Federico Mayor Zaragoza, ciudadano del mundo Juan José Tamayo
Si no quieres la guerra, prepara la paz
I.- Se dice que fue Publio Flavio Vegecio quien lanzó la sintética frase de “si vis pacem para bellum”, es decir “si quieres la paz prepárate para la guerra”. Luego se atribuyó a Julio César y, más cerca de nosotros, el famoso tratadista militar Carl von Clausewitz la transformó en el adagio “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. Y como a pesar de los permanentes llamamientos a la paz los humanos siempre hemos estado guerreando, ahora de nuevo nos alcanza el fatídico rostro de la guerra y surge el debate sobre si deberíamos o no gastar más dineros en armas. En concreto, si los países que formamos parte de la Unión Europea debemos dedicar más a defensa hasta alcanzar el 2% del PIB. No deja de ser un debate recurrente por lo menos desde que el presidente Trump vino de visita a Bruselas y nos apretó las clavijas a los europeos en esa bélica dirección. Sin embargo, ha sido ahora cuando una brutal e injustificada agresión de la Rusia de Putin a Ucrania ha puesto el asunto a la orden del día y, el que más y el que menos, sin pensárselo dos veces, se ha colocado en modo rearme.
II.- Para aproximarnos al diagnóstico sobre tan delicada cuestión conviene tener en cuenta de qué mundo venimos y en qué mundo vivimos. Se ha dicho con poco rigor que Europa se había acostumbrado a vivir en paz desde el final de la II Guerra Mundial. Parece que hemos olvidado que recién terminada esa espantosa guerra estalló el conflicto de Corea (1950-1953), en el que estuvieron implicados un montón de países europeos, uno de las más mortíferos de la historia, con cerca de 3 millones de muertos civiles —claro que principalmente “asiáticos”—; luego, poco después, llegaron las guerras de Indochina, primero con Francia y luego con los EE.UU. (1955-1975), también con diverso apoyo de la mayoría de los países europeos. Una guerra en la que según los cánones actuales —con cerca de 4 millones de civiles muertos, también la mayoría asiáticos, bombardeos con napalm, etc— se cometieron posiblemente crímenes de guerra. Más tarde, las incontables guerras coloniales: Argelia, Congo, Angola, Indonesia etc. Y más cerca de nosotros, las guerras balcánicas o yugoeslavas (1991-2001), Eslovenia, Croacia, Bosnia, Kosovo, Macedonia, incluyendo el bombardeo de Belgrado por la OTAN.
III.- De ahí venimos y, en la actualidad, el mundo no es precisamente un remanso de paz. Además de la omnipresente guerra de Putin en Ucrania, donde seguramente se están cometiendo crímenes de guerra, tenemos conflictos armados, de diferente intensidad, en Etiopía, Yemen, Afganistán, Siria, Mali, Somalia, Palestina, Sáhara Occidental, y seguro que me dejo algunos más. Nuestro propio país participa en 17 misiones militares sin fines ofensivos, ya sean ONU u OTAN, con alrededor de 3.000 efectivos y un gasto de unos 900 millones de euros (Mar Negro y Mediterráneo, Letonia, Bulgaria, Líbano, Irak, Turquía, Mali, Operación Atalanta, Somalia, República Centroafricana). Visto lo anterior parecería que la respuesta a si hay que gastar más en Defensa sería obvia, en el sentido afirmativo y, no obstante, la cuestión es más compleja.
Sostengo que para aumentar la autonomía de la UE vale la pena gastar más y mejor porque es importante que todos, sobre todo una parte de la izquierda, comprendamos que no se puede querer una cosa y su contraria
IV.- Porque la pregunta que nos tenemos que hacer los europeos ante esta cuestión es sobre el objetivo o finalidad de ese aumento de gastos en defensa. Se trata de alcanzar la famosa “autonomía estratégica” de la Unión Europea o, por el contrario, seguir como hasta ahora, sin defensa común europea y dependiendo enteramente de la OTAN, es decir, de los EEUU, que es quien manda en la referida alianza. Si se trata de lo primero yo estoy de acuerdo en que hay que gastar algo más y, sobre todo, mucho mejor que en la actualidad; pero si es para lo segundo, rotundamente no, entre otras cosas porque el conjunto de países de la OTAN gastan cerca de un billón de dólares en defensa, tres veces más que China y Rusia juntas. Y sostengo que para aumentar la autonomía de la UE vale la pena gastar más y mejor porque es importante que todos, sobre todo una parte de la izquierda, comprendamos que no se puede querer una cosa y su contraria. Es decir, sostener que no se quiere estar en la OTAN o, en todo caso, no fortalecerla y, al mismo tiempo, no asumir la necesidad de un mayor y mejor gasto europeo es una contradicción demagógica. La Unión Europea no puede seguir así. Un sujeto político de cerca de 500 millones de habitantes, con una moneda única, de las tres mayores economías del mundo, con intereses globales, no puede depender para su seguridad y defensa de otra potencia con intereses no necesariamente coincidentes. ¿O es que acaso la UE coincidió con los EEUU en la segunda guerra de Irak, la de las “armas de destrucción masiva”, de Bush, Blair y Aznar? ¿Acaso los europeos pintamos algo cuando Trump decidió largarse de Afganistán y tuvimos que tragarnos la chapuza de la evacuación de Kabul? ¿Nos afectan la guerra de Ucrania y sus secuelas igual que a los EEUU? Creo sinceramente que no. Para nosotros su prolongación en el tiempo puede ser un desastre, no tanto para los americanos y los chinos, que me temo saldrán de esa maldita guerra de Putin más hegemónicos que en la actualidad.
V.- En todo caso, veamos algunas cifras con el fin de clarificar de qué estamos hablando. EEUU gasta unos 780 mil millones de dólares anuales en defensa; China en torno a 250 mil millones; Rusia 62 mil millones, y la Unión Europea en su conjunto una cifra similar a la china y, si contamos a Gran Bretaña, bastante superior. Nuestro problema es que no tenemos una defensa común integrada, sino 27 fuerzas armadas diferentes, inconexas, de muy diferentes niveles, sin una industria de defensa común —salvo algunos proyectos— ni un cuartel general operativo e integrado que responda a una voluntad democrática común. Sin embargo, la cifra de gasto es la segunda del mundo, si bien una parte de ese gasto corresponde a medios militares que no son operativos, ni pensados para una utilización compartida. Pero cuando se afirma que hay que llegar al 2% del PIB no sé si se dan cuenta de qué hablan. El PIB de la UE está en unos 14,5 billones de euros o 18,3 billones de dólares. Un 2% de esta cifra alcanzaría la bonita suma de 376 mil millones de dólares, es decir, seis veces el presupuesto ruso y muy superior al chino. Todo ello sin contar que Alemania acaba de aprobar una inversión de 100 mil millones de euros, lo que la dotaría de una tacada, a ella sola, con el tercer presupuesto más grande del mundo. Y no es lo mismo que esa enorme suma se invierta o gaste para lograr esa “autonomía estratégica” de la UE o solo para la “autonomía” de la propia Alemania. Y tampoco es igual que esa gran suma se invierta para comprar artefactos de guerra a la industria americana o para fortalecer la industria de seguridad europea. Me temo que, de momento, es para lo primero.
VI.- En conclusión, el debate sobre el 2% del PIB en defensa es un debate trucado si no se explica claramente para qué, cuál es el objetivo, y si no se dice que la autonomía estratégica, la ciberseguridad, junto a una política exterior común, una industria de defensa europea y un cuartel general operativo propiamente de la UE son condiciones necesarias para poder hablar de aumentar el gasto de defensa. Si ese es el camino, vale la pena gastar más y mejor; si es para seguir igual que hasta ahora francamente no tiene sentido, salvo para engrosar la industria de defensa estadounidense.
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Nicolás Sartorius es presidente del Consejo Asesor de la Fundación Alternativas. Su último libro se titula ‘La Nueva Anormalidad: Por una Normalidad Nueva’. (Espasa).
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