¿Qué aporta la Economía Social a las 'start-up'?

Carlos de la Higuera y Julián Menéndez

Aún resuena el eco de South Summit, la gran cita de la innovación y del emprendimiento que ha contado, en esta edición, con la presencia de más de 32.000 start-up de 120 países y que se celebró bajo el lema “Human for design”, dando a entender que la innovación que da forma al futuro del mañana está realizada por y para las personas. ¿Cuántas de las start-up que se citaron en el South Summit 2024 eran de Economía Social? 

Se desconoce el dato, pero sospechamos que pocas, muy pocas. Lo que sí sabemos es que de las 1.074 empresas emergentes certificadas vigentes por el ENISA solo dos son empresas de Economía Social (fuente ENISA). Las razones de esa proporción tan baja, menos de un 0,2%, hay que encontrarlas en el gran desconocimiento que el ecosistema emprendedor tiene de la Economía Social.

La persona que va a emprender un proyecto o lanzar una start-up desconoce qué es la Economía Social, cuáles son sus fórmulas jurídicas y las razones que la convierten en generadora de crecimiento económico, empleo de calidad, gestión democrática y fuente de transformación e innovación social. Este hecho, además de ser constatado por instituciones representativas de la Economía Social como son la Federación de Cooperativas y de la Economía Social, FECOMA, y la Agrupación de Sociedades laborales de Madrid, ASALMA, durante su contacto y visitas a los viveros de empresas y a los centros de emprendimiento/ innovación, se constata también con datos.

El informe GEM España 2023-2024 constata que solo el 3% de las iniciativas emprendedoras creadas son cooperativas y el 48% son autónomos. Aunque nos faltaría completar dicha información con el porcentaje correspondiente a las sociedades laborales, dato que dicho informe no refleja, pero sabemos que es  pequeño. Aun así, vemos que el emprendimiento en Economía Social en una de las formas principales de la Economía Social representa un porcentaje demasiado bajo. 

Entre los aspectos negativos de las empresas de economía social para acometer actividades innovadoras está la supuestamente mayor dificultad para conseguir financiación ajena en rondas de financiación, a través de figuras como el business angel, los fondos de promoción industrial, etc. Esto se dice porque estas fórmulas empresariales tienen y mantienen en todo momento la mayoría del capital en manos de los socios trabajadores, lo que limita la capacidad de un inversor externo de tomar el control de la empresa. Esto es así, pero es una fortaleza para la empresa.

La mayoría de los inversores no quieren entrar en el capital de una empresa compleja, cuya actividad desconocen, y estas empresas tienen la ventaja de que los socios se orientan a su desarrollo profesional, no tienen intención de vender la empresa sino de adueñarse de un futuro prometedor en el que además del desarrollo profesional quieren y pueden obtener ganancias de capital en el futuro en un entorno estable y siendo los más interesados en que la empresa salga adelante. El inversor siempre va a poder controlar su inversión mediante la implantación de una serie de KPIs y un plan de trabajo con un calendario específico que la empresa deberá llevar a cabo de forma consensuada con los socios trabajadores para desarrollar el producto o acelerar su desarrollo y escalabilidad.

Además, las empresas de economía social pueden obtener financiación específica de convocatorias de ayudas, de préstamos blandos específicos y del sistema público de financiación de la actividad innovadora.

'Start-up' y Economía Social

La Economía Social es la gran aliada de las start-up y de las empresas emergentes que quieran, de verdad, dar forma al mundo del mañana con un proyecto sólido, de largo recorrido en el que las personas no solo estén detrás de la innovación, sino que sean parte del cambio, generando así una verdadera innovación social

Para ello, se deben romper algunas barreras y aclarar conceptos, entre ellos los siguientes: 

  • Las start-up pueden (y deben) ser de Economía Social, no existiendo incompatibilidad ni en términos legales, económicos u otros.
  • Las empresas emergentes pueden ser de Economía Social y las empresas de Economía Social pueden ser emergentes.

Las sociedades laborales Crow technologies engineering SLL, empresa de base tecnológica que crea experiencias entre el mundo físico y virtual, e Inrobics Social Robotics SLL, empresa de robots con alma que mejoran la vida de las personas, están certificadas por ENISA como empresas emergentes.

Para dar forma al mundo del mañana las 'start-up' y las empresas emergentes deben dar la mano a la Economía Social para crear iniciativas, 'start-up' de Economía Social que realmente lleven la innovación a las personas aportando una mejora económica, social y medioambiental

Por otro lado, existen cooperativas y sociedades laborales con soluciones tecnológicas innovadoras y sociales que podrían estar certificadas como empresas emergentes y que, de hecho, empezarán sus procesos de certificación próximamente.

  • Un proyecto de base tecnológica, innovador y escalable puede perfectamente desarrollarse con las fórmulas jurídicas de la Economía Social: cooperativa y sociedad laboral, principalmente. 

¿Qué aporta la Economía Social a las 'start-up' ?

Las empresas que están en fase de incubación, antes de decidir su fórmula jurídica, deberían mirar a la Economía Social, ya que sus fórmulas jurídicas aportarían muchos aspectos positivos a sus proyectos:

  • Estabilidad: la Economía Social neutraliza el efecto de volatilidad que tienen las start-up aportando estabilidad y proyectos de largo recorrido que mantengan y creen empleo.
  • Proyecto basado en valores: la sostenibilidad, la igualdad, la justicia social son valores que están integrados en la Economía Social, por ello, una empresa en incubación del sector de actividad que sea y tenga esos valores debe utilizar las fórmulas jurídicas de la Economía Social.
  • Ecosistema de colaboración que va más allá del proyecto y evita la soledad del emprendedor dado que la Economía Social cree en la Inter cooperación, buscando lazos, sinergias y oportunidades entre sus entidades.
  • El mantenimiento de la propiedad en manos de los promotores: las fórmulas jurídicas de la Economía Social son democráticas y participativas, de manera que cada socio tiene un voto, independientemente del capital aportado, de manera que la propiedad se mantiene en manos de los promotores.
  • Ayudas económicas en el momento que las necesitas. Las distintas comunidades autónomas tienen mecanismos para ayudar y subvencionar la creación de empresas de Economía Social, ayudas a fondo perdido (no se devuelven) que cubren los gastos de constitución, las inversiones y una cantidad determinada por cada una de las personas socias. 

Estas ayudas que pueden ascender a más de 50.000 € (dependiendo del número de socios) se pierden si el emprendimiento es autónomo u otra fórmula distinta a las que promueve la Economía Social.

Por tanto, la Economía Social es la gran aliada de todas aquellas iniciativas emprendedoras innovadoras y escalables que tengan una visión de futuro, que mejoran la sociedad y que miran más allá de la idea del enriquecimiento rápido traspasando el proyecto empresarial a un inversor particular o fondo de inversión que se lucrará de manera individual en lugar de favorecer la mejora de la calidad de vida de los socios y de los trabajadores. 

La 'start-up' de Economía Social 

Las más de 2.000 empresas de Economía Social en el caso de la Comunidad de Madrid incorporan, en su mayoría, innovación tecnológica, innovación en procesos y, lo que es más importante, innovación social y medioambiental, incluyendo nuevas miradas que mejoran la eficacia de sus procesos y que tienen una serie de impactos en la sociedad fácilmente medibles.

Por tanto, para dar forma al mundo del mañana, las start-up y las empresas emergentes deben dar la mano a la Economía Social para crear iniciativas, start-up de Economía Social, que realmente lleven la innovación a las personas aportando una mejora económica, social y medioambiental.

FECOMA y ASALMA representan directamente a más de 2.000 empresas madrileñas de economía social, donde conviven todo tipo de empresas de múltiples sectores de actividad y, entre ellas, se encuentran cooperativas y sociedades laborales innovadoras, escalables y emergentes, susceptibles de ser certificadas por ENISA. 

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Carlos de la Higuera es presidente de la Federación de Cooperativas y Economía Social de Madrid (FECOMA) y Julián Menéndez es gerente de la Agrupación de Sociedades Laborales de Madrid (ASALMA) y vicepresidente de la Federación Empresarial de Sociedades y Empresas Participadas de España (LABORPAR).

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