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Fondos de inversión: el negocio que une a políticos, millonarios, aristócratas e hijos de todos ellos

José María Aznar Botella, el hijo de José María Aznar y Ana Botella.

El negocio de la inversión no va de fabricar, de producir o de crear, sino de apostar. Una y otra vez. La especialización no está en el sector, sino en el método: comprar, revalorizar, vender, cosechar los beneficios. ¿Y qué es lo que activa esa rueda de caza especulativa de oportunidades? A tenor de los apellidos descollantes en el negocio, la energía que mueve los engranajes sale en buena medida de la proximidad –o la pertenencia– al grupo de quienes poseen en mayor volumen el capital y/o el poder. Una condición que a su vez se asegura por dos vías: el apellido o la trayectoria, especialmente la trayectoria política. Varias tendencias simultáneas, puestas de relieve por la investigación publicada por infoLibre, dibujan un esquema de funcionamiento endogámico y elitista. Son estas y están entrecruzadas entre sí:

Grandes fondos de inversión estadounidenses, dedicados fundamental pero no exclusivamente al ladrillo, recurren a hijos de políticos –como José María Aznar–, de grandes banqueros –como Ana Botín– y de gerifaltes de la élite económica del franquismo –como Claudio Boada– para abrir paso a sus negocios en España. Manuel Gabarre, investigador especializado en los intereses en torno a la vivienda y autor de Tocar fondo (Traficantes de Sueños, 2019), describe así la lógica tras la operación Aznar de uno de estos "fondos buitre", en concreto Cerberus: "Cuando en Cerberus vieron una oportunidad en España –explica–, ¿con quién contactaron? Con la persona más vinculada al Partido Republicano en España, que es José María Aznar. Contrataron al que Aznar manifestaba que era su mejor amigo, Juan Hoyos, y también al hijo de Aznar [y de Ana Botella, José María Aznar Botella] como consejero. De esta manera, casualidad o no, Cerberus obtuvo los mayores contratos para la gestión de las viviendas que habían sido rescatadas con patrimonio público, tanto de Bankia como de la Sareb".

Herederos de grandes financieros –como un hijo y un nieto de Emilio Botín, fallecido presidente del Santander, o una hija de Francisco González, expresidente del BBVA– y de políticos de relumbrón –como un hijo de Aznar– hacen carrera en el negocio de los fondos bien como fichajes de compañías internacionales, bien creando sus propias empresas en España, tras haber pasado o no por fondos extranjeros.

Así que se da un doble fenómeno, cara y cruz de la misma moneda: por un lado, la élite por apellido colabora con los grandes gestores de activos extranjeros; por otro, desarrolla sus propios proyectos para la captación de fondos. Desde esas compañías nacionales, venden sus servicios presumiendo de su inmejorable networking, que es a su vez lo que los hace atractivos para las internacionales. Atención a este texto autopromocional de Stoneshield, la compañía inversora de Felipe Morenés, hijo de Ana Botín: "Utilizamos nuestra amplia red de contactos ["network", es la palabra en inglés, lengua en al que está escrito el texto original] y nuestras exclusivas asociaciones estratégicas para crear un valor excepcional". El ejemplo de Morenés permite observar el ciclo completo: antes de crear Stoneshield, trabajó en Lone Star, otro "fondo buitre" estadounidense.

Hay otro dato que muestra la capital importancia del networking. Blackrock, la mayor gestora de activos del mundo, un peso pesado del IBEX 35 cuya influencia en la economía es tal que cabe considerarla como "sistémica", alimenta su plantilla con perfiles salidos de la escuela de formación de ejecutivos del Opus, destacada cantera de la élite española. Una escuela que usa como gancho la puerta de entrada a una comunidad de ayuda mutua construida por sus propios exalumnos. Contactos, en suma.

Un caso digno de mención es Peninsula Capital, una compañía de asesoramiento y gestión de inversiones dirigida por Borja Prado, presidente de Mediaset y expresidente de Endesa, que tiene en su equipo inversor a estos tres nombres: Javier Prado, hijo del propio Borja Prado; Carlos Cortina Lapique, hijo del expresidente de Repsol Alfonso Cortina y de Myriam Lapique –hermana de la celebrity Cari Lapique–; y Jean Sarkozy, hijo del expresidente francés Nicolas Sarkozy.

Fortunas heredadas con pedigrí aristocrático se amplían en el negocio de las llamadas "finanzas alternativas", negocio en el que que los ricos de cuna se valen de políticos de amplia trayectoria. Así es el caso de Alicia Koplowitz con el exministro José María Michavila y el exconsejero económico madrileño Javier Fernández-Lasquetty, todos ellos juntos en la sicav Morinvest, propiedad de la primera y una de las más importantes de España. Más mezcla político-financiero-aristocrática: el expresidente del PP Pablo Casado y Ricardo Gómez-Acebo Botín –sobrino de Ana Botín e hijo de un primo de la difunta infanta Pilar– se han aliado en una firma de inversión, como ha publicado The Objetive.

El silencio fue la tónica dominante de los aludidos en las informaciones de infoLibre enlazadas en los párrafos precedentes, con los que este periódico trató de ponerse en contacto [ver aquí, aquí y aquí]. Este periódico logró, eso sí, recabar declaraciones de José María Michavila y Javier Fernández-Lasquetty [ver aquí]. El primero recordó que lleva "cuarenta años de vida profesional", de los que once estuvo en política –actividad que dejó hace 19 años– y 29 ha ejercido el derecho bancario, tema de su tesis. Formado en Harvard, fundó su primer despacho en 1984 y ha trabajado para JP Morgan, Oliver Wyman y Royal Bank of Canada, desgrana. "El derecho bancario es mi trabajo y mi especialidad", recalca. El segundo, Lasquetty, afirma que su oportunidad de incorporarse a Morinvest surgió después de su salida del Gobierno de Ayuso, y que conoce a Koplowitz desde "muchos años antes" de ser consejero de Economía y Hacienda. ¿Qué diría que puede aportar a la sicav? "Experiencia en diseñar y ejecutar estrategias de transformación, con innovación y con buenos resultados. Capacidad de análisis. Experiencia en detección de riesgos. Conocimiento del entorno de comunicación", responde.

"Una ristra de apellidos cruzados"

¿Y bien?, ¿qué dice todo lo anterior sobre quién y cómo accede a los espacios más lucrativos de la economía española?

Andrés Villena, profesor de Economía en la Universidad Complutense, especializado en redes de poder en España, lee en detalle las informaciones de infoLibre, solicita un rato para armar sus reflexiones y luego las comparte en un relato histórico que se puede dividir en cinco bloques llenos de análisis político y económico.

"España –arranca Villena– ha sido un país extremadamente bancarizado, con familias muy poderosas ligadas a la banca controlando los principales sectores de la economía, empezando por las eléctricas. Han tenido siempre, además, mucha influencia política. En España, a diferencia de otros países europeos, la reforma bancaria dejó entrar muy poco capital extranjero, para proteger así a los financieros españoles. Y los siete grandes bancos [Central, Hispano, Banesto, Santander, Bilbao, Vizcaya y Popular] conformaron un rancio oligopolio que financiaba a los partidos políticos, se reunía para fijar tipos de interés y no permitía transpirar a la economía. En parte por eso se jodió la industria".

"Esta endogamia nos diferencia por ejemplo de Francia y conforma una economía menos competitiva, donde la innovación se pierde y todo se reparte entre una ristra de apellidos cruzados. Felipe González, en vez de romper el oligopolio, lo que hizo fue meter a exministros y asesores en los consejos de administración. El Banco de España intentó hacer cosas, lo que pudo. Pero el oligopolio resistió. Era una herencia muy fuerte de la dictadura. Por eso Mario Conde fue tan disruptivo, porque era un banquero nuevo, que cuestionaba aquella estructura. Y se lo cepillaron. Porque había cometido delitos graves, sí, pero también porque había una estructura cuasimedieval. Todo esto es un rasgo distintivo y empobrecedor de nuestra economía".

"A este esquema inicial de riquezas históricas, muchas veces acumuladas después de la Guerra Civil y aliadas en democracia con tecnócratas, se acaba sumando una figura nueva que cuestiona las reglas: los fondos de inversión, que compran deuda muy crecida durante la burbuja de las empresas del IBEX, adquieren gran cantidad de todo tipo de activos devaluados por la Gran Recesión e inevitablemente compiten contra las grandes familias".

"Pero, claro, esos grandes fondos, dinero sin cara, necesitan virreyes, necesitan delegados en esos países en los que operan. Con una remuneración que para el fondo no es muy alta se hacen con los servicios de gente que conoce el terreno, de lobistas para alterar la legislación y que el BOE refleje sus intereses. Y ahí les resultan útiles tanto los políticos y quienes están en su entorno como la vieja aristocracia económica, a la que se le da una oportunidad de que no se le escape el caballo de la diversificación de las formas de financiación".

"Así que la clase superior tradicional no ha quedado rota con los fondos de inversión, sino que se ha reorganizado para gestionar ella misma la revolución financiera. La estructura es bastante clara: hay nuevos vehículos de inversión, pero los apellidos son los mismos de siempre. La clase dominante sigue ahí para captar las nuevas oportunidades. La herencia rancia del capital financiero se perpetúa, ayudando a los nuevos fondos hacer negocio y al mismo tiempo utilizando las nuevos vehículos para colocar su ahorro y sacar ventaja".

Barreras de entrada

Una de los aspectos del negocio de "inversión alternativa" que suelen destacar sus defensores es que, a diferencia de la banca tradicional, está más abierto a clases medias o populares. Todo el mundo está de acuerdo en que un hijo de vecino no puede montar un banco, pero las posibilidades parecen mayores en el campo de las gestoras de activos. ¿Es así? Villena, autor de Las redes de poder en España. Élites e intereses contra la democracia, no niega "una cierta dimensión meritocrática" en el mundo de los fondos de inversión, pero cree que sería ingenuo llevar esa creencia demasiado lejos. "Claro que está entrando gente nueva con los fondos, pero tienen más dificultades", señala. A su juicio, la internacionalización ilimitada de las finanzas habría podido constituir una amenaza para la primacía de los grandes apellidos financieros españoles, pero la realidad está demostrando una significativa capacidad de estos para perpetuar sus posiciones de ventaja.

Coincide un profesional del sector, que prefiere el anonimato: "La lógica dominante es pasta atrae pasta, dinero atrae dinero, contactos atraen contactos. La recomendación es fundamental. Hay muchas barreras de entrada para el talento, para la innovación, para las boutiques de inversión que traen ideas nuevas. Por mucho que se hayan formado, a veces incluso fuera de España, los peajes para el que no viene recomendado son muy difíciles de salvar. Aquí casi todo se rige por la lógica de la relación endogámica. Por eso están tardando en desarrollarse más que en otros países –yo conozco casos increíbles en Reino Unido– los fondos matemáticos, quant, los más técnicos. Yo, si veo mucho gran apellido junto en una gestora, de entrada voy a dudar de la excelencia técnica, porque sé que lo que está primando es otra cosa".

Este profesional afirma que los casos de gestores de fondos a la última en innovación y profesionalización en España son "por desgracia" excepcionales. Paradójicamente, señala, al frente de uno de los más profesionalizados, Atitlan, está Roberto Centeno, yerno de Joan Roig, el presidente de Mercadona: "Muchos, por inercia, creen que [el de Roberto Centeno] es un caso de nepotismo, pero no lo es. Centeno está muy formado, ha hecho su propio camino, cualquiera al que preguntes que sepa de inversión te lo dirá".

De la "puerta giratoria" a la "cama redonda"

Pedro Ramiro, investigador del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL), afirma que la proliferación de políticos e hijos de en el boyante negocio de la inversión es una demostración de que el concepto de "puerta giratoria" está hoy día "obsoleto" y debería popularizarse el de "cama redonda". "Las barreras entre lo público y lo privado casi no existen. Hay una cama redonda donde coinciden lo empresarial y lo político, unidos por lo familiar", afirma Ramiro.

A juicio de Ramiro, los grandes fondos de inversión extranjeros no han hecho sino observar cómo funcionan las cosas en la altas esferas de la economía española, tomar nota y actuar en consecuencia. "Fichan gente que tiene los contactos, la capacidad de abrir puertas y de moverse en un mundo de pago y devolución de favores, de conocimiento de los sistemas de regulación y de los agujeros de desregulación, gente con capacidad para detectar las nuevas burbujas para el enriquecimiento fácil", explica Ramiro, que incide en cómo múltiples políticos se dedican a ayudar a grandes empresas, no sólo a fondos de inversión, a hacer negocios que de un modo u otro dependen de un conocimiento de los entresijos del Estado para salir adelante. Eso hace que la trayectoria política sea un bien deseado por las grandes empresas, incluidas las gestoras de activos. Como publicó infoLibre en octubre, hay más más de 30 políticos en el negocio del lobby, entre ellos siete exministros, 12 ex secretarios de Estado y casi veinte antiguos diputados que trabajan en consultoras de "asuntos públicos" o grupos de interés. Un caso concreto resulta bien ilustrativo: Blackstone, el fondo que lidera el acaparamiento de vivienda en España tras la Gran Recesión, defiende sus intereses a través de un lobby, Asval, liderado por el exministro socialista Joan Clos, hoy asesor de Salvador Illa.

"Nepotismo" y "endogamia"

El historiador de la economía Carlos Arenas inscribe la concentración de oportunidades en la cúspide dentro de una lógica secular del capitalismo español, marcado por "el nepotismo, la endogamia y la cultura empresarial familista". "Para entenderlo podríamos remontarnos hasta el mayorazgo, una delegación administrativa que imponían los señores a los reyes y por la que se perpetuaba en una familia la propiedad de un bien", señala, para ejemplificar lo que a su juicio es una constante: "La relación privilegiada con el poder político es un elementos histórico de un modelo capitalista en el que la búsqueda de rentas se realiza siempre cerca del Estado y dependiendo del Estado, que se encarga de ayudar a los que están en mejor posición a que no cedan ni un palmo de su capital", añade. Tampoco es nuevo, explica, que quienes han hecho fortuna con una actividad acaparen las mejores posiciones cuando aparece una nueva, como pasa ahora con la "inversión alternativa", incluso aunque no tengan relación ni formación en la misma.

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"Los Alba y toda la vieja aristocracia que basaba su patrimonio en la tierra se fueron a Madrid a congeniar con el capital financiero para renovar su posición", señala. "Hoy sólo los más torpes o con menos visión sufren el efecto Buddenbrook", añade, en referencia a la descomposición de las sagas empresariales familiares víctimas de la incapacidad de adaptación. ¿Y cuál es la clave para la adaptación? Más que la cualificación, formar parte de la red de contactos adecuada, según Arenas.

El historiador se detiene en dos fenómenos que, a su juicio, están conectados con esa capacidad de los mejor situados de adueñarse de las mejores posibilidades para la captación de rentas. El primer fenómeno es, precisamente, la escasa permeabilidad de la propia élite en España, de la que han alertado también economistas como Tomàs Casas Klett. El segundo es la extendida tendencia de las administraciones a aprobar medidas que se adaptan como un guante a los intereses de los privilegiados, precisamente por ser estos los que mejor acceso tienen a los espacios donde se toman las decisiones políticas. Hay datos que lo avalan. Una investigación publicada el año pasado en la revista de la Universidad de Oxford Socio-Economic Review sobre más de 40 años de medidas políticas en España desvela un sesgo político a favor del grupo socialmente más aventajado. Al mismo tiempo, es difícil deslindar esta preferencia de algunos datos de desigualdad social en España, donde la llamada "clase media" lleva tres décadas estrechándose y se amontonan los datos que socavan el mito de la meritocracia. ¿Un ejemplo? El 1% más rico acapara casi 3 puntos más de la renta total que el 50% más pobre.

Pues bien, la crème de la crème de ese 1% más rico ya ha cogido el sitio perfecto en el negocio perfecto para seguir aumentando su ventaja.

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