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Talento a la fuga

“Las empresas españolas te ven como una amenaza para sus estructuras directivas”

Jóvenes españoles en Silicon Valley: “Las empresas españolas te ven como una amenaza para sus estructuras directivas”

No se marcharon de España por estricta necesidad económica. La amenaza del paro y el vacío laboral nunca pesó sobre sus decisiones. Diego Sebastián y Juan Fernández pertenecen a un selecto grupo de españoles con una alta cualificación profesional que trabaja ahora en Silicon Valley (California), la región que se ha convertido en uno de los centros de alta tecnología más importante del mundo.

Llegaron hasta allí para incorporarse a Apple, el gigante empresarial norteamericano que forma parte de las cien empresas más cotizadas del mundo y cuya sede se aloja junto con otras grandes como Google, Ebay, Intel, Facebook o Yahoo. “No es que en España no tuviésemos trabajo; siempre hemos tenido alguna posibilidad, pero muy mal pagada, peor reconocida y que te acaba convirtiendo en un eterno junior”, explica Diego, que ocupa desde hace dos años un puesto de Senior Manager en innovación y desarrollo en la empresa de la manzana.

Una impresión que confirma Juan con su experiencia. Licenciado en Administración y Dirección de empresas, reconoce que no ha “conocido nunca el paro”, sin embargo, ha optado por marcharse a la meca de la tecnología, donde desarrolla su carrera profesional como comprador estratégico global en Apple. “Estoy en la empresa número uno del mundo y España está a años luz de esto”, asegura.

Ambos forman parte de lo que empieza a ser una “colonia de españoles” que convive en Silicon Valley, la región de California que alberga las compañías más punteras de la industria tecnológica mundial y que acogen también el talento de italianos o griegos.

“Entre nosotros hablamos de lo mucho que nos apena que países que cuentan un potencial humano increíble permitan que el talento se les fugue”, lamenta Diego. En las conversaciones entre compatriotas tampoco se les escapan las comparaciones de las condiciones laborales que hay a uno y otro lado del Atlántico. “Hablamos de nuestra experiencia previa, de nuestros jefes de recursos humanos y al final todos comentamos lo mismo: la que me hizo el de recursos humanos a mí, la que le hicieron al otro…”, relata Juan con humor.

“En España te proponen algo en lo que no tienes posibilidad de desarrollo profesional”

Ninguno de los dos huye del desempleo, pero sí de la precariedad que se ha agudizado en los años de la crisis, el inmovilismo y la rigidez de las empresas españolas. “Somos la otra cara de la misma circunstancia”, explica Diego.

“Somos personas con una experiencia que nos permitiría aportar esa revolución en las grandes empresas españolas, y que sin embargo, no tenemos sitio. No solo es una cuestión económica. Te proponen algo en lo que no tienes ninguna posibilidad de desarrollo profesional”, explica.

Para Diego, que confiesa que meditó concienzudamente la oferta de Apple y que incluso estudió otras opciones en España, el mercado laboral español se presenta como un “enorme dinosaurio”: “Parece que les intimida una persona con un alto grado de experiencia y formación. En vez de parecerles que eres una persona que puede aportar innovación y mejoras a la empresa, te ven como una amenaza para su estructura directiva y te proponen para algo que puedes hacer con un brazo atado a la espalda y tuerto de un ojo. Piensan que harás visibles sus carencias”.

Una impresión que ratifica Juan: “En España, en general, las miras son un poco cortas. En Silicon Valley hay muchas empresas similares que se apoyan entre ellas, sin embargo en España, por ejemplo, se ha estado limitando el crowdfunding. Al final lo que te ponen son trabas”.

Juan Fernández trabaja como comprador estratégico global en Apple.

En seguida las comparaciones se hacen inevitables para estos dos profesionales que se han encontrado con un escenario laboral excesivamente alejado del estático y deteriorado mercado español. “Nadie te dice cuáles son tus objetivos. Eres tú quien se los pone. Eso te hace ser más ambicioso”, explica Diego, que describe un aparente ambiente caótico donde no hay horarios ni exigencias en la indumentaria: “Puedes ir descalzo a trabajar y nadie te dice nada, y eso, al principio te choca un poco. Te preguntas si a nadie le importa que hagas tu trabajo, pero al final sí que se fijan en ti. Para ellos lo importante es que cumplas con tus objetivos, y al final, esa libertad que parece configurar una estructura desorganizada, realmente no es así”.

“¿Para qué quieres contratarme si quieres que todo siga igual?”

Diego describe una metodología de trabajo que apuesta fuerte por el desarrollo creativo de sus empleados para mantenerse a la cabeza de la innovación y de las empresas más cotizadas del planeta.

Una fórmula que no encuentra espacio ni siquiera entre las empresas que presumen de ser las más punteras en la economía española. “En España me preguntaba: ¿para qué quieres contratarme si quieres que todo siga igual, si no te interesa que haga nada ni que tenga capacidad de cambio? Básicamente contratan a gente inteligente para que no haga nada”, asegura con la frustración de quien ve limitadas las opciones de continuar desarrollándose creativa y laboralmente en España.

Tanto Diego como Juan describen no sólo un paraíso profesional envidiable, sino el entorno perfecto en el que quieren que crezcan sus hijos. “Esta zona de Silicon Valley tiene unas escuelas públicas con los niveles más altos de calificación y de instalaciones y todo es absolutamente gratuito”, asegura Diego, a quien sus dos años de estancia en California le han servido para romper con estereotipos.

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“Las ideas que yo tenía de que todo en EEUU era privado se me han desmontado”. Una impresión que coincide con la de Juan. “Yo tengo dos niños de siete y tres años, y este sitio es ideal para que crezcan, por la educación y por todo. Así que la idea es quedarnos aquí hasta que al menos lleguen a la universidad”.

Diego y Juan están cada vez más lejos de un posible retorno a un modelo español que ha optado por aumentar la competitividad a costa de la precarización del trabajo en lugar de la inversión en I+D.

“Me han perdido para muchos años en España” asiente Juan cuando se le pregunta si se considera parte de una generación perdida. Por su parte, Diego piensa en el regreso como en un sueño, “quizá cuando me jubile”, asegura. Mientras tanto, espera el día que en se produzca “una revolución social que agite el avispero” de su país natal y que libere “todo el talento que tenemos”.

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