Un condensador de fluzo “trumpiano”
He visto bastantes capítulos del mismo, sin “trumpiano”, en Televisión española. Me parece un programa divulgativo que intenta presentar lo complejo de manera comprensible. No exento de ironía, hace más asequibles los enigmas históricos, o la cacharrería de las historietas, que normalmente nos quedan oscuras a la gente corriente, la que se cataloga como ciudadanía. Por allí viaja el tiempo; no resulta sencillo apreciar su magia a alguien que lo mide en días del calendario y no muy lejos del mes actual. Se cuenta que hubo alguna vez una máquina del tiempo que permitía volver al pasado o darte una vuelta por el futuro; no lo sé bien.
Había un capítulo dedicado a hablar de lo que el viento se llevó, como repasando la historia que fue o pudo haber sido. Cuando veo las arengas del señor Trump, con el debido respeto, pienso que el condensador que él maneja se ha escacharrado. Nos trae parodias institucionales más propias de otros mandamases pasados. No me atrevo a ir hasta el Neolítico porque en aquellos tiempos bastante tenían con buscar y guardar alimentos y organizarse para atisbar un futuro menos gravoso, y donde cupiese más gente. Leo que en esta temporada el programa se entretendrá en desvelarnos asuntos como el clima, los farsantes o los segundones de la historia (hoy todos los demás mandatarios de países grandes y pequeños). Quienes escriben los guiones e intervienen en el programa deben disponer de una inteligencia excepcional, un condensador fiable, para explicar lo complejo en un fogonazo amable. ¡A ver cómo nos cuenten lo que explosionará a partir del 2 de abril!
Bien que el programa se detenga en desenmascarar a los farsantes que adulan a Trump y a descubrir que los segundones de la historia son todos menos él, que quiere enviar al mundo al futuro pasado
Bien que el programa se detenga en desenmascarar a los farsantes que adulan al citado mandatario y a descubrir que los segundones de la historia son todos menos él, que quiere enviar al mundo al futuro pasado. Me vienen a la mente los “estrafalarios” dioses griegos y romanos, que hacían el mundo a su antojo y semejanza; con unos flujos de ideas que no se sabe si iban o venían, pero entrechocaban. Por lo que he entendido se trata de volver al pasado heroico de EE.UU, que necesitará que el porvenir se tome como pasado imperfecto en un futuro compuesto: el poder de las teocracias simplonas. Para permitir el viaje está el DeLorean, un dispositivo que demanda una cantidad de potencia de 1,21 GW de electricidad, suministrada por un reactor nuclear alimentado con pequeñas barras de plutonio; no valen las renovables. Pero claro, quién es ese DeLorean. Aquí lo dejo, errante ante el futuro pasado.
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Carmelo Marcén Albero es doctor en Geografía por la Universidad de Zaragoza y especialista en educación ambiental y metodología educativa.