IDEAS PROPIAS

Las olvidadas

No ha amanecido y ya van a trabajar. Son treinta y nueve mujeres marroquíes. El autobús las lleva, como cada mañana, a recoger fresa en los campos de Almonte, en Huelva. El oro rojo lo llaman. Las imagino todavía adormiladas, en silencio, abstraídas, tratando de no pensar en la interminable jornada –otra más ¿y cuántas van ya?– que aún tienen por delante. El vehículo se sale de la carretera y una de ellas muere. Otras muchas están heridas, tres de ellas graves. Ocurre este lunes, el Día Internacional del Trabajador y la Trabajadora, aunque ellas no saldrán a la calle a manifestarse para reivindicar sus derechos. De no ser por el accidente, habría sido un día más en el tajo. Otro día partiéndose la espalda. Son mano de obra barata. Baratísima. Vienen cada temporada con un programa de migración circular. Ese nombre, migración circular, esconde vidas atravesadas por la precariedad. En origen y en destino. Y en ocasiones incluye denuncias por explotación laboral y violencia sexual.  

En este Primero de Mayo se ha hablado de subir salarios, de bajar los precios y repartir los beneficios. Hace un siglo, se luchaba por la abolición del trabajo infantil, por el seguro médico, por las pensiones. En términos históricos, estamos viviendo la vida por la que otros se dejaron la piel. Tampoco se puede obviar que, aunque han sido minoría, siempre ha habido mujeres sindicalistas levantando la voz del feminismo. Por eso, cien años después no podemos olvidar a las que están más abajo, en el último escalón, en el menos importante. Mujeres. Migrantes. Trabajadoras. Las otras, las olvidadas. Las que no importan o importan menos. Jornaleras del campo, empleadas domésticas, cuidadoras. Hablar de precariedad es hablar de ellas, pero no siempre es evidente. Empobrecidas, invisibilizadas. Mujeres con vidas laborales más cortas, que no han estado dadas de alta o que se han dedicado a atender a los demás. De hecho, seis de cada diez personas que cuidan a personas dependientes son mujeres. Dedican su vida a ello y lo hacen sin obtener reconocimiento social ni económico. 

Hablar de la desigualdad de género en el trabajo es tan viejo como el propio movimiento obrero. La cuestión es hasta cuándo tenemos que seguir insistiendo. Cuántas generaciones de mujeres más van a seguir trabajando de manera invisible para sostener esta sociedad tan injusta y violenta con nosotras. Las mujeres hicimos una huelga histórica en 2018 para cambiar las cosas. Y es cierto que muchas cosas han cambiado estos años, pero a algunas les queda todo, hasta lo más básico, por conquistar.  

Cuántas generaciones de mujeres más van a seguir trabajando de manera invisible para sostener esta sociedad tan injusta y violenta con nosotras

Encierra todo el simbolismo posible la muerte de una temporera camino de su trabajo un Primero de Mayo. Encarna esa muerte todo lo que debe ser la lucha feminista y también sindicalista. Ya hay organizaciones, entre ellas Jornaleras de Huelva en Lucha o Mujeres 24H, que trabajan en ello. En darle la palabra a quien no la tiene, en abrazar a las que vienen buscando oportunidades, en dar derechos a las trabajadoras más precarias. A las olvidadas. Son ellas las que deben centrar el trabajo y ese esfuerzo. No solo para que esas mujeres no caigan en el olvido, sino para que esas trabajadoras también tengan vidas dignas, con derechos y en libertad. Vidas dignas de ser vividas.  

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