En lo rural, inteligencia colectiva y liderazgo académico

Àngels Fitó Bertran

Un nuevo enfoque tecnológico para mejorar la atención sanitaria a domicilio en zonas rurales españolas; un seminario en Alicante sobre cómo prevenir la zona de grandes incendios forestales; un trabajo final de grado que analiza el caso de la comunidad de O’Couso en Samos, Galicia, como laboratorio de innovación social; un proyecto de investigación para optimizar el transporte de última milla en zonas transfronterizas; una Hackaton en Almanzor, Almería, para dinamizar el empleo en la comarca; un análisis sobre los hábitos alimentarios de la gente que vive sola en la provincia de Cáceres. Un curso sobre estrategias educativas en zonas rurales. Una jornada sobre participación ciudadana y ruralidad en Valencia. Un laboratorio 5G en las tierras del Ebro.

Son proyectos de investigación, de transferencia; dinámicas de innovación abierta e iniciativas emprendedoras; trabajos finales de grado o máster y prácticas en entornos rurales; talleres, seminarios y jornadas. Actividades donde estudiantes, profesorado, equipos de investigación, empresas colaboradoras e instituciones públicas y privadas cooperan para ofrecer soluciones para un entorno rural que requiere de una acción sistémica y colaborativa.

Son, a su vez, iniciativas que abordan el desarrollo territorial desde perspectivas como la económica, tecnológica, cultural, climática, educativa, asistencial y, por supuesto, la política, haciendo evidente que el reto territorial es un reto muy complejo que requiere de una acción mancomunada de actores y saberes. Una complejidad que se expresa por la necesidad de dar respuesta combinada a cuestiones como el envejecimiento y la masculinización de la población, la falta de oportunidades laborales para atraer o retener inversiones y talento, la escasa dinámica social y de desarrollo de servicios, la infradotación de infraestructuras de movilidad y conectividad, las necesidades de mayor capacitación digital y emprendedora, así como una mayor exposición al clima y a la pérdida de diversidad biológica.

Este escenario que introduce nuevas perspectivas y actores constituye una coyuntura de oportunidad que, lejos de añadir complejidad a la cuestión, favorece el debate, estimula la innovación e incentiva la colaboración

Una complejidad que, en su dimensión ecosistémica, requiere de un liderazgo y gestión que más allá de identificar y reconocer actores, sea capaz de dinamizar y optimizar la interacción entre esta red de agentes públicos y privados, individuales y colectivos presentes y necesarios para el desarrollo rural. Así pues, no se trata sólo de quiénes intervienen, sino de cómo y cuánto colaboran. Se trata de cómo de denso y rico es este entramado de colaboraciones y cómo de intensas y duraderas son las sinergias que se producen.

La propia Comisión Europea en su posicionamiento reciente sobre las claves del desarrollo de las zonas rurales reconoce que más allá de cuestiones fundamentales y tangibles como la conectividad, la capacitación o la diversidad económica, resulta imprescindible el fomento del capital social como mecanismo imprescindible para que las zonas rurales sean comunidades fuertes y empoderadas. Un capital social que se construye en forma de red de conocimiento compartido y que permite que las acciones colectivas en beneficio de una comunidad reviertan más allá de la misma en el espacio y en el tiempo. Porque lo que funciona hoy en determinadas zonas del Levante puede funcionar mañana en Andalucía o en Galicia y hoy estamos en disposición de identificarlo y compartirlo.

Si bien el fenómeno de la despoblación responde a dinámicas que se activaron hace ya algunas décadas, actualmente existe un contexto de oportunidad que permite un cierto optimismo. Por una parte el avance tecnológico abre nuevas ventanas de competitividad a sectores productivos nuevos y tradicionales. En este contexto de digitalización, la pandemia puede haber ralentizado la dinámica de despoblación demostrando que el desarrollo personal y profesional también es posible desde zonas remotas. A su vez los diferentes planes de recuperación españoles y europeos prevén una movilización importante de fondos para el desarrollo local que requiere de la colaboración público-privada en sectores productivos de gran capacidad tractora como el tecnológico, el energético, el agroalimentario o el logístico, entre otros. Finalmente nos encontramos ante un entorno rural que se articula y posiciona mediante nuevos interlocutores con capacidad de intervención. Este escenario que introduce nuevas perspectivas y actores constituye una coyuntura de oportunidad que, lejos de añadir complejidad a la cuestión, favorece el debate, estimula la innovación e incentiva la colaboración. Pero debate, innovación y colaboración requieren de actores que garanticen que en este proceso de construcción colectiva, no exento de dificultades e incertidumbres, se haga un buen uso e integración del conocimiento generado y transferido.

Y llegados a este punto que nos conduce a pensar que tan sólo podremos dar respuesta a la complejidad mediante inteligencia colectiva, es cuando adquiere un nuevo sentido la relación de actividades que sin previo aviso introducían este artículo. Porque son actividades que conectan múltiples actores y disciplinas para aportar soluciones al desarrollo rural. Porque son actividades que se conciben desde y para el territorio.

Porque son actividades, todas ellas, que se están produciendo en el marco de la actividad académica de una universidad.

Una universidad online.

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Àngels Fitó Bertran es vicerrectora de Competitividad y Empleabilidad de la Universitat Oberta de Catalunya

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