Edwy Plenel: "Hay que frenar a Netanyahu, Israel pretende otra Nakba, otra cacería de palestinos"
Edwy Plenel (Nantes, Francia, 1952) es cualquier cosa salvo equidistante, esa palabra vaciada de significado con la que políticos y periodistas se atizan sin parar. El presidente y director de Mediapart, el tercer periódico digital en Francia con más de 200.000 suscriptores (cuya empresa editora es accionista de infoLibre), es conocido por su defensa férrea de la libertad de expresión, del periodismo con consecuencias y del compromiso cívico.
Lo hace desde un profundo conocimiento de la historia que le lleva a recordar, mientras caen las bombas de Gaza, los crímenes de Europa contra el pueblo judío al mismo tiempo que la violación de los derechos humanos del pueblo palestino. O la hipocresía a la hora de defender la resistencia ucraniana a la agresión rusa y mirar para otro lado frente al genocidio en la Franja.
Porque la historia es compleja y tiene matices. Pero, a veces, puede repetirse, como él mismo recuerda en esta entrevista con motivo de su reciente visita a Madrid.
“La visión del conflicto palestino-israelí en Francia está muy marcada por la deformación colonial. La legitimidad del Estado de Israel es total y está ligada a los crímenes cometidos contra los judíos en Europa”, dice. “Estamos de parte de los que dicen que es normal que haya un lugar en el que los judíos puedan sentirse seguros, pero hemos querido reparar el crimen que nosotros cometimos en Europa (porque ha sido Europa quien lo cometió: el genocidio, la Shoá contra la humanidad…), con otra injusticia desde hace 75 años”, lamenta.
Hemos dejado que la cuestión colonial prolifere como un cáncer
“Continuamos siendo indiferentes ante esta injusticia, ante el derecho de los palestinos a tener un Estado nacional, una vida normal, poder expresarse, criticar a sus dirigentes y poder moverse. Hemos dejado que la cuestión colonial prolifere como un cáncer” dice en la charla, celebrada en el Taller de Ideas, sede audiovisual de infoLibre.
“La cuestión colonial es el corazón de la cuestión palestina. Hace revivir una cuestión del pasado que ha sido dramática para todos nuestros países en Europa. Sabemos bien que el colonialismo ha sido un veneno que finalmente ha gangrenado Europa. El nazismo era colonialismo. Poderes fascistas autoritarios e identitarios nacieron del retorno de la cuestión colonial en nuestros países. España comenzó siendo la vanguardia de la proyección de Europa en el mundo y, después, llegó la 'limpieza de sangre' [expresión que dice en español] al tiempo que descubrimos el mestizaje, el encuentro del otro… Pero nos crispamos en la identidad única y vinieron la persecución de los judíos, los musulmanes, los otros… llegando a las guerras de religión", explica.
“La cuestión colonial no ha salido de nuestro imaginario. Está presente en la cultura política, en el peso de la extrema derecha, en la relación con la diversidad del pueblo francés y la importancia del Magreb y África”, y eso va a peor con Emmanuel Macron, según el veterano periodista, que acaba de publicar Se tenir droit, último en una larga lista de libros de pensamiento.
“En Francia tenemos un poder que ha roto con la posición equilibrada de país que tuvimos, especialmente desde el general De Gaulle, pero seguida por François Miterrand y Jacques Chirac, que consistía en defender tanto la legitimidad de Israel como el necesario reconocimiento de Palestina”, denuncia.
En Francia vivimos una deriva autoritaria del poder político
“Ahora vivimos una deriva autoritaria del poder político frente a la sociedad, sus protestas o sus movimientos, ya sean espontáneos, como el de los chalecos amarillos, de personas de barrios populares, racializadas, víctimas de discriminación, movimientos sindicales como el de las pensiones… Nuestros policías están sobrearmados, sobreprotegidos, y ejercen violencia que no se castiga mientras sí se sanciona la expresión de opiniones que molestan, que protestan o critican”.
¿Ocurre en otros países? En Francia es impensable ver a ministros del Gobierno en manifestaciones propalestinas, entre otros motivos, porque se prohiben o limitan al máximo. “Somos el único país en el que cualquier manifestación que pudiera estar ligada a la causa palestina ha sido prohibida. Pero no solo ocurre con Palestina sino con otras causas. En Francia todo esto ocurre sin contrapoderes fuertes y mientras pervive la cuestión colonial”.
El problema es la derecha y la extrema derecha, el problema es Netanyahu
Plenel, que ha expuesto parte de sus tesis en un artículo reciente en Mediapart (aquí traducido) apunta a la derechización en general y a la extrema derecha en particular como claves en el retroceso en derechos y en el auge de una suerte de neocolonialismo, algo que en Israel conocen bien. “La mejor prueba es que cuando hubo esfuerzos por la paz, cuando el movimiento palestino reconoció el estado de Israel con la OLP y Yasir Arafat y, del otro lado, los dirigentes de Israel nacido del movimiento laborista y la izquierda reconocieron el movimiento palestino, la extrema derecha colonialista puso fin a todo esto asesinando a Isaac Rabin. A Isaac Rabin lo mató un supremacista judío y racista. Deberíamos decir que el problema es la derecha y la extrema derecha, es Netanyahu, algo que dicen, además, las voces independientes en Israel desde el día después de la matanza orquestada por Hamás”.
"No añadir pasión a la pasión"
¿Qué hacer ahora? Sobre todo, informarse. “No añadir pasión a la pasión”, pide, sino ir a los hechos y a la razón. Y huir de declaraciones de adhesión que preconizan las peores catástrofes.
“Hay una fórmula que ha sido utilizada por el poder francés y, desgraciadamente, por otros gobiernos europeos, que es muy peligrosa: el apoyo incondicional. No puede haber jamás apoyo incondicional, sea cual sea el bando. Vale para Israel y vale para Palestina. No se apoya incondicionalmente, se apoya una legitimidad. La de la causa palestina, de Israel para defenderse pero dentro del derecho internacional, del respeto a la humanidad y los principios. Si decimos 'incondicional', aceptamos que el otro haga todo, incluyendo lo peor”.
En vez de eso, es esencial “imponer el derecho internacional a un Estado de Israel, que no lo respeta, y forzar el reconocimiento de Palestina y no decir al estado de Israel que tiene el derecho a hacer cualquier cualquier cosa, porque el proyecto de esta extrema derecha israelí, supremacista y racista, es hacer una segunda Nakba en Gaza: una nueva cacería de palestinos”, denuncia.
Según Plenel, Europa no está a la altura. Se muestra impotente. Pero EEUU tiene una responsabilidad especial: “Sabemos la lección desde septiembre de 2001. El terrorismo siempre hace la peor política. Los atentados de Al Qaeda en septiembre de 2001, lejos de obtener sus objetivos, han hecho que los EEUU sobrerreaccionaran con una mentira como base: Irak, que no tenía relación con el 11S".
En vez de decir a Netanyahu que tiene luz verde y nuestro apoyo incondicional, hay que frenarlo
“Cuando comparamos el ataque de de Hamás con el 11S, diciendo que para Israel es lo mismo, es necesario aprender la lección. No se puede hacer como EEUU, porque creó los desórdenes que hoy gangrenan nuestras sociedades: terrorismo, como el Estado Islámico y un enfrentamiento identitario. La política de lo peor. En vez de decir a Netanyahu que tiene luz verde y nuestro apoyo incondicional, hay que frenarlo. Hoy la prioridad es pedir el cese del fuego, proteger a los civiles y a los rehenes”.
Gaza, dos millones de rehenes
“Porque hay dos tipos de rehenes, los que ha tomado Hamás, que hay que intentar liberar y defender, y luego la población de Gaza, que es rehén. Más de dos millones de personas desde 2006 o 2007 están en una prisión a cielo abierto, inhumana, que contrasta con la sociedad justo al lado. No es sostenible en un mundo conectado en el que todo el mundo mira a todo el mundo. Todo el mundo árabe lo ve. Y todos los países que por razones cínicas, dictatoriales, de dinero o por buscar alianzas llegaron a acuerdos con Israel, como Marruecos, Egipto o Arabia Saudí, hoy ven que sus poblaciones están inquietas. Es un polvorín”.
Para el fundador de Mediapart, “la causa palestina plantea al mundo desde que existe, desde hace 75 años, una cuestión moral: la de la igualdad de derechos. Debemos reparar siempre las injusticias y los crímenes cometidos. No podemos reivindicar el derecho internacional sobre la agresión de Rusia a Ucrania y olvidar, como nuestros dirigentes han hecho, el derecho internacional en Palestina. Sólo reivindicándolo para todos se puede ser creíble”.
La amnistía me parece fundamental y necesaria
De visita en Madrid, Plenel no puede sino celebrar la situación de España frente a la de Francia. Según él, es vital que PSOE y Sumar, a los que reconoce inteligencia política para parar a las derechas, se entiendan para evitar que la ola reaccionaria que amenaza a Europa acabe instalándose en nuestro país.
Conocedor de la realidad española, que también analiza en su complejidad, Plenel salta directamente al asunto que atraviesa la actualidad política. “La amnistía, en relación a la persecución que se hizo contra el nacionalismo catalán, me parece fundamental y necesaria”, dice, sin un ápice de duda.
Si el nacionalismo catalán se convierte en cerrazón irá él mismo a un callejón sin salida
“Hace falta acabar con el callejón sin salida de la persecución de un movimiento incluso aunque estemos en desacuerdo con él. En un país que asume su diversidad y su pluralidad, no se persiguen debates legítimos judicial y políticamente. Hay que asumir la amnistía, pero también que el nacionalismo catalán haga un esfuerzo para comprender que la huida hacia adelante en solitario que hubo en Barcelona [en 2017], lejos de crear algo que uniese, creó una oportunidad para la división y una fragilidad. Hay causas de identidad nacionales que son legítimas pero jamás deben decantarse hacia una lógica de dominación. Deben pensarse siempre en relación a otras identidades. Si el nacionalismo catalán se convierte en cerrazón, o en fuerzas económicas que desprecian otras realidades, irá él mismo a un callejón sin salida, a aquello que ha combatido, a una dominación”, advierte.
Una "esperanza social y demócrata"
Plenel asegura que se maravilló al ver los mítines de Sumar, protagonizados por mujeres y aunando a movimientos políticos y sociales antes enfrentados. “En este momento de turbación que vivimos en Europa, es muy importante que en la democracia española haya una esperanza social y demócrata, radicalmente demócrata y radicalmente social, que una a todas las fuerzas alrededor de la ecología, del feminismo y de defensa de los derechos”.
Para el periodista, el diagnóstico de la izquierda francesa ha sido menos acertado que el de la española. “La izquierda francesa no debe equivocarse sobre la situación que vivimos. En todo el mundo hay, desde hace dos décadas, muchas revueltas y levantamientos, pero el momento no es revolucionario. Hay una esperanza, una expectativa, pero en frente hay vientos a la contra que son muy fuertes”, explica.
“Está la deriva autoritaria de los Estados, el renacimiento del nacionalismo identitario, el peso de potencias financieras y económicas sin fronteras… el equilibrio de fuerzas no es tan favorable. Hoy, el momento es de resistencia, no revolucionario. Hace falta reconstruir el equilibrio de fuerzas con cuantos más, mejor. Cuando hay grandes peligros no es el momento de dividirse sino de unirse en torno a lo esencial: los principios, la igualdad de derechos, eso que permite la emancipación".
"Porque toda la diversidad de izquierdas, los matices dentro de la izquierda, nacen de esta esperanza de la igualdad de los derechos. Esto es lo que creo que la izquierda francesa debería haber defendido. Hay parte que ha renunciado y se ha pasado a la derecha, como una parte del Partido Socialista francés –y aquí conocen a Manuel Valls–. Después está la unión tardía que protagonizó Jean-Luc Mélenchon. Se hizo tarde, en 2022 aunque pudo haber llegado en 2017. Desgraciadamente, esta unión no ha sido sino un acuerdo electoral, parlamentario, que no se traduce en una política de unión de fuerzas. Sobre todo, ha estado malograda por la decisión de Mélenchon de imponerse al conjunto de las fuerzas que la componen, sin discusión, sin aceptar una relación de igual a igual. El resultado, dramático, es que la izquierda francesa ha hecho lo que su adversario esperaba. Le ha brindado divisiones, radicalización de posiciones, conflictos, excesos de personalización…”
La pregunta es, pues, obvia.
Si no hay una verdadera unión de la izquierda, ¿Le Pen será presidenta?
“Creo que un periodista no debe predecir el futuro. Pero en este momento, si hubiera elecciones, creo que es posible. Ahora existe el riesgo, tras una deriva muy, muy larga en Francia, de que en el corazón de Europa un país que es miembro permanente del Consejo de Seguridad, que tiene la bomba atómica, el ejército más poderoso de Europa, tenga en su presidencia, a través de unas elecciones una fuerza de extrema derecha (recordemos que Hitler y Mussolini llegaron a través de unas elecciones) con todos los poderes que da la presidencia, que es una monarquía electiva”, explica.
Es posible que la extrema derecha llegue al poder
“No nos equivoquemos. Tras el barniz de respetabilidad, la extrema derecha federa toda la diversidad de las extremas derechas, con su virulencia, su nostalgia de las peores extremas derechas del siglo XX, comprendidos el nazismo y el fascismo, con la violencia que se desata hoy en Francia con actos racistas. Es posible que la extrema derecha llegue al poder. Entonces, se empezará a escribir una historia diferente, no sólo para Francia sino también para Europa y, en consecuencia, para el mundo”.