No nos vamos a dejar

Suelo afirmar que los resultados electorales que se van produciendo en un ámbito proporcionan el 80% de lo que necesitan saber quienes quieran presentarse a las siguientes elecciones, y que el 20% restante lo tendrán que averiguar mediante investigación cuantitativa y cualitativa. El análisis de los resultados registrados permite obtener conclusiones de enorme valor estratégico, como por ejemplo que los partidos de la izquierda, en la Comunidad  Madrid, tienen que concentrar sus esfuerzos en los barrios de rentas más bajas de la capital y los municipios metropolitanos, con el objetivo cuantificable de alzar sus tasas participación en alrededor de ocho puntos. Y esto nos llevará a idear determinadas acciones que comparen estos barrios con  los de las rentas más altas –transporte público, zonas verdes, colegios e institutos públicos, centros de salud, instalaciones deportivas, mantenimiento y limpieza de todo esto…–,  con el fin de provocar la indignación, la rebelión y la movilización electoral: ¿Os vais a dejar?, ¿No pensáis hacer nada?, ¿Os resignáis?

Habrá que hacer entonces unos grupos de discusión para averiguar cómo articular los estímulos para esa movilización y alguna que otra encuesta para cuantificar todo esto: cuántos electores nos van a votar,  qué otros podrían hacerlo, dónde están y cuáles son sus orígenes electorales y sus perfiles sociodemográficos, aunque lo primero se puede resolver hablando mucho con los vecinos y lo segundo lo pueden pagar otros, como por ejemplo el CIS si este ámbito teórico es España, una comunidad autónoma o un gran municipio, porque disponemos de microdatos suficientes de este organismo y, además, hará algún estudio preelectoral. De hecho, los barómetros mensuales del CIS son, seguramente, la referencia sistemática más fiable que existe en España para conocer la situación del mercado electoral y estimar la intención de voto en elecciones generales, sin confundir esto con las estimaciones de voto de Tezanos, como explicamos aquí.

Escribo este artículo porque Logoslab no nos ha proporcionado su reestimación del barómetro de julio del CIS y no voy a dejar pasar este estudio sin pena ni gloria, porque recoge la primera información fiable sobre el impacto de las elecciones europeas en la intención de voto en elecciones generales, supuesto que el barómetro de junio terminó de realizarse el día 6 de ese mes, es decir, antes de la celebración de las elecciones europeas del 9J

Lo que no recoge el barómetro de julio del CIS  

Este barómetro de julio del CIS no recoge el impacto de las elecciones francesas del día 7 de julio, ni la ruptura de VOX con el PP en los gobiernos autonómicos, tampoco la victoria de la selección de fútbol del día 14, ni los piscinazos de aquellos que quisieron obtener un rédito político de tal gesta, y menos aún la presentación del punto y aparte de Pedro Sánchez del día 17, incluyendo, y van dos, los comentarios pendencieros y la risa fatua y engolada que le dedicó a Feijóo desde la tribuna, en esta ocasión porque Abascal le había dejado. 

Sobre las elecciones legislativas francesas cabe señalar que, con nuestro sistema electoral, esa segunda vuelta la habría ganado en escaños la ultraderecha –Ressemblement National–, seguida por la suma de Ensamble (Macron) y  Les Republicains y en tercera posición la Union de la Gauche. Sin embargo, los 182 escaños mayoritarios del Nuevo Frente Popular francés nos recuerdan que habrá que arreglar el destrozo a la izquierda del PSOE si se quiere frenar la mayoría de la derecha en España, algo que no tiene ninguna gracia y está sucediendo a día de hoy. 

Sobre  lo segundo, en el PP se sienten liberados porque saben que Vox no puede propiciar la llegada de los  socialistas, pero basta con aprobarte las votaciones que me interese y obligarte a modificar tus propuestas legislativas para que la gente sepa quién manda aquí.

Habrá que arreglar el destrozo a la izquierda del PSOE si se quiere frenar la mayoría de la derecha en España, algo que no tiene ninguna gracia y está sucediendo a día de hoy

Sobre lo del fútbol hubo piscinazos de todas las facturas; con mortal adelante aquellos que viendo que se podía ganar se apuntaron a la España del siglo XXI, porque, efectivamente, Otegi y luego Mertxe Aizpurua nos recordaron que esa selección no es la suya; o aquellos otros que no cayeron en que señalar que en su selección hay incluso negros, como comentó la ministra Alegría alardeando de pluralidad –otra palabra que les encanta–, estaban haciendo un comentario racista, y esto se visualiza a la perfección puesto en boca del ministro de deportes inglés. Doble mortal adelante con tirabuzón el de Pedro Sánchez queriendo apuntarse algún tanto, porque la realidad es que protagonistas y aficionados exhibieron en las celebraciones un nacionalismo español excluyente, insultante, autoritario y vergonzante, subrayando que no es oro todo lo que reluce en la España del siglo XXI.  

Sobre lo del punto y aparte de Sánchez, en la misma sesión parlamentaria en la que nos habló de regeneración democrática se atrevió a mencionar la reforma de la Loreg, pero para obligar a las empresas a publicar sus procedimientos de estimación de la intención de voto y los microdatos de tales estudios, evidenciando, sobre todo, que está muy mal asesorado.  Lo primero forma parte del know how de las empresas y viene a ser como pedirle a Coca Cola que nos enseñe su fórmula. Y lo segundo es opcional, porque no forma parte de lo que estas empresas venden a los medios que publican sus encuestas y no hay ley que les obligue a hacerlo.  Si hay que reformar la Loreg será para eliminar los cinco días de embargo de las encuestas, pero sobre todo para esto.

En definitiva, este barómetro de julio no recoge el impacto de las elecciones francesas, ni el de la ruptura con Vox, ni las reacciones al éxito futbolístico ni al punto y aparte de Sánchez , pero sí el impacto de las elecciones europeas que comentamos a continuación. 

La situación electoral en julio de 2024

De celebrarse ahora elecciones generales y con una participación similar a la del 23J,  ganaría el PP con 7,8 millones de votos, el 32,2% y 139 escaños (+2), seguido de cerca por el PSOE que obtendría 7,5 millones de votos, el 30,9% y 129 escaños (+8).  En tercera posición y en solitario quedaría Vox, que con 3,3 millones de votos, el 13,8% y 42 actas (+9), sumaría 181 escaños con el PP, una mayoría absoluta que, aparte risas, propiciaría el reencuentro entre Abascal y Feijóo para gobernar. Por detrás y en fila india vienen Sumar con 1,7 millones de votos, el 7,0% y 10 escaños (-21), Podemos, con un millón de votos, el 4,1% y 3 actas y Se Acabó la Fiesta con 600.000 votos y un escaño por Madrid. Estos números del ámbito estatal son de hierro, no así los autonómicos que son aproximados y parecidos a los del 23J, totalizando 2,3 millones de votos, el 9,5% de los válidos y 26 escaños (-2).

Las novedades que trae este barómetro son importantes. En primer lugar, la transferencia de voto del PSOE al PP se ha reducido a tan solo 166.000 electores, el 2,2% de los supervivientes del PSOE del 23J y esto es normal, porque se trata de personas moderadas o de posicionamientos centrales en la escala ideológica y en el PP no dejan de hacer el cabra, todos al unísono, ocupados en frenar sus fugas hacia Vox y SALF (Alvise), lo que no terminan de conseguir. De hecho, el PP está transfiriendo a Vox alrededor de 450.000 votos y al partido de Alvise unos 125.000, mientras que solo ingresa de Vox 278.000, es decir, el saldo entre el PP y los partidos situados a su derecha es claramente negativo para los populares. Sin embargo, es del todo estúpido tratar de promocionar a Alvise con el fin de hacer tres pedazos en la derecha, porque se corre el riesgo de provocar una reunión de estos votantes en el PP ante el hecho de la fragmentación en las circunscripciones de seis o menos escaños.      

En segundo lugar, el PSOE defiende perfectamente sus resultados del 23J, sobre todo porque compensa la desmovilización de casi medio millón de sus votantes con el ingreso de 420.000 procedentes de Sumar.

En tercer lugar, la concurrencia de Podemos por separado de Sumar en las elecciones europeas ha destrozado el espacio a la izquierda del PSOE en elecciones generales: donde hubo 31 escaños el 23J ahora hay 13, y esto asegura el gobierno de la derecha por bien que defienda el PSOE su posición. 

Entonces, qué: ¿Os vais a sentar con los demás para resolver esto con la fuerza de quienes tienen tres escaños, o vais a reclamar el liderazgo que perdisteis, o la mitad de la representación, como antes del 23J cuando ya valíais dos escaños en elecciones generales? Porque un 7,4% en autonómicas de Madrid, que fue el resultado de Iglesias, equivale a un 4,5% en elecciones generales en España y ese es el valor objetivo de Podemos desde esos comicios, muy parecido al de este barómetro de julio del CIS. ¿A qué estamos, a destruir y que llegue la derecha, o a construir?

Pero aquí no se salva ni dios. Si Sumar ha caído a 1,7 millones de votos es porque se desagregan los de Podemos (842.000), pero también porque transfiere 421.000 al PSOE. Lo primero lo acabamos de explicar, pero lo segundo solo se explica porque Sumar sigue siendo percibido como un PSOE con matices; porque Sumar, que dice ser plurinacional, no ejerce como tal, esto es, no propicia una mesa de todos los partidos, no solo de los integrantes en un proyecto actual que está en crisis y hay que redefinir en sentido confederal; porque Yolanda Díaz sigue haciendo ticket con Pedro Sánchez, en definitiva. Esto es lo que tenemos que arreglar, porque, como los votantes de los barrios de rentas bajas de Madrid, no nos vamos a dejar.

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Jaime Miquel es analista electoral. 

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