La hipocresía allana desde España el negocio del fútbol en Catar
“La homosexualidad es ilegal en Catar y, por tanto, se considera un delito con severas penas de privación de libertad. Este gobierno no reconoce ni los matrimonios ni ninguna otra unión civil entre personas del mismo sexo. Tampoco está permitido el activismo LGTBi en ninguna de sus manifestaciones”. La advertencia figura entre las recomendaciones de viaje que el Ministerio de Exteriores hace a cualquier ciudadano español que se disponga a visitar el emirato, una monarquía absoluta en la que están prohibidos los partidos políticos y cuyo código penal permite los castigos físicos a latigazos, la lapidación y hasta la pena de muerte para los homosexuales.
Esa realidad, la de un país en las antípodas de los derechos humanos, es la que la maquinaria del fútbol trata de ocultar para mantener vivo el negocio del mundial que comienza este domingo. Sin que el Gobierno de España, y desde luego la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), se hayan distinguido por una actitud crítica. De hecho, la RFEF, presidida por Luis Rubiales, se ha negado a que los jugadores españoles, a diferencia de lo que harán los de otros países, luzcan brazaletes arcoíris en defensa de los derechos LGTBi. Hasta 13 selecciones han notificado que sus capitanes utilizarán este símbolo, pero el líder del equipo español no será uno de ellos.
La federación española tampoco se ha sumado a la iniciativa de varias ONG, entre ellas Amnistía Internacional y Human Rights Watch, para que la FIFA, que es quien se hará con el grueso de los beneficios económicos del mundial, indemnice económicamente a los miles de trabajadores inmigrantes que construyeron las infraestructuras de mundial y que fueron objeto de abusos laborales. Muchos de ellos perdieron la vida.
“Como miembro de FIFA, y como una de las 32 selecciones participantes, España tiene la responsabilidad de apoyar la reparación a los trabajadores y trabajadoras migrantes” sostiene Amnistía. “Es más, como institución que se beneficiará económicamente de los ingresos generados por la Copa del Mundo, también tiene la responsabilidad, en virtud de los Principios Rectores de las Naciones Unidas sobre las Empresas y los derechos humanos, de utilizar su influencia para prevenir y mitigar los impactos adversos reales y potenciales sobre los derechos humanos, que causan, contribuyen o están vinculados, incluso en Catar”.
No será así. Y no es porque no sea posible. La actitud de la federación española contrasta con las otras siete de las selecciones clasificadas (Bélgica, Francia, Inglaterra, Alemania, Países Bajos, Gales y Estados Unidos) que sí han apoyado públicamente la campaña #PayUpFIFA, que pide al máximo organismo del fútbol mundial que destine como mínimo 440 millones de dólares estadounidenses para proporcionar reparación a los cientos de miles de trabajadores y trabajadoras migrantes que han sufrido violaciones de los derechos humanos en Catar durante la preparación del mundial. Exfutbolistas como Gary Lineker o Alan Shearer se han hecho eco de esta campaña y seleccionadores, como Louis Van Gaal, de los Países Bajos, y Adenor Leonardo Bacchi, Tite, de Brasil, han manifestado que FIFA debería remediar los abusos cometidos. Incluso cuatro de las empresas que patrocinarán el Mundial (AB InBev/Budweiser, Coca-Cola, Adidas y McDonald’s) han declarado su apoyo a la petición de compensación.
En España, silencio. La razón hay que buscarla en el enorme poder económico que acumula el emirato, con una de las reservas mundiales de gas licuado más importantes del mundo. Un poder bajo sospecha, porque el gobierno catarí está acusado de haber comprado literalmente la organización del mundial mediante sobornos y otras prácticas ilegales con el objetivo de blanquear un régimen dictatorial.
Es una estrategia que, en todo caso, no se limita al fútbol: se estima que Qatar Investment Authority gestiona un patrimonio cercano a los 450.000 millones de euros y alcanza ya a la economía de toda Europa. En España está presente en Iberdrola, empresa de la que es el primer accionista (8,5%), Iberia a través del consorcio IAG, Inmobiliaria Colonial, el Grupo Prisa, el Corté Inglés o el Port Vell de Barcelona.
La influencia del dinero explica que las autoridades españolas apenas hayan levantado la voz para señalar las enormes zonas oscuras de una celebración deportiva diseñada para ocultar la terrible realidad de un país sin libertades.
¿Qué debe hacer una persona LGTBi?
En estas condiciones, ¿debe un homosexual, sea aficionado al fútbol o jugador profesional, viajar a Catar? Y si lo hace, ¿debe ocultar su identidad sexual?
José Manuel Franco, presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD), asume que no puede “pedir a nadie que asuma riesgos. Habría que verlo con mucha cautela, pero todos los que nos sentimos concernidos por la defensa de los derechos humanos lo que deberíamos hacer es aprovechar cualquier momento para reivindicar esa lucha”. Puesto en el brete de ir a Catar, añadir, un miembro del colectivo LGTBi “debería ir con el orgullo de defender su causa. Creo que sería bueno para reivindicar este derecho que a nosotros en España, afortunadamente, nos parece ya conquistado. Esconderse no es lo adecuado”, remata.
Creo que sería buen para reivindicar este derecho. Esconderse no es lo adecuado
Joan Mena, portavoz de Catalunya en Comú en el Congreso, es de la misma opinión. “Lo mejor que podría hacer un aficionado gay es ir allí y, en el estadio, darse un beso con su pareja de su mismo sexo”. Mena está convencido del poder que tienen los acontecimientos deportivos y culturales a la hora de empujar los avances sociales. “Si eso pasase y fuese un comportamiento activo, probablemente estaríamos dando un mensaje al mundo en un momento en el que todos los focos mediáticos estarán pendientes de lo que pasase allí”.
El secretario LGTBI del PSOE, Victor Gutiérrez, cree que no pasará nada si los homosexuales que vayan a Catar optan por mostrar sus afectos en público. “Dudo que pase algo, porque sería tremendo”, con el foco de todo el mundo puesto en el país. Pero “Catar no es un país que respete los derechos LGTBi, aunque ha tratado de hacer ver que las personas LGTBi no vamos a tener ningún inconveniente” al acudir al mundial.
“Cada aficionado es libre de hacer con su tiempo y con su dinero lo que quiera, pero todos deben saber que llegan a un país en el que las circunstancias son complicadas y donde, por mucho que se esté intentando garantizar la seguridad, pueden darse situaciones desagradables. Lo dejo a la elección de cada uno, pero yo no iría a un mundial en el que no se respeta algo tan básico como es mi identidad. No dejaría un solo euro de mi dinero en viajar a un país donde no se respetan mis derechos más básicos”, afirma tajante.
Lo mejor que podría hacer un aficionado gay es ir allí y, en el estadio, darse un beso con su pareja de su mismo sexo
Todo el mundo está de acuerdo en que el primer responsable de esta situación es la FIFA por haber elegido un país que no solamente no respeta los derechos humanos de las personas LGTBi, sino, recuerda Mena, en el que hay “indicios de racismo” y frecuentes accidentes laborales por culpa de unas condiciones de trabajo pésimas que padecen sobre todo los trabajadores extranjeros. “Que al final se intente blanquear un régimen que funciona con estas características se tiene cuestionar en el marco de las responsabilidades que toca”, y eso señala a la FIFA y, por extensión, a la RFEF.
El portavoz de Catalunya en Comú envió una petición a la federación española para “que de alguna manera visibilizaran el rechazo” a la situación en el país. “Se tiene que hacer un trabajo de sensibilización” y “utilizar un escaparate tan importante como es un mundial de fútbol para, de alguna manera, mostrar que todavía hay países donde no se respeta los derechos humanos”.
La necesidad de poner condiciones
Mena no está en contra de elegir sedes para acontecimientos deportivos en países sin libertades siempre y cuando la designación se use a presionar y conseguir mejoras en el respeto a los derechos humanos. “Estaría bien si fuese acompañado de exigencias de democratización. Si FIFA pusiese como condición que se respetasen determinados derechos y especialmente los derechos humanos para que se celebrase el mundial en Catar, probablemente eso tendría una justificación y lo podríamos entender”. Pero “si no se hace así se corre el peligro de blanquear un régimen que no respeta los derechos humanos y eso es preocupante” porque el mensaje que se traslada a la población es que anteponen los intereses económicos a todo lo demás. “Eso siempre es peligroso, más todavía cuando para hacerlo se utiliza el deporte, que es una cosa muy transversal y genera mucha emotividad y apoyo por parte de una parte importante de la ciudadanía”, advierte.
El presidente del CSD cita a Nelson Mandela para recordar que “el deporte tiene el poder de cambiar el mundo”. Por esa razón, quiere creer “que este mundial provocará cambios también en materia de derechos humanos en Catar”. Más allá de eso, admite, no tiene otra opción que respetar el criterio de la federación cuando decide no lucir símbolos LGTBi. No obstante, reconoce, y aunque respeta la decisión de la RFEF, “como defensores de los derechos humanos nos hubiese parecido bien que nuestros jugadores portasen ese brazalete”.
“En el CSD”, destaca José Manuel Franco, “no somos dudosos en la defensa del colectivo LGTBi”. Y pone un ejemplo: es uno de los tres ejes de los cambios normativos introducidos en la nueva Ley del Deporte, actualmente en trámite en el Senado, junto a la igualdad entre hombres y mujeres y la promoción del deporte inclusivo.
Yo no iría a un mundial en el que no se respeta algo tan básico como es mi identidad. No dejaría un solo euro de mi dinero en viajar a un país donde no se respetan mis derechos más básicos
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De hecho, el presidente del CSD simpatiza con la campaña de las ONG que pide a la FIFA compensaciones para los trabajadores que sufrieron abusos en Catar. “Si ha habido explotación, como parece ser, me parece bien cualquier iniciativa de este tipo. Hay cosas que no se pueden compensar con dinero, pero si algo se pudiese hacer, me parece una magnífica iniciativa”, señaló en declaraciones a infoLibre.
Victor Gutiérrez, el secretario LGTBi del PSOE, aplaude la decisión de la federación de competir en el mundial y de haber incluido diferentes reivindicaciones en los partidos, pero “como activista LGTBi” echa “en falta” que no se haya incluido a este colectivo entre las ellas. Selecciones muy potentes, como Alemania o Inglaterra, sí lo han hecho y eso hacía “más fácil sumarse. Echo en falta un guiño, un gesto que visibilice las dificultades de las personas LGTBi en Catar”.
El dirigente socialista subraya que el deporte es un “vehículo conductor fundamental para hacer avanzar las sociedades”. Pero en ese camino, subraya, “una de las cuestiones más innegociables es el respeto a los derechos humanos”. El mundial debería servir “para cambiar las cosas, no para blanquear cierto tipo de comportamientos”.