran cantidad de medidas sociales (a las que seguramente se le podría pedir más audacia y profundidad).

Más allá de eso, sobre todo, la pelea es una vez más entre Sánchez y Ayuso. A Feijóo ni se le espera. Podría estar todavía entretenido con la cesta de fruta que su principal competidora interna le regaló poco inocentemente durante la cena de navidad del PP

Frente a eso tenemos a la presidenta de la Comunidad de Madrid que, lejos del tono victorioso y propositivo del Presidente del Gobierno, nos reconforta con un discurso lleno de alarmismo e insultos sin parangón en la política española. De hecho, lejos de hacer un balance sobre el estado de la comunidad autónoma que gobierna, dedicó la mayor parte de su discurso a criticar al gobierno de España y a colmarlo de calificativos cada cual más disparatado que el anterior. Mientras escuchábamos a Sánchez hablar de mantenimiento de ayudas al transporte escuchábamos a Ayuso decir que el presidente era un “comunista apoyado por independentistas criminales”. Mientras Sánchez hablaba de impuestos a la banca y a las energéticas Ayuso decía que “un gobierno de ultraizquierda ha tomado el poder para aniquilar la Constitución”. Y así con todo. 

El contraste es duro. No solo para los ciudadanos madrileños que aspiren a que su presidenta sea algo más que otra tertuliana de extrema derecha obsesionada con el presidente Sánchez, sino también para todo un electorado de derechas que lleva el último año viendo cómo sus líderes solamente hablan de la amnistía, de Bildu, de ETA y de Puigdemont mientras en España se sigue discutiendo sobre subir salarios, reducir la jornada laboral, mejorar el subsidio de desempleo o, en definitiva, de las tan importantes cosas del comer. El contraste es tan duro que no resistió la campaña del 23J y la derecha se quedó sin sumar lo suficiente como para gobernar. Y lejos de haber aprendido nada de su fracaso, lo mantienen y potencian. Me da la sensación de que en la derecha ya no juegan a ganar el gobierno, sino a deslegitimarlo entre los suyos. Un juego que solamente los arrincona y desplaza más de una futura hipotética victoria. La situación para sacar adelante legislación progresista es inmejorable. El Gobierno debe aprovecharla.

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