PORTADA DE MAÑANA
Ver
El Gobierno confía en que el PP y una amplia mayoría del Congreso apruebe el decreto de ayudas a Valencia

El decálogo de Petro para que “la humanidad evite su extinción”

Isa Ferrero

Al margen de nuestras simpatías políticas, las diez medidas propuestas por Gustavo Petro en la Conferencia de las Partes (COP27) merecen una reflexión profunda.

Ha pasado un año desde Glasgow y esta vez la conferencia del clima se celebra en Egipto. No descubro demasiado si digo que hay muchas razones por las que se espera muy poco de una conferencia con ausencias muy destacadas.

Parece que ya estamos acostumbrados a vivir en una especie de broma macabra en la que cada año los líderes mundiales se reúnen, reconocen que la situación es crítica y de nuevo se marchan a sus casas mientras el planeta sigue avanzando hacia una destrucción que no creo que nadie sea capaz de imaginar. La ciencia no dice que el fin del mundo sea el mes que viene, pero sí que las condiciones de vida se están deteriorando a pasos agigantados. Y estos pasos agigantados no siguen un modelo lineal, sino un modelo no lineal. Es algo que ya empezamos a intuir con los desastres climáticos actuales. Pero es solo el inicio. El final, en cambio, quizá pueda ser comparable al impacto de un asteroide como en la película Don’t Look Up. Una metáfora que no fue creada por catastrofistas de izquierdas, sino que fue utilizada por James Hansen, probablemente el científico climático más importante del siglo XX.

La ciencia no dice que el fin del mundo sea el mes que viene, pero sí que las condiciones de vida se están deteriorando a pasos agigantados. Y estos pasos agigantados no siguen un modelo lineal, sino un modelo no lineal

Para colmo, la COP 27 se celebra este año en Egipto y el año que viene en Emiratos Árabes Unidos, país no solo a la vanguardia en el uso indiscriminado de la fuerza —conocida también como la “Pequeña Esparta”—, sino también por comerciar con aquellos venenos contaminantes que nos están matando.

En definitiva, podría ser esto un gran símbolo de lo podrido que está el mundo, especialmente doloroso cuando los representantes de los países felicitaban de manera protocolaria al “presidente Al Sisi” por haber montado una excelente conferencia. Esto inevitablemente pone en cuestión la credibilidad de muchos analistas que nos animan a cruzadas contra el mal. Y no es que ese mal no exista. Lo que ocurre es que se denuncia únicamente el mal de nuestros enemigos, paradójicamente el mal que no podemos cambiar.

En cualquier caso, hay también cosas que celebrar como han sido las palabras de Pedro Sánchez. Un buen discurso, coherente, trabajado y con alusiones históricas que muestra que Sánchez cada vez se siente más cómodo en las citas internacionales. Hay que celebrar no solo la apropiada retórica, sino que también iba a lo concreto en forma de oportunas propuestas en materia de adaptabilidad. No es tampoco asunto menor. Nos va la vida en ello, ya que como señalaron Sánchez y Macky Sall, presidente de Senegal, “la sequía es una amenaza existencial”.

También se escuchó un buen discurso del Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, que no tuvo ningún problema en recordar los hechos. Los hechos es lo que nos dice la ciencia: estamos al borde de alcanzar puntos de no retorno. La realidad, tal como nos advierte Guterres, es que si no actuamos de inmediato no encontraremos con una “carnicería climática”.

En suma, el discurso de Guterres no era catastrofista, era realista. Es realista porque además nos recuerda que estamos a tiempo. También un discurso útil porque Guterres nos recuerda el camino de la socialdemocracia sin usar el término. Una socialdemocracia mucho más radical (como la de hace varias décadas) basada en la cooperación internacional y que no deje tirados a los más vulnerables.

Aunque me dejo también buenos discursos, sí me gustaría destacar el pronunciado por el presidente de Colombia, Gustavo Petro. El presidente colombiano propuso un decálogo que en mi opinión apunta en la dirección correcta:

Petro hizo un llamamiento a la “movilización de la humanidad” para evitar la “extinción”. Es la movilización la que puede evitar el desastre y no “los tecnócratas influidos por los intereses de las empresas del carbón y el petróleo”. Una frase categórica, pero cierta, donde hay ejemplos muy claros como el de Joe Manchin, que ha sido capaz de destrozar el ambicioso plan climático de Biden por sus lazos con la industria del carbón.

Petro también dio un tirón de orejas a los que promueven que el mercado sea el “mecanismo principal para superar la crisis climática”. El presidente de Colombia recordó que precisamente ese fue su origen. La solución pasa entonces por apostar por “la planificación pública y global” y que sea la propia ONU “el escenario de la planificación”.

En el contexto de la victoria de Lula Da Silva, Petro generó también cierta esperanza al asumir obligaciones con la conservación de la Selva Amazónica y prometió que Colombia iba a destinar anualmente 200 millones de dólares los próximos 20 años para salvarla. No obstante, Petro también mandó un recado a los países más ricos al recordar que estaban esperando “el aporte mundial”.

De igual forma, el presidente de Colombia también criticó a los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional o la Organización Mundial del Comercio. Visto con perspectiva, es una crítica realmente oportuna si se tienen en cuenta las consecuencias que han tenido los tratados de libre comercio para el planeta. No olvidemos que la globalización neoliberal y la falta de regulación del capitalismo explican en buena medida la catástrofe actual.

Por otro lado, Petro pidió a la “banca privada y multilateral” que dejara “de financiar la economía de los hidrocarburos”. En el contexto de la guerra de Ucrania y la dependencia de los combustibles fósiles, son unas declaraciones importantísimas. Por último, pero no menos importante, el presidente de Colombia pidió que se iniciaran “las negociaciones de la paz”, ya que “la guerra quita el tiempo vital de la humanidad para evitar su extinción”.

Ahí también está otra de las claves, especialmente cuando los gobiernos dan prioridad a subir el gasto militar. Por mucho que sea algo impopular, hay que tener el coraje de encarar los hechos: la guerra quita tiempo y la humanidad carece de él.

________________

Isa Ferrero es utor de ‘El Futuro del liberalismo. Hacia un nuevo consenso socialdemócrata’

Más sobre este tema
stats