Las grandes conquistas de derechos sociales llevan el espíritu de Nicolás
Vivimos en la era de la inmediatez, del consumo rápido. Muchas de las personas trabajadoras que se hayan levantado esta mañana de miércoles 4 de enero, sobre todo los más jóvenes, no sabrán la importancia que Nicolás Redondo Urbieta ha tenido, tiene y tendrá en sus vidas.
Pablo Iglesias Posse, fundador de la UGT y del PSOE, organizaciones que también deben mucho a Nicolás, dijo una vez: “sois socialistas no para amar en silencio vuestras ideas ni para recrearos con su grandeza y con el espíritu de justicia que las anima, sino para llevarlas a todas partes”. Ese espíritu guió siempre la acción de nuestro compañero Nicolás. Él siempre tuvo claro que había que luchar con firmeza por mejorar los derechos de las personas trabajadoras, de aquellos que solo tenían la voz de la Unión General de Trabajadores, de la organización sindical, para defender sus derechos. Esa lección de entrega y de solidaridad la dejó marcada en el ADN de la UGT.
Que Nicolás Redondo mantuviera sus convicciones, que antepusiera la defensa de los trabajadores frente a organizaciones hermanas, nos guía a todos los que formamos parte de su organización a luchar cada día para juntos lograr un mundo más justo
Nicolás fue un trabajador incansable que impulsó las grandes conquistas de derechos laborales y de Seguridad Social de nuestro país. Difícilmente disfrutaríamos de permisos, de vacaciones, o de un salario mínimo si él no hubiera encabezado la lucha del movimiento obrero de nuestro país desde edad temprana hasta el día de su muerte. Su opción por la defensa de los más débiles marcó su vida hasta el final. Y cuando tuvo que elegir optó sin vacilación. Nicolás era un ejemplo de valentía, coherencia y compromiso. Renunció a su escaño en el Congreso de los Diputados en 1987 para mostrar su desacuerdo con los Presupuestos Generales del Estado para el año siguiente, dando una lección de sus fuertes valores mientras mostraba que la meta principal de un ugetista siempre será la mejora de las condiciones laborales de la clase trabajadora. Su militancia socialista no le condicionó para defender hasta sus últimas consecuencias la autonomía de UGT, paralizando por completo España contra una importante reforma del mercado de trabajo del gobierno de Felipe González que devaluaba derechos laborales, el 14 de diciembre de 1988. Tampoco dudó en convocar dos huelgas generales más, fijando definitivamente la independencia de nuestro sindicato, en junio de 1992, contra la reforma del desempleo, y en enero de 1994, contra la reforma laboral de aquel año, para hacer frente a las políticas de un Gobierno que era de su partido, pero que imponía reformas que precarizaban y devaluaban las condiciones laborales. Que mantuviera sus convicciones y sus principios, que antepusiera la defensa de los trabajadores frente a organizaciones hermanas, nos guía a todos los que formamos parte de su organización a luchar cada día para juntos lograr un mundo más justo y un empleo más digno.
La opción de vida que hemos escogido los que le seguimos en esta aventura sindical no es fácil. No siempre se acepta nuestro trabajo. Muchas veces para negociar y conseguir buenos pactos nos toca presionar, nos toca pelear por cada pequeña o gran conquista, ya sea frente a un gobierno, de cualquier signo , o frente a cualquiera de las patronales. Nicolás Redondo dejó su vida en la lucha por los derechos de las personas trabajadoras y de la ciudadanía. Y entendió que la mejor forma de hacerlo era a través de su organización, para la que siempre ha estado disponible con el objetivo de seguir haciendo sindicato. Su legado y su ejemplo nos sirven de faro que ilumina nuestro camino. Su alternativa, la lucha por los más desfavorecidos, es hoy algo más fácil porque la hacemos sobre el legado gigante de Nicolás Redondo Urbieta.
Ya te añoramos, Nicolás, pero sabemos que el mejor tributo a tu memoria es mantener la defensa de la clase trabajadora que tú nos enseñaste.
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Pepe Álvarez es secretario general de UGT.
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