Entrevista
Juan José García del Hoyo: "A mediados de junio el brote estará casi controlado"
Juan José García del Hoyo relee estos días El fin del imperio romano, de William Rosen. Una lectura oportuna, al tiempo que inquietante. Se trata de un ensayo histórico que repasa cómo, en el siglo IV, la peste mató a 25 millones de personas y el Imperio Romano, bajo el mando de Justiniano, fue aniquilado, dando inicio a la era de los Estados-nación. A García del Hoyo (Huelva, 1963), hombre de números, le interesa la historia. Y especialmente la historia de las epidemias, que es a la vez historia familiar. Tres antepasados suyos, por la rama materna, murieron en epidemias del siglo XIX: fiebre amarilla (1800), cólera-morbo (1833) y cólera (1885). Abuelo, hijo y nieto, muertos. Ante la broma del periodista, que le aconseja ser más que cumplidor con el confinamiento dados los antecedentes, responde con una estadística: "Bueno, cuando te vas atrás tantas generaciones, el porcentaje genético que te queda es muy reducido, a lo mejor un 0,5% de la carga genética".
García del Hoyo, catedrático de Métodos Cuantitativos para la Economía y la Empresa de la Universidad de Huelva, acudirá durante la entrevista una y otra vez a porcentajes, modelos y números para explicar la crisis del coronavirus y las perspectivas de salida. Lleva haciéndolo desde finales de marzo, cuando empezó a publicar proyecciones, en base a la evidencia disponible, en su cuenta de Facebook, donde además utiliza sus conocimientos de economía, sanidad, empresa e historia para realizar suculentos apuntes cualitativos. "Cuando empecé a tener datos, recordé la epidemia de cólera-morbo de 1833, que entró en España por Huelva. Hubo mucho interés de la prensa de la época, y también hubo datos de fallecimientos, casos detectados y recuperados. Comparé y cuadraba. Cuadraba con lo de ahora. Luego empecé a ver literatura de Wuhan. Aunque no me creo los datos chinos, los modelos también son los mismos".
PREGUNTA: ¿Cómo son esos modelos con los que trabaja y que le hacen ver similitudes entre diferentes epidemias?
RESPUESTA: Son modelos sigmoides, curvas en forma de "S". Aquí, hablando siempre de casos acumulados, vemos una curva en la que se repiten diferentes fases: primero un crecimiento mayor que proporcional, muy parecido a un crecimiento exponencial; después se va ralentizando hasta que pasa a ser un crecimiento menor que proporcional; más tarde, empieza a suavizarse hasta que se estabiliza y ya no hay crecimiento de la población afectada. El punto máximo de la curva diferencial que solemos ver en la tele, esa que parece una campana y que recoge la diferencia de casos de un día a otro –los incrementos diarios, para entendernos–, será el punto de inflexión de esta curva de casos acumulados con forma de "S".
P: Es un modelo que no sólo se usa para epidemias.
R: Claro. Empiezan a desarrollarse en el siglo XIX para ver la evolución de la población. Luego se abren a muchos campos. Se utiliza en la botánica, en poblaciones bacterianas, de moscas, en plagas... Lo encontramos en el ámbito de la economía y el marketing, para el ciclo de vida de un producto. Los modelos son los mismos aplicados a distintos campos científicos. Y sirven para hacer pronósticos. Otra cosa, claro está, es aportar soluciones.
P: ¿Ahora mismo en qué fase estamos dentro de esa curva sigmoide?
R: De crecimiento menor que proporcional. Hemos pasado el punto de inflexión. Estamos acercándonos al nivel máximo.
P: Usted observa la pandemia desde Huelva. Es una provincia con unos datos que han suscitado debate, por ser muy bajos. ¿Qué lección sale de Huelva?
R: Si vamos a las variables socioeconómicas, ves cosas sorprendentes. ¿Qué influye en la difusión del virus? Una razón es, por supuesto, el contacto en sitios como el transporte público. Si tienes mucha densidad de población en una zona, que tiene que coger el transporte varias veces, cercanías, metro, autobús... Eso influye decisivamente en la propagación. Además de la conectividad.
P: Claro, Huelva es una provincia bastante aislada. Es una ironía: tantos años reclamando el AVE –usted conoce el tema como presidente del Consejo Económico y Social– y en este caso ha sido de ayuda no tenerlo.
R; Así es... Una ironía. Además, el cercanías y media distancia es a horas intempestivas, no lo coge la gente que se desplaza por motivos de trabajo. Eso ha beneficiado bastante.
P: ¿Algún factor más?
R: La renta, que es un determinante de hábitos sociales. Esto es fundamental en Andalucía, no sólo en Huelva. Aunque cada comunidad es un mundo para conseguir información, al final ves algo: los centros de mayores han sido clave. ¿Dónde tenemos a nuestros mayores? Si un virus entra en un centro de día, en una residencia de ancianos, es una catástrofe ¿Qué ocurre? Que no hay la misma propensión a meter a un abuelo en una residencia en zonas de renta alta o baja.
P: ¿Por ejemplo?
R: Madrid. Rentas más altas, jornadas de trabajo más extensas y con menos margen para volver a casa a comer o regresar temprano... Hay más ingresos y menos posibilidad de tener a los abuelos en casa. En Andalucía eso es menos frecuente. En Huelva, aún menos [en Andalucía, con el 17,89% de la población, está el 11,41% de las plazas de residencias. Andalucía acumula sólo el 4,63% de los muertos por coronavirus y el 5,9% de los casos confirmados].
P: En lo que respecta al coronavirus, ¿se podría decir que a menor renta de una zona, menos probabilidad de extensión?
R: Así ha sido.
P: ¿Qué factores que benefician el contagio destacaría?
R: La apertura al exterior durante el inicio de la pandemia. Los aeropuertos con gran movilidad. Madrid, sobre todo. Barcelona, Málaga, Valencia, Bilbao... Y aquellas zonas con mucha población flotante. Ha pasado en Granada con los universitarios. Si este fenómeno se inicia en abril y mayo, en Andalucía, con la Semana Santa, hubiera sido brutal. Otro factor clave son el turismo y los viajes de negocios. Sólo hay que fijarse en Wuhan, Nueva York, norte de Italia, Madrid. ¿Y los países con mayor número de muertos? Italia, España, Francia... Top en el ranking de turismo.
P: Pero hay ciudades europeas, también turísticas y de negocios, que parecen escapar mejor tanto en contagios como en muertos. Pienso en Alemania.
R: Hay muchas cosas raras en los datos. Si comparas entre países, no cuadra. Se calcula la tasa de incidencia en base al número de positivos, lo cual tiene un riesgo enorme porque la práctica habitual no ha sido la misma en todos los países. Hay que esperar. Por supuesto, en el caso de Alemania, puede haber factores propios que lo expliquen. Hábitos sociales, por ejemplo. Pero falta información, faltan datos.
P: Usted, que trabaja con datos, ¿por qué cree que hay tantas dudas y carencias con los datos, en la UE, en el siglo XXI, sobre un asunto tan crucial?
R: Bueno, pues porque el test es caro, está limitado y nadie había previsto algo así. Sobre todo por eso. Nos rasgamos las vestiduras con la política española, pero esto a todo el mundo le ha cogido igual. Si se estuvieran haciendo las pruebas bien, si se facilitase el número de pruebas, podríamos comparar de verdad. Ahora es difícil.
P: ¿España ha fallado con la recopilación y exposición de datos?
R: Bueno, hemos ido mejorando, no es momento de acusar. Ha habido cierta indefinición y diferencias de método entre comunidades autónomas. Eso ha provocado incertidumbres. Pero es normal, hasta cierto punto. Cuando te acercas a ámbitos pequeños, hay problemas de sesgo. Quien procesa la información en un hospital no es un técnico estadístico, es un sanitario delante de un ordenador. Si te encuentras un día de saturación, ¿qué haces? ¿Le pides que se ponga a picar datos en vez de salvar vidas? Eso ha provocado retrasos, generando picos y valles. Y luego ha habido situaciones... El Ministerio de Sanidad ha estado dos días sin actualizar. Ha habido problemas con los datos del País Vasco y Castilla La Mancha. Ayer había en Almería un fallecido menos que antesdeayer. Vamos, con los datos oficiales, alguien volvió a la vida en Almería el Domingo de Resurrección...
P: Con carácter general, el virus penetra más en zonas ricas que en zonas pobres. Pero, una vez llega, golpea más a las capas pobres. ¿Lo ha observado así? En Estados Unidos, por ejemplo, mueren más hispanos y negros.
R: Sí. Aquí tenemos aún algo a favor: un sistema sanitario público más o menos homogéneo. En Estados Unidos no. Eso lo hace más complicado. Y se nota.
P: Llevamos ya semanas temiendo la irrupción en América Latina y África. Pero siguen sin alcanzar el nivel de Europa. ¿Cabe la misma explicación que, a escala española, hace para Andalucía o Huelva?
R: No me atrevo. Si tengo dificultades estadísticas en España, qué decir de otros países... Pensemos en la India, sin censos de población.
P: Pero hay un elemento observable: UCI desbordadas, morgues repletas. Eso se ve en Italia y España, se vio en Wuhan, se ve ahora en Estados Unidos.
R: Es cierto. Hay muchos países donde eso no se ve. Pero hay que esperar. No en todos los países la expansión ha sido al mismo tiempo. Nosotros empezamos pronto, en algunos ha sido más tardía. Pero llega. Ya pasó en Estados Unidos. Allí cantaban victoria. En Europa, cuando todo pase y tengamos la fotografía completa, y veamos cuánta gente murió el año pasado y cuánta este, no habrá tantas diferencias. Para hacer balance país por país hay que esperar a ver todos los muertos y comparar. No habrá grandes diferencias en Europa. Hay una web [Euromomo] que está graficando la mortalidad total en comparación con la mortalidad prevista, y está detectando una diferencia [con respecto al año pasado] mayor que la que explican las muertes que se han computado por covid-19.
P: ¿Todos los países europeos tenderán a parecerse en los resultados?
R: Es lo lógico. Si la tasa de transmisibilidad se mantiene constante, se produce una progresión geométrica. Igual en Wuhan, Nueva York o Dinamarca. ¿Dónde pueden estar las diferencias, si la base es la misma? Pues puede haber factores ambientales, o sociales. O factores genéticos, cosa que dudo. Sí que pesa el envejecimiento de la población, aunque Europa es bastante homogénea. También importa el sistema sanitario y de salud pública.
P: Ahí ha habido diferencias.
R: Sí. En Corea tenían experiencia en brotes epidémicos. En cambio España montará ahora las estructuras. No había previsión porque faltaba experiencia. Habíamos olvidado lo que era una epidemia y lo hemos pagado. Lo habíamos olvidado, pero es la rutina de la historia. Llevábamos 60 años sin epidemias graves. La gripe española de 1918, alguna de cólera en los 50... Después, nada. Ahora hemos aprendido. Si dentro de tres años viniese un nuevo virus, sabremos darle mejor respuesta.
P: Usted, que está acostumbrado a trabajar con datos, ¿cree que los Gobiernos en Europa están ocultando información con fines políticos? ¿Por eso cree que sólo a la larga con la fotografía completa se podrá hacer balance?
R: No lo creo, pero no se está depurando la información. Hay errores de cómputo y, sobre todo, cuando se detecta un error no se corrigen las series hacia atrás, sino que se continua dando nueva información con la serie corregida a partir de ese punto, creando “escalones” artificiales.
P: Voy a sus últimas previsiones. En Huelva, el máximo de la curva acumulativa entre finales de abril y principios de mayo. En Andalucía, en junio. ¿Cómo hace esa estimación?
R: Yo empecé trabajando con siete modelos distintos, pero al final me quedo con dos: el modelo logístico y el de Gompertz. No son formas fijas, cambian en función de los parámetros. A esos modelos, una vez estimados, les paso baterías de indicadores estadísticos para dilucidar cuál es el modelo más verosímil. La función logística, que suele serlo con la mayoría de las series, indica que alcanzar la cresta tarda el mismo tiempo que llegar al fin de la epidemia desde esta.
P: En España hay más incertidumbre, aunque su previsión es que se alcanzaría en julio.
R: Ocurre una cosa. Ha habido comunidades con metodologías distintas. Eso provoca indefinición. Los últimos seis valores han cambiado porque ha habido algunas, sobre todo Castilla La Mancha, que han cambiado de método. Ya estamos en el 88,7% del total de casos que se producirán, muy cerca de la fase de práctica estabilización, de manera que entre el 15 de junio y el 27 de julio sólo se producirían unos 230 nuevos casos, con las condiciones exógenas actuales, lo que da una idea precisa de que para ese momento, a mediados de junio, el brote estará ya prácticamente controlado.
P: Pero el hecho de alcanzar la cima de la curva acumulativa no significa que no haya más casos. Seguirá habiendo contagios, ¿no?
R: Alcanzar el máximo de la curva acumulativa significa que no se producen nuevos contagios en esta oleada. Evidentemente pueden surgir nuevos focos que, de no ser detectados a tiempo, pueden provocar nuevas oleadas. Cada nueva oleada, presumiblemente, tendrá menos incidencia, tendrá picos menos elevados y menos duración, y así hasta que exista una vacuna, estemos todos inmunizados o la transmisibilidad del virus se atenúe debido, por ejemplo, a causas ambientales.
P: Salvando la situación en Madrid, ¿las UCI aguantan?
R: Sí, sí. Las UCI aguantan. El confinamiento ha sido para eso. Acabar con el virus es otra cosa. El virus va a estar con nosotros bastante tiempo.
P: ¿Cuánto?
R: Veremos. Para saberlo con precisión necesitaría datos perfectos. Va a haber brotes periódicos hasta que haya vacuna. Se puede ver al analizar otros brotes epidémicos que se han producido históricamente. Como he comentado, habrá sucesiones de curvas, cada vez más bajas. Habrá rebrotes. Iremos teniendo repuntes, según nos comportemos, o por factores climáticos. En medio de la caída, habrá nuevos brotes. Mientras la población no esté inmunizada o haya vacuna, tenemos que acostumbrarnos. La literatura de epidemia de los últimos 50 años es clara. El cólera-morbo de 1833 empezó en verano, en invierno se quedó en stand by y al verano siguiente se disparó con mayor virulencia y se mantuvo hasta noviembre. En las series se observan pautas evolutivas con una cierta frecuencia de carácter semanal. Una cierta reactivación de los brotes epidémicos se producía cada siete días, probablemente vinculados a la asistencia a misas, dada la época.
P: Usted acaba casi todas sus entradas diciendo: "Perseveremos". ¿El regreso al trabajo de actividades no esenciales entra dentro de esa perseverancia?
R: A ver, volvemos a lo que hicimos los primeros 15 días, que ha tenido buen efecto, la situación que estamos viviendo en estos días. Ahora veremos una etapa de caída aún mayor, resultado de estos segundos 15 días de mayor confinamiento. Luego vendrá un repunte. Pero el problema no está en este cambio. El problema sería volver al colegio, a los grandes espectáculos, congresos, a los hoteles, al turismo, a la aglomeración. Eso está parado. Que la gente vaya a trabajar con cuidado es algo asumible, aunque sí habrá un pequeño repunte.
P: ¿Cuánto tiempo con restricciones prevé? ¿Un año?
R: Un año, sí. Si no hay vacuna antes.
P: ¿Un año con mascarillas y distancia física?
R: Seis meses o más, posiblemente. Antes de volver a cierta normalidad...
P: ¿Tendremos que evitar a toda costa aglomeraciones hasta la vacuna?
R: Pues sí. Por eso tenemos un problema. Esto tiene efectos a largo plazo. No se va a poder abrir fronteras al turismo, ni tampoco facilitar el turismo interior. El miedo va a afectar al consumo, dentro y fuera de España. La demanda interna se va a hundir y la externa también. Dependemos mucho del turismo, que se va a llevar el mayor golpe. No es sólo es que se reduzca al mínimo ese 15% que depende del turismo. Es que afecta a las empresas del sector, a las de otros sectores relacionados con este a través de su demanda de bienes y servicios, a la renta de los hogares a través de la caída de los ingresos de trabajadores y empresarios, contribuyendo de forma inducida la caída de la demanda, etcétera. La caída de la demanda interna y externa va a ser muy grande y afectará a todos los sectores.
P: ¿Qué porcentaje de PIB perderá España?
R: Para una respuesta fiable, estoy a ciegas. Pero hay herramientas, que son las tablas inputs-outputs, que cuantifican los flujos económicos entre todas las ramas de actividad. Ello permite ver cómo afectará, por ejemplo, la caída del turismo directamente, al resto de sectores indirectamente o, de forma inducida, a través de la merma de los ingresos de los hogares. Se podrá hacer, pero en este momento no hay información suficiente para cuantificarlo. En julio, cuando se dispongan de las estimaciones de macromagnitudes para el segundo trimestre del año podrá analizarse su efecto con una gran aproximación.
P: Entonces, le pido una definición. ¿Cómo va a ser esta crisis económica?
R: Fuerte. Esperemos que haya una rápida recuperación. Confío en que sí. Confío en que la gente salga con ganas de vivir. Yo empecé a escribir en Facebook por eso. Leía en la prensa "tantos muertos más", "tantos contagiados más"... Y creía que era importante ofrecer esperanza. La gente se quiere aferrar a algo.
P: La economía es más compleja que nunca. Y más interdependiente.
R: Claro. No todas las zonas van a salir de la pandemia a la vez, ni todos los países.
P: ¿España saldrá de las primeras de la crisis sanitaria?
R: En teoría, sí. Al tener un impacto tan brutal el último mes, la población inmunizada es mayor, pero hasta que no se realice ese estudio basado en 60.000 encuestas y test, no podremos saber con certeza cuanta población ha estado expuesta.
P: Económicamente, ¿eso da ventaja en la salida?
R: Claro. Seremos de los países que antes dirá que casi no hay incidencia del virus. Pero, claro, para eso necesitamos tests, y que se hagan bien y se repitan. Ahora bien, el problema económico va a ser dilatado en el tiempo. Habrá que ver cuántas empresas desaparecen, cuánto sube el paro, cuánta gente en el paro puede no tener subsidio. Vamos a un escenario muy feo el próximo año y medio. Hay que actuar con responsabilidad y visión a largo plazo. El problema de la política es que piensa en clave de cuatro años como mucho. Cuando oigo que, para salir de esta crisis, hace falta bajar impuestos... ¡Qué irresponsabilidad! Eso es imposible, imposible. Va a haber que subir impuestos a quien pueda pagar, esto está clarísimo. Si no, el Estado no podrá hacer frente a las consecuencias de la crisis epidémica.
P: ¿Cómo valora la actuación del Gobierno?
R: Pues creo que ha sido valiente. Aquí se han adoptado medidas más drásticas que en otros países de nuestro entorno.
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R: No vimos que ese factor de movilidad internacional iba a tener un impacto tan fuerte. Los datos que teníamos eran de China. Y son unos datos poco creíbles.
P: Con "poco creíbles", se refiere a que no se los cree.
R: No me los creo. En Wuhan va ahora al psicólogo al psiquiatra tal cantidad de la población que es imposible que fuera por 1.500 muertos. Por 40.000, quizás. Esos datos se verán quizás con el tiempo. Con buena información de China, todo hubiera sido distinto y no estaríamos así. Habríamos sido más precavidos, habríamos visto la pandemia, que esto no era una gripe más.