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Plaza Pública

La Sardà

Rosa María Sardà en una imagen de archivo.

Juan Luis Iborra

La actriz que nos hacía reír con un humor tan inteligente como sarcástico. La actriz dramática que sabía emocionarnos y demostrarnos que una gran cómica es, sin duda, una gran actriz.

Tres veces mi profesión me hizo el regalo de poder cruzarme con ella. La primera, en el rodaje de ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?, película por la que le dieron un Goya. Como uno de los guionistas, sentía una enorme admiración por ella.

Cuando la conocías, la primera impresión era de frialdad, pero inmediatamente te dabas cuenta de que era solo su manera de protegerse. En esta profesión somos muchos los que nos acercamos a nuestros ídolos y ella, entre otras muchas cosas, jamás quiso ser un ídolo de nadie.

Inteligente, culta, divertida , comprometida y muy fiel a sus amigos. La segunda vez, la Sardà aceptó mi invitación al festival de cine que yo dirigía en L´Alfàs del Pi y vino para entregar el premio a un actor al que ella admiraba: Fernando Guillén. En esos dos días en los que compartí muchas horas con ella, descubrí a la Sardà discreta, pero con un humor tan rápido como mordaz, y tan fina en sus comentarios que hasta sus silencios te dejaban boquiabierto.

Juan Luis Iborra y Rosa María Sardà.

La tercera vez, compartimos unas semanas de preparación para la gala de programación de TVE. Esta vez descubrí a una mujer muy frágil. Ella ya había triunfado en la televisión y en el teatro y sus tres ediciones presentando los Goya habían sido maravillosas. No necesitaba demostrar nada, pero posiblemente el compromiso con la televisión pública, (además acababa de ganar las elecciones Zapatero) hizo que aceptara el encargo de presentar junto a El Gran Wyoming esa gala.

Trabajó el guion palabra por palabra, incansable, hasta tener lo que ella creía que funcionaba. Su profesionalidad me dejó perplejo y asombrado. No era una mujer de grandes abrazos ni de grandes halagos, pero eso sí, tenía un profundo respeto por todo el equipo. Acabó su trabajo en la gala de “rojos“, como dijeron en titulares algunos periódicos, incluso tuvimos alguna interpelación en el Congreso de los Diputados. Ella se fue a Barcelona, casi sin despedirse, creo que con la satisfacción de haber hecho un buen trabajo y yo con la felicidad de haber podido trabajar con ella.

La Sardà me era amiga

La Sardà me era amiga

En esta profesión somos muy dados a decir que todos son amigos. Rosa no fue nunca mi amiga, ya me hubiera gustado. Pero unos días más tarde, me llamó por teléfono para decirme, solamente, que me echaba de menos. Así era Rosa. Yo ya la echo mucho de menos.

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Juan Luis Iborra es escritor, guionista y director de cine y teatro.

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