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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

Cambios en el tablero político

Gobierno y PSOE buscan fórmulas para desmontar el ‘efecto Feijóo’ en el disputado espacio de centro

Alberto Núñez Feijóo en la sala de prensa de la sede nacional del PP.

La llegada de Alberto Núñez Feijóo a la presidencia del PP y la salida del escenario de Pablo Casado han transformado en un tiempo récord las expectativas electorales del Partido Popular, hasta hace poco sumido en una grave crisis interna. El CIS de abril disparó sus expectativas de voto hasta el 27,2%, seis puntos más que en marzo y a menos de tres puntos del PSOE. El sondeo de 40dB publicado a principios de mes por El País certificó un empate técnico entre PSOE y PP en el que los socialistas estarían ligeramente por delante en votos (26,2% frente a 25,8%).

La situación ha disparado las alarmas en el PSOE y en el Gobierno, que ya trabaja intensamente en la discusión de estrategias para parar lo que las encuestas llaman el efecto Feijóo. En la calle Ferraz y en la Moncloa dan verosimilitud a estos datos, que muestran una transformación del comportamiento electoral que, de no hacer nada, pondría en riesgo la continuidad de Pedro Sánchez en una segunda legislatura a partir de 2024. 

La continuidad del proyecto político puesto en marcha con la coalición PSOE-Unidas Podemos está en riesgo. No sólo el PP parece haber encontrado el liderazgo que le faltaba sino que las circunstancias han dinamitado la esperanza de que una fuerte recuperación económica llevase a Sánchez a la victoria en las elecciones del año que viene.

Los datos del último CIS y de 40dB son muy reveladores de por dónde vienen los problemas para los socialistas: el primer estudio muestra cómo el PP ha comenzado a disputar con éxito al PSOE el espacio central del tablero político y el segundo ha revelado el potencial electoral de Feijóo como un líder al que los ciudadanos perciben como alguien conciliador, dispuesto a negociar, buen gestor y con experiencia, variables todas ellas en las que está por delante del presidente.

El indicador de intención de voto por posicionamiento ideológico, una escala que va del 1 (izquierda) al 10 (derecha), muestra que el PP se ha puesto en cabeza en el puesto 5 (el centro) con un 22,5%, frente a un 16,5% del PSOE. En el 5 están además, según el CIS, la mayoría de los electores: casi nueve millones de ciudadanos con derecho a voto.

Los expertos en comunicación consultados por infoLibre coinciden en señalar que la estrategia de Génova a la hora de presentar a Feijóo en términos tan favorables, presentando sus trece años al frente de la Xunta y sus sucesivas mayorías absolutas como una garantía de solvencia y estabilidad, está siendo un éxito, aunque el balance real esté lleno de zonas oscuras. El nuevo presidente ha centrado su primer mes al frente del PP en una oferta de negociación con el Gobierno que, más allá de la sinceridad o la viabilidad de sus propuestas, ha presentado a Sánchez como alguien poco dispuesto a aceptar la mano tendida de la oposición.

El resultado es que, desde marzo, el PP no sólo ha aumentado en fidelidad de voto sino que capta al mismo tiempo antiguos votantes del PSOE y de Vox —crece a derecha e izquierda— y recupera votantes propios que se habían ido a la abstención.

Calviño y Robles

Sobre la mesa ya están en discusión propuestas para combatir esta tendencia. Una de ellas pasa por apoyarse más en las figuras del Gobierno mejor valoradas por los votantes templados, como la vicepresidenta y ministra de Economía, Nadia Calviño, y la titular de Defensa, Margarita Robles. La dos, no obstante, quizá por el mismo motivo, se han convertido en las últimas semanas en el blanco preferido de la derecha. A la primera le echan en cara las medidas económicas para enfrentar la inflación, que PP y Vox consideran un fracaso, y a la segunda le reprochan haber aceptado —según su interpretación de lo ocurrido— entregar a los independentistas la cabeza de la directora del CNI.

Por el mismo motivo —la necesidad de recuperar el centro—, quienes así piensan querrían que la parte del Gobierno del PSOE marcase más distancia con Unidas Podemos, incluida Yolanda Díaz. Cuanto más a la izquierda sitúe su perfil el Ejecutivo, aseguran, más espacio tendrá el PP para crecer por el centro.

Algunas voces creen además que en realidad lo fundamental es combatir la imagen que Feijóo se ha construido de supuesto buen gestor, moderado, negociador y responsable. Y creen que las elecciones en Andalucía ofrecen una buena oportunidad para conseguirlo. En vez de agitar el miedo a un acuerdo PP-Vox, que se producirá inevitablemente si los dos partidos suman y que ya no moviliza a la izquierda como antes, hay quien cree que hay que obligar a Feijóo a elegir ofreciéndole el apoyo del PSOE en la investidura a cambio únicamente de que no dé entrada a la extrema derecha en la Junta. Y sabiendo que Feijóo no aceptará, lo que definitivamente le retratará como un aliado de Vox.

El objetivo sería mostrar a los ciudadanos quién es en realidad el nuevo líder del PP y desactivar antes de que sea demasiado tarde su, según ellos, falso discurso pactista. Si las tendencias actuales se consolidan, será muy difícil que Sánchez salga bien parado de las elecciones del año que viene.

El analista Lluis Orriols, doctor por la Universidad de Oxford y profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid, confirma que los datos demoscópicos son poco alentadores para el PSOE y el Gobierno. “Yo si fuera el Partido Socialista estaría muy preocupado”. 

Mientras Pablo Casado era el líder, el PP seguía siendo “un partido débil” desde “el punto de vista de la confianza y la gestión. En cambio ahora tiene una oportunidad, se la están dando los ciudadanos sin que [Feijóo] esté haciendo mucho”. Después de un periodo en el que el Gobierno ha sabido mantenerse a pesar de la pandemia y de las consecuencias de la guerra en Ucrania, en estos momentos enfrenta “una situación absolutamente complicada” a la que se ha sumado un “Feijóo que es muy competitivo” en términos electorales. 

“En Moncloa tiene que sonar la alarma”, porque aunque “hasta ahora han hecho los deberes y han superado los obstáculos de una forma muy encomiable en términos de opinión pública”, en estos momentos tienen enfrente a un PP “muy bien posicionado” en la zona del campo de juego “en la que se va a decidir” el partido.

“Luna de miel”

Los datos que maneja Orriols confirman tanto el efecto que está teniendo el perfil del nuevo líder del PP como el desplazamiento de los votantes de centro en su favor. “En primer lugar, hay el efecto luna de miel” habitual en todos los partidos cuando cambian de líder. 

“Hay algunos que generan un boom mucho más intenso con respecto a su predecesor que otros y eso también depende mucho del grado de deterioro del liderazgo del predecesor”, que en este caso era, en su opinión, alguien “muy desgastado, un líder débil”. 

En el PP el efecto va más allá de la media, asegura, porque es un partido que “está por definir. Teníamos un PP desorientado, poco claro. No se sabía exactamente dónde estaba porque era un partido a la deriva en términos de estrategia”. Ahora, en cambio, la gente ya tiene la expectativa de “un partido de gestión, responsable, con experiencia de gobierno.” Y eso “es algo enormemente favorable para el PP”. 

A Orriols le parece especialmente significativo que el PP haya superado al PSOE en el grupo de ciudadanos que se autoubican en el centro. “No es casualidad” y no ocurría “desde la ruptura del sistema de partidos”, recuerda. “Es la primera vez que veo datos en los que el PP vuelve a ser el primer partido en el centro; esto no lo veíamos desde hace siete años. Hay luna de miel —con Feijóo—, sin duda, pero hay también elementos estructurales de cambio de sintonía entre lo que es el PP para la sociedad”, porque hasta ahora, sostiene, “el PSOE seguía siendo el primer partido en el centro, a pesar de la polarización” política. 

¿Es decisivo dominar el centro para ganar las elecciones generales? Eso depende, señala Orriols. “El PP fue un partido residual en el centro y seguía ganando elecciones porque era hegemónico en la derecha”. “Lo que no se puede es ganar no teniendo el centro y no siendo hegemónico” en tu parte del arco parlamentario, advierte. 

En su opinión, se trata de un cambio “muy sintomático” cuyo origen es anterior a Feijóo, aunque ahora “claramente haya habido un boom”. Y que además no ha impedido al PP ganar espacio a Vox por la derecha, lo que puede indicar que sus “expectativas de moderación no perjudican su participación en el espacio de la derecha”.

También por la derecha

Eso lo explica muy bien Endika Núñez, analista de datos y colaborador de infoLibre, que apunta un dato relevante que da pistas para explicar por qué Feijóo está creciendo por el centro, pero al mismo tiempo ampliando espacio por la derecha.

“Feijóo recibe ahora más votos de Vox que los que pierde”, apunta. Y el motivo, que reconoce “sorprendente” y que se puede ver en los datos del CIS, es que Pablo Casado tenía una valoración por debajo de cuatro entre los votantes de Vox y Feijóo alcanza un seis. “No es tanto que tenga un perfil que pueda gustar a Vox sino que hay algunos votantes de Vox a los que no les gustaba la deriva del PP con Casado y que ahora podrían estar pensando en volver” a sus filas. “Aunque el liderazgo [de Feijóo] sea distinto en las formas respecto a Vox, les puede gustar más”.

Belén Barreiro, máxima responsable de 40dB, cree que el efecto Feijóo tiene más que ver con la imagen de “capacitación” del nuevo líder del PP que con la idea de moderación. “Feijóo es mejor líder que Casado desde el punto de vista de lo que piensan los ciudadanos, pero creo que si consigue ampliar la base electoral no es porque lo vean más moderado sino porque lo ven mucho más capaz, más sólido como candidato, con más experiencia”. Alguien “que ha estado con tareas de Gobierno muchos años, al que la gente ve con cualidades. Una persona en la que confían”.

Feijóo cultiva la imagen “de Estado” del PP apoyando la reforma de la Seguridad Nacional que Casado vetaba

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Y la capacidad, recuerda, “es un atributo que eclipsa mucho las otras características. Cuando un candidato centra todo en resultar sólido, los electores no se plantean tanto dónde está desde el punto de vista ideológico”. 

En opinión de Barreiro, el cambio de posicionamiento ideológico en la percepción de los ciudadanos no depende tanto de que se produzcan relevos en el liderazgo. “En el caso de Feijóo no estoy tan segura de que sea una cuestión de moderación” en comparación con su antecesor porque “Casado era un candidato que daba bastantes tumbos” y “de Feijóo tampoco sabemos todavía en la política nacional dónde situarle, si un poco más a la derecha o un poco menos. No tengo la impresión de que el problema de Pablo Casado fuese ser de derechas”.

En cuanto a la pérdida de apoyo entre los votantes de centro, Barreiro asegura que el PSOE en realidad ya perdió ese espacio cuando se unió a Unidas Podemos para gobernar, sin que eso implique ningún juicio de valor sobre ese acuerdo, precisa. “Al votante de centro no le gusta esa coalición” desde el inicio de la legislatura, así que el PSOE perdió posiciones en el centro en relación a otras épocas en las que gobernó.

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