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Borja Sémper, la eterna promesa del PP atrapada entre Génova y su propia hemeroteca

El vicesecretario de Cultura y Sociedad abierta del PP, Borja Sémper

Borja Sémper (Irún, 47 años) volvió a la primera línea de la política como portavoz de campaña y miembro del comité de dirección de Alberto Núñez Feijóo hace ya nueve meses. El líder del PP lo fichó con el objetivo de atraer al voto de centro, de aquellos indecisos o desencantados con la formación, de cara a las autonómicas y municipales de mayo como paso previo a su desembarco en La Moncloa. Sin embargo, los planes no salieron a pedir de Feijóo. A escasos días de que se celebre el primer debate de investidura el conservador no tiene posibilidad alguna de alcanzar el Gobierno del Estado.

La del 23 de julio fue una noche electoral difícil de asimilar. Las encuestas anticipaban una mayoría absoluta con Vox que nunca llegó, lo que ha provocado un malestar interno difícil de sanar. En estos últimos meses la estrategia de la dirección del partido ha sido errática, con declaraciones contradictorias, especialmente respecto a Junts Per Cataluña, que han acusado, todavía más, el desgaste de su líder.

Los conservadores confiaban en dar con la tecla en el primer pleno de la investidura celebrado este martes, en el que se debatió la reforma del reglamento del Congreso para avalar el uso de lenguas cooficiales, pero la intervención de Sémper fue recibida con estupor en el propio grupo parlamentario. Las voces consultadas por infoLibre en las filas populares aseguran que su compañero se equivocó al utilizar el euskera, aunque fuera brevemente, durante su intervención porque contradecía la propia postura del PP, expresada anteriormente por su secretaria general, y lamentan la "oportunidad perdida".

Lo cierto es que solo veinticuatro horas antes de su intervención, el vicesecretario de Cultura y Sociedad Abierta del PP calificaba como "hacer el canelo" el uso de las lenguas, pese a que él mismo empleó el euskera hasta en cuatro ocasiones para dirigirse a los parlamentarios de EH Bildu y del PNV. Lo quería escenificar Sémper, tal y como se ha apresurado a explicar en su redes y también ante los micrófonos de Onda Cero, es que no era necesaria una reforma del reglamento para poder introducir frases sueltas en las lenguas cooficiales. Sin embargo, su mensaje no se entendió ni en su propia bancada.

El de Sémper es un perfil que no acaba de encajar en un PP que no hace de la moderación virtud, sino que la señala como un defecto. Un verso suelto que tampoco se parece demasiado a su partido o, al menos, no tanto como debería hacerlo alguien que ejerce como portavoz. Él trata de zanjar las críticas asegurando que su formación no es "una secta" y que no "expulsa al que discrepa", aunque la mayoría de críticas se han realizado en privado y únicamente el presidente del PP catalán, Alejandro Fernández, se pronunció públicamente: "Hay un concepto en el tenis muy útil para cualquier ámbito de la vida: evita los errores no forzados", afirmó.

Un viaje de salida y regreso

El de Sémper ha sido un viaje de ida y vuelta. El político vasco abandonó la política institucional en el 2020 al no encontrar encaje en el PP de Pablo Casado. La suya de las voces más críticas en público con el endurecimiento del discurso del antiguo líder popular por la influencia de Vox y por algunos de sus fichajes, como el de su entonces portavoz parlamentaria Cayetana Álvarez de Toledo, a la que Feijóo mantuvo en las listas como diputada. Sémper se enfrentó a ella después de que esta acusara de "tibieza" al PP vasco con el nacionalismo, a lo que él le respondió: "Mientras algunas caminaban sobre mullidas moquetas, otros nos jugábamos la vida". El martes fue una de las que no aplaudió su intervención, demostrando así que hay heridas que no cicatrizan.

Sémper empezó a militar en el PP vasco con solo 17 años fascinado por la figura de Gregorio Ordóñez, que le convenció para que solo dos años después, con 19, se presentara como concejal en su localidad natal, Irún (Guipúzcoa). Era la época en la que la banda terrorista ETA asesinaba a los concejales del PP y del PSOE. Es más, cuatro meses antes de aquellas municipales en las que fue elegido, Ordóñez fue asesinado de un disparo en la cabeza mientras comía en el bar La Cepa de la Parte Vieja donostiarra.

Tras veinticinco años en política, en los que fue presidente el PP guipuzcoano, portavoz popular en el Parlamento Vasco y candidato a la alcaldía de San Sebastián, se trasladó a Madrid para empezar a trabajar como director de relaciones institucionales de la consultora Ernst & Young, un cargo que dejó cuando Núñez Feijóo le llamó para ofrecerle el puesto de portavoz de campaña. En estos meses ha tenido que enfrentarse a su propia hemeroteca y cabalgar sus propias contradicciones, especialmente por lo que respecta a su relación con la extrema derecha.

A Feijóo el perfil de Sémper le encajaba en la bandera de moderación en la que trató de envolverse a su llegada a la presidencia del PP, cuando afirmaba que su intención era "sacar la política española del enfrentamiento y de la hipérbole permanente". Sin embargo, acabó replicando el mismo ecosistema que el anterior líder del PP: una oposición destructiva, excusas para la no cumplir con la Carta Magna, presión de la derecha mediática ante cualquier acercamiento a Pedro Sánchez y la amenazadora sombra que llega de la Puerta Sol con Isabel Díaz Ayuso marcando el ritmo ideológico del partido.

"Me alejo de Vox como de Podemos"

Sémper también ha sido testigo de cómo su formación ha atado su destino más que nunca a la extrema derecha. "Me alejo de Vox como me alejo de Podemos", decía en 2020 sobre los pactos de su partido con la formación de extrema derecha liderada por Santiago Abascal, un político al que Sémper, no obstante, siempre le ha dedicado buenas palabras porque coincidió con él en sus años de militancia en el PP vasco. "Tenemos una amistad a prueba de bombas", suele repetir en referencia al líder de Vox.

En estos meses el PP se ha visto condicionado por su dependencia de Vox y la necesidad de llegar a acuerdos para consolidar su poder municipal y autonómico. Comparten gobierno con la formación ultra en Castilla y León, Comunitat Valenciana, Aragón, Murcia y Extremadura forzando además en este caso una humillación de la líder del PP, a cuya “intensidad emocional” atribuyó Feijóo que en un primer momento rechazase el pacto. 

Incómodo con muchos de los postulados "ultras" de sus socios, en palabras de Sémper, el político vasco siempre ha defendido que el PP debía gobernar en solitario, hasta que no le ha quedado más remedio que justificar esa alianza atribuyendo la culpa al PSOE. Además, también ha explicitado en varias ocasiones que estos pactos no suponen "un paso atrás en ningún derecho": "Nadie tiene que tener miedo ni estar preocupado, donde esté el PP no va a haber paso atrás en ningún derecho", aseguró tras el 28M.

La decisión de los distintos gobiernos autonómicos, como el valenciano, de asumir como propio el negacionismo de la violencia machista que predica Vox, y que trata de invisibilizar la violencia contra las mujeres diluyéndola en el concepto mucho menos concreto de la violencia doméstica. Sémper, de nuevo, salió al rescate de su partido. "Lo que se trata es de identificar que hay otras violencias que no sustituyen a que exista violencia machista", afirmó al ser preguntado por este acuerdo.

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El portavoz de campaña del PP también salió en defensa de su jefe después de que Feijóo afirmara que el candidato ultra en València, Carlos Flores, había tenido un "divorcio duro" , para minimizar su condena de maltrato. Sémper aseguró después que lo del "divorcio duro" no era la opinión de Feijóo si no lo que les había dicho Vox para tapar los hechos.

¿Ministro de cultura?

Actualmente Sémper es vicesecretario de Cultura y Sociedad Abierta del PP. Su nombre sonaba en las quinielas para ocupar esa cartera en el caso de que su formación hubiera logrado alcanzar la mayoría absoluta el pasado 23J. En 2016 afirmó que le "dolía mucho" que el Gobierno de Mariano Rajoy mantuviera el IVA cultural en el 21%.

"Tenemos que entender la cultura como un eje estratégico de nuestro desarrollo como país y por lo tanto de la acción política, y como un bien exportable. Y yo tengo la amarga sensación de que, nosotros por dejadez y otros por habilidad, se ha llegado a ver la cultura como algo ajeno al PP", confesó. Sin embargo, su formación parece más dispuesta a dar la batalla cultural en otros ámbitos. El ministerio tendrá que esperar.

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