Crisis del coronavirus
España sí se rompe: la brecha económica norte-sur se agrava sin respuesta política
Es verdad que España se rompe. Y que hay dos Españas. ¿Es una quiebra ideológica, identitaria? No. No hablamos de la crisis del modelo de Estado, ni de las Españas machadianas. La quiebra es una realidad observable en la desigualdad socioeconómica territorial. A las puertas de una crisis económica de proporciones aún incalculables, infoLibre repasa los indicadores clave de la creciente brecha norte-sur, analizada por expertos en economía y determinantes sociales de la salud.
PIB per cápita
Las series del INE actúan como un espejo de la fractura territorial. Un ejemplo lo ofrecen los datos de PIB per cápita. Las mismas diez comunidades que estaban en 2000 por debajo del PIB per cápita nacional (15.975 euros) siguen por debajo del dato de 2019 (26.438). Son Extremadura (con un 73,5% del PIB per cápita nacional en 2019, el dato más bajo de España), Andalucía (74,4%), Castilla La Mancha (79%), Canarias (80,4%), Murcia (82,7%), Comunidad Valenciana (87,4%), Asturias (88,7%), Galicia (90,9%), Cantabria (92,9%) y Castilla y León (93,6%). Como ocurre con numerosas series, Ceuta (78,6%) y Melilla (72,1%) quedan también en la parte baja de la tabla.
También siguen en la parte alta en 2019 las mismas siete que lo estaban en 2000: Madrid (135,7%), País Vasco (129,6%), Navarra (123,7%), Cataluña (117,7%), Aragón (109,7%), Baleares (106,9%) y La Rioja (105,7%). De estas siete por encima del 100%, cinco mejoran además su posición relativa con respecto a 2008, es decir, todas menos Baleares y La Rioja. Las otras cinco, las cinco con mayor PIB per cápita, mejoran, con lo que se alejan aún más de la media. ¿Y las diez de la parte baja? Empeoran todas con respecto al dato global de 2008 salvo Galicia, Extremadura y Castilla y León. La diferencia entre Extremadura (la última) y Madrid (la primera) es de 62 puntos, quedando una 26,5 por debajo de 100 y la otra 35,5 por encima.
Tasa de paro
La tasa de paro muestra brecha en áreas similares. Las comunidades por encima del conjunto al cierre del segundo trimestre de 2020 (15,3%) son Canarias (21,5%) Extremadura (21,3%), Andalucía (21,3%), Castilla La Mancha (16,8%), Comunidad Valenciana (16,7) Baleares (15,9%) y Murcia (15,6%). Seis de las siete con mayor tasa de paro ya aparecen en la lista de las regiones con menor riqueza por persona. La excepción es Baleares, que ha experimentado un fuerte empeoramiento del empleo durante la pandemia. Baleares también es la comunidad, de entre las ricas, que más ha deteriorado su posición relativa desde 2000, pasando de tener un 125,8% del PIB per cápita nacional a un 106,4%. Los datos vienen a ilustrar los escasos réditos de la hegemonía turística.
Mejor que la media en empleo están País Vasco (9,1%), Navarra (10%), La Rioja (10,1%), Aragón (11,7%), Galicia (11,9%) Castilla y León (12,3%), Madrid (12,6%) Cataluña (12,7%), Cantabria (13,7%) y Asturias (14,4%). La diferencia entre las tasas de paro de País Vasco y Canarias es de 12,4 puntos. El paro en las islas multiplica por 2,3 el de Euskadi.
Todas las comunidades del pelotón de rezagados del paro, salvo Baleares, ya estaban entre las que tenían peor dato que el del conjunto de España al cierre de 2012, en la fase más cruda del desempleo tras la Gran Recesión, cuando Andalucía encabezaba la triste tabla con un 35,7%. Esa brecha no sólo no se ha cerrado. Ha ensanchado. Si miramos al cierre de 2007, comunidades pobres como Murcia o Castilla La Mancha estaban mejor que la media en desempleo. Fue un espejismo. La anterior crisis ha enervado las diferencias. ¿Y la crisis del coronavirus? La volatilidad de la situación, pendiente de la evolución del virus y las ayudas europeas, en un clima de tensión política, aconsejan prudencia. Además, los ERTE distorsionan la fotografía. Pero hay datos que invitan a la preocupación. Andalucía, que suele perder empleo vertiginosamente cuando hay crisis y recuperarlo a paso de tortuga cuando no la lay, suma ya el 25,31% del total de parados apuntados en las oficinas en España, con el 17,75% de la población.
Uno de los obstáculos de comunidades como Andalucía es la escasez industrial. Aquí también hay brecha. Hay cinco comunidades cuyo peso industrial es menor que su peso en la economía nacional, según un informe de octubre de 2019 del los consejos generales de ingenieros industriales y economistas. Tres de ellas son las más habituales de la parte baja de las clasificaciones socioeconómicas: Andalucía, Canarias y Extremadura. La otra es la híper turística Baleares. Y la quinta es Madrid. El caso de Madrid es distinto. Su presencia en esta lista obedece, más que a una debilidad industrial, a la fuerza del resto de su economía. No en vano, es la segunda que más aporta al PIB Industrial (11%), sólo por detrás de Cataluña (23,4%). Euskadi, con un 4,6% de la población, pone un 9,9%. Andalucía, con un 17,7%, aporta menos, un 9,6%. Las que menos aportan en este terreno son Extremadura (1,3%), La Rioja (1%) y Baleares (1%).
Renta por hogar y pobreza
Es raro encontrar sorpresas en las tablas del INE. Ejemplo: renta media por hogar. El dato nacional es 29.132 euros en 2019. Quedan por debajo Extremadura (21.611, la peor colocada), Andalucía, Asturias, Canarias, Castilla La Mancha, Comunidad Valenciana, Galicia y Murcia. Las habituales. El resto queda por encima, con el País Vasco a la cabeza con 36.399 euros. La diferencia es de 14.788 euros, un 40,6%.
Otro ejemplo: riesgo de pobreza. En España esta tasa está en un 20,7% en 2018. Sin contar a Ceuta y Melilla, que se salen de la tabla con un 40,6% y un 35,7% de tasa de pobreza, las autonomías peor paradas son las de costumbre: Extremadura (31,5%), Andalucía (31,3%), Canarias (28,5%), Murcia (27,7%), Castilla La Mancha (26,2%), Comunidad Valenciana (23,7%) y Asturias (20,7%). Todas ya estaban peor que la media en 2007, salvo Asturias. Galicia, que también estaba peor que la media antes de la Gran Recesión, ahora está levemente mejor que la media. La comunidad del noroeste ofrece el recorrido contrario a Baleares. Viniendo de abajo, suele mejorar levemente su posición relativa.
Hay un dato alarmante. La tasa de riesgo de pobreza ha crecido en 2018 con respecto a 2011, y en 2011 con respecto a 2007, en Andalucía y Murcia. Es decir, ha crecido durante la crisis y su –supuesta– salida. En Extremadura, la que peor dato ofrece, ha crecido desde 2011. Y ahora llega otra crisis, que cogerá mejor a autonomías como Navarra, con un 7,7% de tasa de riesgo de pobreza, o País Vasco, con un 10%. La brecha entre la comunidad foral y Extremadura es de 23,8 puntos. Dicho de otro modo, la tasa de pobreza en Extremadura cuadruplica la de Navarra.
El reciente informe Vulneración de derechos: trabajo decente, elaborado por la Fundación Foessa, impulsada por Cáritas, demuestra que la pobreza no es sólo un riesgo. Es una realidad, incluso para ciudadanos con empleo. Va por clases sociales, barrios, nacionalidad, género. Y por comunidades. Los trabajadores en situación de pobreza relativa en España son el 13,2%. El porcentaje es superior en Extremadura (24,2%), Andalucía (21,6%), Murcia (19,2%), Canarias (19%), Asturias (16,6%), Castilla La Mancha (15,7%) y Comunidad Valenciana (15,5%). Las de casi siempre. En el extremo opuesto, también las clásicas, con Navarra (3,7%) como la mejor situada. La diferencia entre Navarra y Extremadura es de 20,5 puntos.
El porcentaje de trabajadores en pobreza severa es del 3,1%. Entre Navarra (0,9%) y Asturias (6,7%) hay 5,8 puntos. Es una tasa siete veces superior en Asturias, que está sólo una décima peor que Andalucía. Precisamente la comunidad más meridional de la península es la que tiene mayor porcentaje de hogares cuyo principal sustento está en situación de inestabilidad laboral, un 23,2%. En Euskadi este porcentaje baja al 8,3%. Otro abismo más entre una de las comunidades ricas y una de las pobres.
Tasa Arope
El informe El estado de la pobreza. Seguimiento del indicador de pobreza y exclusión social en España. 2008-2019, publicado este octubre por la Red Europea de Lucha contra la Pobreza, incluye un mapa elocuente sobre desigualdad territorial. Aparece en cada comunidad cuál es su tasa Arope (At Risk Of Poverty and/or Exclusion, es decir, en riesgo de pobreza y/o exclusión). “Es evidente la división de España en dos mitades: las comunidades que se encuentran de Madrid al norte conservan bajas tasas de pobreza y/o exclusión social y, excepto en algún caso, perfectamente compatibles con las de los países europeos más avanzados, y, por el contrario, aquellas situadas al sur, registran tasas extraordinariamente elevadas”, señala el informe.
Mapa de las diferencias norte-sur de la tasa Arope, el indicador creado por la Red Europea contra la Pobreza para medir la privación material.
La tasa Arope conjunta de la región norte, es decir, de Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, Navarra, Aragón, Cataluña, La Rioja, Castilla y León y Madrid, se incrementó entre 2008 y 2019 un 1,6%, añade el informe, que destaca la estabilidad que mantuvo la tasa conjunta en la zona norte, con una oscilación máxima de 2,8 puntos. ¿Y al sur? Eso es otro cantar. La tasa Arope del área Extremadura-Castilla La Mancha-Valencia-Murcia-Andalucía-Canarias-Ceuta-Melilla creció un 10%. Entre el máximo y el mínimo hubo hasta 9 puntos de diferencia. Añade el informe que esta desigualdad norte-sur “es estructural” y, “con ligeras variaciones, se mantiene en el tiempo”.
Urban Audit
Todos los expertos consultados coinciden en una advertencia: el análisis de las diferencias entre comunidades debe tener en cuenta que en su seno también hay desigualdades. Es decir, también hay nortes y sures en las comunidades, ciudades y pueblos. Se ha visto con nitidez en Madrid. Y lo demuestra la expansión del coronavirus, que sí entiende –y mucho– de clases. Por lo tanto, es conveniente poner el zoom a escalas más pequeñas. Pues bien, haciéndolo se aprecia, incluso con mayor nitidez, la brecha territorial. Son elocuentes los resultados de la edición 2020 del proyecto Urban Audit de Eurostat. La investigación pone la lupa a los 413 municipios españoles de más de 20.000 habitantes. Andalucía destaca en las listas de pobreza y paro, donde también figuran la Comunidad Valenciana –Alicante, en concreto– y Canarias. En el extremo opuesto, los municipios y los barrios con mayor renta predominan en Madrid, Cataluña y Euskadi.
De los 50 municipios con menor renta media por habitante, 34 son de Andalucía, que tiene los siete más pobres: Níjar (6.755 euros), Los Palacios (7.027), Vícar (7.051), Alhaurín el Grande (7.166), Barbate (7.200), Isla Cristina (7.229) y Sanlúcar de Barrameda (7.302). Tiene nueve de los diez y 13 de los 15 de menor renta. De la lista de 50, el resto son de Canarias (5), Comunidad Valenciana (5), Murcia (4), Castilla La Mancha (1) y Extremadura (1). De estas comunidades sólo hay dos ciudades entre las 50 más ricas: una de Castilla La Mancha y una de la Comunidad Valenciana. El resto son de Madrid (16), Cataluña (16), Euskadi (9), Galicia (3), Asturias (2), Baleares (1) y Navarra (1). Siempre las mismas por arriba y las mismas por abajo. Una brecha omnipresente.
El municipio con mayor renta es Pozuelo de Alarcón (Madrid), con 25.903 euros de renta media por habitante. Lo siguen Getxo (20.147), Boadilla del Monte (20.103), Sant Cugat del Vallès (19.591 euros) y Majadahona (19.282 euros). La diferencia entre el más rico, Pozuelo, y el más pobre, Níjar, es de 19.148 euros. Casi se multiplica por cuatro.
Andalucía sobresale en la lista de las ciudades con más paro. De las 15 con mayor tasa de paro, diez son andaluzas. Las cinco con más desempleo son andaluzas: Linares, La Línea, Córdoba, Alcalá de Guadaíra y Huelva. El resto de ciudades con más desempleo son Ceuta y Melilla y municipios de Canarias (2) y Castilla La Mancha (1). De estas comunidades pobres, no hay ni una que aporte una ciudad a la lista con menos paro. Ahí la mejor situada es otra vez Pozuelo (5,6%), seguida de Majadahona, Las Rozas, San Cugat del Vallès y San Sebastián. La lista de los 15 municipios con menor tasa de desempleo está copada por Madrid, Cataluña, Euskadi y Navarra.
El abismo también se da en las áreas metropolitanas. Entre las 15 más pobres hay siete de Andalucía, cuatro de la Comunidad Valenciana, dos de Murcia y una de Castilla La Mancha y Extremadura. El área más pobre es Torrevieja, con 7.651 euros de renta media anual por habitante, seguida de Lorca, Marbella, Elche y Jerez. Las más ricas son San Sebastián (15.399 euros), por delante de Bilbao, Vitoria, Madrid y Barcelona.
El barrio más pobre es el Polígono Sur, con 5.112 euros de renta media por habitante, por delante de Los Pajaritos (Sevilla), Juan XXIII (Alicante) y Las Palmeras (Córdoba). Los 15 barrios más ricos son madrileños (11) y catalanes (4). Los cuatro con mayor renta media anual por habitante son de la capital española: El Viso (43.319), Recoletos (40.613), Piovera (36.296) y Castellana (34.810). Después va Pedralbes, en Barcelona, con 33.375 euros. La diferencia entre el barrio más rico, El Viso, y el más pobre, El Polígono Sur, es de 38.207 euros. Una renta 8,47 veces superior en el barrio madrileño que en el sevillano.
Si el futuro está en la industria, también hay más futuro en el norte. Las 15 áreas con menor peso de la industria en el empleo son canarias (4), andaluzas (3), valencianas (3), castellanomanchegas (2), de Baleares (1), Castilla y León (1) y Extremadura (1). En Marbella, líder de esta clasificación negativa, el empleo industrial es del 2,9%, por delante de Mérida (3,1%), Almería (3,3%), Benidorm (3,4%) y Torrevieja (3,4%). En el extremo opuesto está Avilés, donde el 28,7% del empleo depende de la industria. Tras ella van Alcoy (23,8%), Sagunto (23,1%), Palencia (21,6%) y Burgos (20,7%). No hay áreas andaluzas en esta lista. ¿Es verosímil pensar que vaya a haber convergencia?
Fracaso político
Es difícil negar un fracaso político tras estos datos. “Ni las variables de mercado de trabajo (empleo, paro) ni la productividad total de los factores han contribuido significativamente a reducir las diferencias regionales”, señala el Banco de España en su informe de 2017 Convergencia regional en España: 1980-2015. Hacia la misma conclusión apunta el artículo El final de la convergencia regional en España, publicado en 2019 en Nada es gratis. “Hace ya cuatro décadas que la desigualdad regional en España empezó a aumentar y desde entonces esta tendencia no ha hecho más que reforzarse”, señala el informe, que observa “un marcado y persistente patrón geográfico norte-sur”.
El informe de la Red Europea también hace apuntes políticos críticos: “Debe insistirse en que las desigualdades territoriales no aparecen de la nada. La pobreza y la exclusión social se distribuyen diferencialmente en los territorios en función de la configuración histórica de las comunidades, la posición geográfica, la naturaleza de la economía y la evolución del PIB, la distribución de la población y otras; pero también de la gestión política”. Los autores del informe señalan que “es difícil comprender la clase de cohesión territorial que permite que en un mismo país existan regiones que multipliquen por tres, e incluso por cuatro, las tasas de pobreza de otras”.
Educación y salud
La desigualdad social y económica engendra otras. Por ejemplo, en educación, donde a la segregación por clases sociales se suma una falla territorial. Hay datos recientes del Ministerio de Educación que así lo ilustran. La tasa bruta de finalización de la Secundaria en País Vasco es del 90,4%, mientras en Ceuta y Melilla no supera el 64% y en Baleares no alcanza el 78%. La desigualdad también se observa en el informe PISA. Hay cinco comunidades por debajo de la media española tanto en ciencias como en matemáticas: Andalucía, Comunidad Valenciana, Canarias, Extremadura y Murcia, además de Ceuta y Melilla.
Las diferencias desembocan en la salud. Está demostrado: la pobreza predispone a la enfermedad y anticipa la muerte. La esperanza de vida permite ver la misma línea divisoria de siempre. Por debajo de 83 años están Andalucía, Asturias, Canarias, Comunidad Valenciana, Extremadura y Murcia, además de Ceuta y Melilla. Las demás, por encima.
Volviendo al Urban Audit, 9 de los 15 municipios con menor esperanza de vida al nacer son andaluces. La lista de los cinco primeros la lidera La Línea (79,5 años), seguida de Ceuta (80,1), Melilla (80,3), Cádiz (80,7) y Algeciras (80,8). Los seis municipios no andaluces de la lista son Ceuta y Melilla, tres canarios y uno valenciano. ¿Y en el extremo opuesto? Ninguna de las comunidades antes mencionadas aportan un municipio a la lista de ciudades con más esperanza de vida al nacer. Esta lista la lidera Pozuelo, con 86 años, seguida de Majadahona (85,6), Rivas-Vaciamadrid (85,2), Alcorcón (85,2) y Las Rozas (85,2). La diferencia entre Pozuelo y La Línea es de 6,5 años.
¿Qué ciudades están por encima de la media (17,4%) en porcentaje de población con obesidad, con datos del Mnisterio de Sanidad? La peor es Asturias, con el 21,7%, seguida de Andalucía (21%), Castilla La Mancha (20,3%), Canarias (19,3%), Extremadura (19,3%), Comunidad Valenciana (18,8%) y Cantabria (17,5%). Al otro lado, los mejores porcentajes los arrojan Castilla y León (13,2%), País Vasco (13,8%), Cataluña (14,9%), Navarra (15,4%), Baleares (15,5%), Aragón (15,7%), Madrid (15,9%) y Murcia (16,1%). En obesidad infantil, el porcentaje en Murcia es del 14,2% y en Navarra del 1,4%.
Joan Benach, especialista en desigualdades en salud, recalca cómo “la pandemia exacerba y cataliza las desigualdades previas”, que ahora quedan más expuestas. “La desigualdad en salud no es otra cosa que la expresión de una diferencia injusta y evitable”, explica Benach. A su juicio, la crisis ofrece una oportunidad de combatir la “visión hegemónica de la salud”, que presenta las desigualdades como fruto de la biología, los estilos de vida y la atención sanitaria, ignorando los “determinantes sociales”. Estos son diferentes según género, nacionalidad, clase social... Y se extienden a las comunidades, aunque Benach subraya que dentro de las comunidades hay grandes diferencias internas.
Manuel Franco, otra referencia en desigualdades de salud, señala que los ejes territoriales “están clarísimos” en España, tanto como lo están a nivel urbano. Franco alerta contra los discursos que apuntan a los “estilos de vida” para explicar problemas de salud pública. Coincide con Benach: no hay que mirar los hábitos, sino los datos.
Futuro
¿El coronavirus puede agravar la brecha? El informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza hace un pronóstico pesimista: “Se constata el fracaso de ese objetivo político [la reducción de la brecha territorial] y, en estas condiciones, la pandemia de la covid-19 se encontró con un terreno fértil para convertirse en una crisis económica de proporciones históricas”. Alfonso Díez-Minguela, uno de los autores del artículo de Nada es gratis, tiene más dudas. “Es cierto que la convergencia de los años 50, 60, 70 precedió a un periodo de divergencia. Pero es difícil saber qué pasará en el futuro”, señala. La situación es demasiado volátil, dice. Díez-Minguela recalca que las economías regionales en España están muy determinadas por las “economías de aglomeración” en torno a las grandes áreas urbanas. Y no está claro, señala, si estas saldrán reforzadas o debilitadas de la pandemia, con la expansión del trabajo, entre otros factores.
Manuel Delgado, catedrático de Economía Aplicada, investigador sobre la “dominación” ejercida sobre las economías del sur, sitúa las desigualdades territoriales españolas en un esquema mundial que arranca en 1492. “La separación norte-sur es antigua. A los territorios conquistados del sur se les ha asignado el papel de abastecedores de materias primas”, explica. Hoy se está dando, afirma, una “reprimarización” de las economías del sur, sometidas a un proceso de “dominación” que implica el “deterioro de su patrimonio natural”. El norte controla los últimos eslabones de la cadena de valor mientras el sur se condena a una posición subalterna, explica. “Madrid, Cataluña y el País Vasco han venido funcionando como centros tradicionales de la economía española, grandes atractores de población, capitales y recursos provenientes de otras áreas”, señala Delgado en el último informe del Observatorio de Desigualdad de Andalucía. Entre estas tres comunidades, con el 9,3% del territorio, acaparan el 42,6% del valor añadido, explica Delgado. En el lado opuesto estarían Murcia, Galicia, Castilla La Mancha, Castilla León y Andalucía, la España pobre, donde tiene lugar el 67,9% de la extracción de recursos. Estos territorios aportan sólo el 30,1% del valor añadido. Entre Madrid, Cataluña y el País Vasco obtienen un 42,6% del PIB español localizándose en ellas sólo el 2,8% de la extracción doméstica.
Delgado no ve un horizonte prometedor. “Se repite que estamos ante una economía de servicios cada vez más desmaterializada, pero esto es una ilusión. La extracción de materias y energía va creciendo año a año. Ahora se defiende una transición energética, pero lo que no se dice es que esto acentuará la extracción de materiales”, señala el catedrático, que cree que la división entre “economías extractivas” y “dominadas” se mantendrá. “En Andalucía, se va a apostar por acentuar la agricultura y el turismo, un modelo que no nos lleva a ningún sitio, sobre todo porque las cadenas hoteleras y los turoperadores son de fuera y aquí sólo se aporta mano de obra barata”, advierte.